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Columna
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El adiós de Fernández Toxo, el pacificador de CC OO

El líder de Comisiones Obreras, que deja la Secretaría General, integró las corrientes del sindicato y racionalizó la organización

Miguel Ángel Noceda
Ignacio Fernández Toxo (a la derecha) y el que será su sucesor, Unai Sordo.
Ignacio Fernández Toxo (a la derecha) y el que será su sucesor, Unai Sordo.

Al final de este mes, Ignacio Fernández Toxo deja el cargo de secretario general de Comisiones Obreras (CC OO) tras haber cumplido dos mandatos de cuatro años cada uno desde diciembre de 2008 (en realidad, ha estado ocho años y medio). Entonces, en el IX Congreso Confederal, desbancó a José María Fidalgo por solo 28 votos de un total de 1.001 delegados (cifra mítica en el sindicato que evoca al proceso 1.001 del Tribunal de Orden Público franquista en el que se juzgaba a 10 dirigentes del sindicato). Fue una diferencia mínima que denotó que el sindicato estaba partido por la mitad.

Toxo enarboló el descontento del sector crítico (a su vez dividido en varias facciones: Agustín Moreno, Rodolfo Benito…) y una parte del sector oficial, en la que estaba él como secretario de Acción Sindical entre 2004 y 2008 (es decir, número dos del sindicato) por la gestión de Fidalgo, a quien acusaban de haber virado a la derecha. La disputa reflejaba más un problema de talante que de línea estratégica. No se modificaba la unidad de acción con UGT y la apuesta abierta por el diálogo social con la patronal y el Gobierno, con la defensa de los derechos de los trabajadores como mandamiento principal.

Tras ganar, se propuso pacificar el sindicato. De espíritu conciliador, integró en la Ejecutiva a gente del equipo de Fidalgo. Era la oportunidad de terminar con las diferencias y lograr la unidad. En el siguiente congreso recogió los frutos: fue reelegido con un respaldo del 85,6% y sin oposición.

En su segundo mandato, una vez pacificado y bajo el lema ‘Repensar el Sindicato’, marcó las pautas de actuación para modernizar y racionalziar la organización. Eso llevó a la integración de federaciones y a asegurar la financiación de la organización de manera que no dependiera de las subvenciones, sobre todo después de agotarse el grifo de la formación.

Mientras unos los alababan por buscar el consenso, otros le reclamaban mano dura

Y en esa línea, llegó a la conclusión de que tocaba hacer la renovación. Podría haber optado a seguir cuatro años más, porque así lo permiten los estatutos; pero, con 64 años, ha preferido dejar paso a savia nueva. Llevaba tiempo trabajando la idea sin desvelar sus intenciones hasta que en el consejo confederal del 11 de marzo de este año, propuso su relevo por Unai Sordo Calvo (45 años en octubre), secretario general del sindicato en el País Vasco. “Tenemos que entender que la última de las generaciones de un sindicalismo nacido en la dictadura, que es la mía, debe dejar paso”, dijo. No tuvo problemas para que el apoyo cosechado por él se trasladara a su delfín. Sordo obtuvo 117 votos a favor y 6 abstenciones. No surgió ninguna alternativa, que puede presentarse con el 10% de las firmas de los 751 delegados convocados (desde el pasado congreso se redujo).

A Toxo se le critica por lo mismo que se le valora. Mientras unos le alababan por buscar el consenso; otros le reprobaban por no tener mano dura. Pero, pese a los reproches, este gallego de lluvia y calma (como le gusta definirse remedando a Miguel Hernández en Vientos del Pueblo), convencido de que si cualquier movilización no acaba en la mesa de negociación es un fracaso, ha buscado siempre el consenso, sin perder el pulso de la calle. Ahí están las tres huelgas que convocaron los sindicatos en plena crisis, una al PSOE (2010) y dos al PP (2012) en contra de las políticas de recortes y reformas laborales.

Dirigir CC OO, por otra parte, traspasa la línea sindical. Si la crisis económica ya suponía una gestión complicada, le ha tocado enfrentarse a tiempos difíciles en el terreno político por la irrupción de Podemos y el secesionismo catalán. El sindicato, que en su día fue correa de transmisión del PCE y muy receptivo a las diferentes corrientes de la polifacética izquierda, tiene una fuerte presencia de seguidores de Unidos Podemos y en Cataluña cuenta con muchos partidarios del separatismo y del derecho a decidir.

Bajo el lema 'Repensar el sindicato' macó las pautas de actuación para su modenrización

En el primero de los asuntos, Toxo ha mantenido el diálogo con unos y otros; pero tras la desaparición de Izquierda Unida y el hundimiento del PSOE, ha dado la sensación de que solo habla con Unidos Podemos, favorecido por el giro que ha dado esta formación, que comenzó con fuertes críticas y sondeó la posibilidad de crear un sindicato propio. En el tema catalán, siempre ha sido partidario de la solución federalista que se ha desarrollado también en el sindicato.

En su mandato estuvo plenamente compenetrado con Cándido Méndez, el histórico dirigente de UGT que dejó la Secretaría General en marzo de 2016 y con el que la unidad de acción sindical tuvo su máximo esplendor. Y, como este, tuvo que pasar algunos tragos amargos, como los ERE de Andalucía o las tarjetas black de Caja Madrid-Bankia, que implicaba a consejeros representantes de ambos sindicatos. Pero no le tembló el pulso: la destitución fue fulminante.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.
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