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Columna
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El día grande de las fotovoltaicas

La tecnología solar entra en el club de las energías competitivas después del éxito de la subasta del miércoles

Miguel Ángel Noceda
Placas solares que suministran energía al Club Náutico de L'Estartit (Girona).
Placas solares que suministran energía al Club Náutico de L'Estartit (Girona). Pere Duran

El miércoles fue un día grande para la energía renovable en general y, sobre todo, para la solar fotovoltaica. Después de cinco años largos de ostracismo por el parón decidido por el Gobierno de Rajoy en 2012, el 26 de julio de 2017 pasará a la historia del sector como el día en el que volvió el fervor por las nuevas energías. Y fue tal que los responsables de la subasta, ante la avalancha de demanda, tuvieron que echar mano de las cláusulas para ampliar los 3.000 megavatios (MW) previstos hasta llegar a superar los 5.000 MW, de los que casi 4.000 MW fueron de fotovoltaica.

Para el Ejecutivo, subrayando las previsiones del titular del Ministerio de Energía, Álvaro Nadal, era la mejor muestra de que su desafío va en serio, sobre todo, si quiere cumplir con los objetivos impuestos por Bruselas de alcanzar el 20% de consumo de energía renovable sobre energía final en 2020. Pero para las empresas inversoras era la constatación de que se abría un nuevo periodo de furia renovable en un sector que vivió tiempos de gloria hasta que se decretó la moratoria, que, todo hay que decirlo, era razonable si se quería parar el déficit que habían supuesto las subvenciones otorgadas en los años anteriores a la misma.

El Gobierno decidió en 2012 de suspender los incentivos a las inversiones en renovables retirando las primas que recibían desde 2007. Posteriormente aprobó una reforma con un nuevo sistema que generó una ola de protestas de los inversores, entre los que había muchos fondos internacionales, que elevaron demandas a las cortes de arbitraje como la que supuso una multa a España de 128 millones de euros en mayo pasado. Quedan todavía 26 demandas que pueden dar resultados similares.

Las inversiones estimadas ascieden a una cifra entre 7.000 y 8.000 millones de euros

Pero, aunque no hay que dejarla aparte, esa es otra historia. Ahora el foco se ha puesto en la resurrección de las energías renovables, haciendo competir principalmente a eólicas y fotovoltaicas. En condiciones de empate, es la energía eólica la que tiene prioridad sobre la fotovoltaica porque es más productiva (por cada megavatio de potencia eólica instalado se producen 3.500 MW/hora al año mientras que por cada uno de fotovoltaica se producen 2.500 MW/h). Eso fue lo que decantó la balanza a favor de los eólicos en la subasta de mayo en la que se licitaron algo más de 3.000 MW. Sin embargo, la estrategia de los inversores fotovoltaicos, que habían reclamado la actuación judicial sin éxito por la discriminación que consideraban injusta, ha sido la acertada. Ofrecieron unas condiciones mejores que los eólicos y les barrieron.

En definitiva, además de los 700 MW (500 de eólica y 200 de biomasa) de la subasta del año pasado, entre la de mayo y la de esta semana se van a construir 8.037 MW de potencia renovable antes de 2020. De estos, 4.107 serán eólicos; 3.910, fotovoltaicos y 20 de otras tecnologías. Casi empate, lo que para el ministerio garantiza un mix equilibrado, que no lo es tanto si se tiene en cuenta que en funcionamiento ahora mismo hay 20.100 MW de eólica y 4.700 de fotovoltaica, es decir, cuatro veces más de la primera sobre la segunda.

Pero lo bueno de la subasta del miércoles para la fotovoltaica es que entra en el club de las energías competitivas, en el que ya estaba la eólica desde hace tiempo, y que puede participar en el mercado tanto por ofrecer un precio cada vez más barato como en la lucha contra el cambio climático. Los avances tecnológicos y la economía de escala han permitido que el coste de la fotovoltaica se haya reducido de forma constante y que ya sea competitivo con las fuentes de energía convencionales.

Se avecina un proceso de negociación con la banca para la financiación de los proyectos

A partir de ahora, con el 2020 como objetivo, comienza la hora de la verdad. Se avecina un proceso inversor que lleva enlazada la negociación de la financiación de los proyectos y que la banca medirá concienzudamente.

Las inversiones estimadas para los más de 8.700 MW que suman las tres subastas ascienden a una cifra entre 7.000 y 8.000 millones de euros repartidas entre una cincuentena de empresas. Las principales son Forestalia, que reparte su inversión en casi 2.000 MW entre eólico, fotovoltaico y biomasa y camina junto a General Electric; Cobra, con la que el grupo ACS apuesta abiertamente por la energía fotovoltaica en otro golpe audaz del grupo; las eléctricas Endesa y Gas Natural, que se han decidido por potenciar las renovables para equilibrar su producción; y las firmas nacidas como renovables Alfanar, X-Elio, Solaria, Prodiel, Opde…

En todo caso, se abre una gran expectativa tanto de fabricación de estructuras, placas, torres y demás, como en la creación de empleo (según cálculos de la Unión Española Fotovoltaica, si se hacen en Asturias las estructuras para los 4.000 MW comprometidos el miércoles, generaría empleo para 3.500 personas, más que los que en la actualidad trabajan en la minería del Principado).

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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