Bruselas investigará el cartel de los fabricantes de coches alemanes
La credibilidad de la industria germana del automóvil está en juego, ha reconocido la ministra de Economía alemana
La Comisión Europea investigará el supuesto cartel de los fabricantes de coches alemanes, según han confirmado fuentes de Bruselas este mismo lunes. El pasado viernes, el semanario Der Spiegel publicó que las marcas Volkswagen, Audi, Porsche, BMW y Daimler AG, mantuvieron durante más de dos décadas reuniones secretas destinadas a burlar las leyes de la competencia. El cartel se puso de acuerdo en materias tan sensibles como las tecnologías, los costes, los suministradores y en la purificación de los gases contaminantes de los coches diésel.
"La Comisión y la autoridad alemana de la competencia han recibido información sobre este asunto y actualmente está siendo evaluada por la Comisión", ha asegurado el portavoz del Ejecutivo comunitario Ricardo Cardoso.
De acuerdo con un documento remitido por Volskwagen a la autoridad de competencia alemana y publicado por Der Spiegel, más de 200 técnicos de las cinco marcas, divididos en 60 grupos de trabajo, sostuvieron reuniones secretas para consensuar la elección de suministradores, temas técnicos como la tecnología que debía usarse en los techos de los coches descapotables o el tamaño de los tanques para Adblue, un producto que se utiliza para reducir las emisiones de óxido de nitrógeno. Respecto a Adblue, los técnicos llegaron a la conclusión de que un tanque grande podría elevar los costes y acordaron poner tanques más pequeños pese a que una menor cantidad de Adblue no era suficiente para eliminar los gases contaminantes.
BMW niega la manipulación
Desde la publicación del escándalo, Volkswagen y Daimler han evitado comentar la existencia del cartel y han señalado en escuetos comunicados que “no hacen comentarios sobre especulaciones periodísticas”. Pero ni VW ni Daimler desmintieron la existencia del cartel. BMW, en cambio, ha asegurado que sus coches no eran manipulados y que cumplían con todos los requisitos legales. Si bien la empresa tampoco desmintió la existencia del cartel.
“Nuestra tecnología difiere significativamente de otras en el mercado y las conversaciones con otros fabricantes sobre el Adblue tenían como objetivo la instalación de la necesaria infraestructura para los depósitos en Europa”, afirma BMW.
Según Der Spiegel, las conversaciones sobre los tanques de Adblue podrían haber sentado las bases para el Dieselgate que estalló en septiembre de 2015 y que afectó a once millones de coches vendidos por Volkswagen (800.000 en Estados Unidos), y que ya le ha costado al grupo el pago de más de 20.000 millones de euros en Estados Unidos.
La existencia de cartel fue conocida por la Autoridad de Defensa de la Competencia cuando investigaba un acuerdo secreto para la compra de acero. En sendos registros en las oficinas de VW y Daimler, realizados en junio de 2016, los sabuesos descubrieron documentos relacionados con la existencia del cartel. El 4 de julio de 2016, VW hizo llegar a la Autoridad de Defensa de la Competencia un documento autoinculpatorio donde admitía el escándalo. Poco después hacia lo mismo Daimler.
Tanto Daimler como VW presentaron sus respectivas autodenuncias para intentar evitar una multa multimillonaria. Las empresas declaradas culpables de violar las normas de cartel en la Unión Europea se enfrentan a multas de hasta el 10% de su facturación total, 200.000 millones de euros en el caso de Volkswagen y 150.000 millones en el caso de Daimler, el fabricante de la marca Mercedes.
La Autoridad de Defensa de la Competencia admitió este lunes que tenía en su poder informaciones sobre “posibles acuerdos de los fabricantes alemanes de automóviles en el campo técnico”, y reconoció que aún no se habían tomado medidas para iniciar una investigación oficial en contra de VW, BMW y Daimler.
Problemas de credibilidad
Pero las sospechas que existen sobre la existencia del cartel tienen en estado de alerta a los tres gigantes. Un portavoz del presidente del consejo de supervisión de VW, Hans Dieter Pötsch, ha dicho este lunes que había sido convocada para el próximo miércoles una reunión extraordinaria del organismo de supervisión para analizar las consecuencias de las denuncias publicadas por Der Spiegel.
La existencia del cartel cayó como un jarro de agua fría en las instancias políticas de Berlín. “Lo que está en juego es, ni más ni menos, que la credibilidad de toda la industria automotriz alemana”, ha declarado la ministra de Economía, Brigitte Zypries. "Sin una clarificación completa, la confianza no puede ser restaurada. Todos lo fabricantes involucrados deben cooperar con las autoridades para asegurar una debida transparencia”, ha añadido.
El líder parlamentario de los Verdes, Toni Hofreiter ha ido un poco más lejos y ha acusado al ministro de Transportes, Alexander Dobrindt, y a la canciller Angela Merkel de haber favorecido “el amiguismo” entre el gobierno federal y la industria. “Si las acusaciones resultan ser ciertas, es el caso del cartel más grande y el mayor escándalo de la historia de la economía germana”, dijo el diputado, citado por el periódico Handelsblatt.
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