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Paul Rawlinson / Presidente mundial de Baker & McKenzie

“Los abogados también pueden ser aliados comerciales”

El primer británico al frente del segundo bufete del mundo por facturación discute los desafíos del sector

Paul Rawlinson, presidente mundial de Baker & McKenzie
Paul Rawlinson, presidente mundial de Baker & McKenzieLIONEL DERIMAIS

Acaba de volver de América y la semana que viene viajará a Asia-Pacífico. Pero hoy Paul Rawlinson, el nuevo presidente mundial de Baker & McKenzie, y el primer británico que ocupa el puesto, juega en casa: lidera en Londres una reunión de la región de Europa, Oriente Próximo y África (EMEA) de la compañía. Fundado en 1949 y presente en España desde 1965, Baker & McKenzie se considera el primer gran bufete global. Actualmente el despacho cuenta con más de 4.600 abogados y es el segundo del mundo por facturación y número de empleados. Especialista en propiedad intelectual, Rawlinson se unió a la firma en 1986 y tomó sus riendas el pasado octubre. Convencido de que los tiempos actuales requieren un nuevo tipo de abogado, parte de las reformas estratégicas que planea consolidar pasan por desarrollar una renovada relación con los clientes que se adapte a sus cada vez más complejas demandas. Además, la entrevista con El País tiene lugar un día después del atentado en el puente de Westminster de Londres y a menos de una semana de la activación del artículo 50 que dará comienzo al Brexit, factores que aportan un nuevo matiz a la conversación y añaden enormes desafíos a su labor.

Pregunta. Como nuevo ­presidente mundial de Baker & McKenzie, ¿cuáles son sus próximos objetivos en innovación y estrategia?

“El ‘Brexit’ y la Administración de Trump conllevarán enormes cambios legales”

Respuesta. Tenemos planteada una estrategia para 2020 de la que estamos hablando en esta reunión. Como bufete internacional, ofrecemos soluciones globales a los clientes y estamos intentando incorporar características más novedosas en la forma de atenderlos. La innovación implica abrazar la inteligencia artificial y la reingeniería de nuestra práctica para ofrecer servicios más eficientes. A un plazo más largo podríamos llegar a asociarnos con start-ups que estén innovando en servicios legales. El lado humano del negocio también es muy importante. Los abogados a veces somos acusados de ser algo distantes, pero nosotros tenemos fama de ser un bufete abierto y transparente.

P. También tienen buena repu­tación como empresa por su apoyo a la diversidad. Por ejemplo, entre sus socios o cargos de liderazgo no hay una nacionalidad predominante. ¿Esa filosofía de inclusión es una declaración de principios del bufete?

R. Absolutamente. Somos una firma necesariamente plural porque al tener presencia en tantos mercados atraemos a gente que se siente cómoda en un entorno internacional. Dentro de cada oficina también prestamos atención a las políticas de diversidad e integración para asegurarnos de que haya un buen equilibrio en cuanto a género, etnicidad, orientación sexual, etcétera. Es lo justo y lo correcto dar las mismas oportunidades a todo el mundo, y tener equipos heterogéneos también es más efectivo para trabajar con los clientes. Muchos de ellos, además, lo están pidiendo.

P.  Baker & McKenzie fue el primer bufete de abogados global. Pero el mundo es hoy un lugar muy distinto al que era en 1949. ¿Cómo han cambiado los clientes?

“A largo plazo es posible la alianza con ‘start-ups’ que estén innovando en servicios jurídicos”

R. Ahora son mucho más sofisticados en sus exigencias. En los viejos tiempos bastaba con ser buenos abogados sobre el terreno, su satisfacción estaba definida por la calidad de los servicios legales. Eso ya no es suficiente. Hay mucha competencia; el factor diferenciador ahora pasa por ser capaz de integrar esos servicios a una escala global, adaptarte con agilidad a la situación del mercado y anticiparte a sus cambios. Los clientes hoy esperan que los abogados sean también aliados comerciales; hay que tener inteligencia empresarial, gestionar sus riesgos y ayudarlos a crecer.

P. ¿Los tiempos revueltos como los que vivimos ahora son buenos para los abogados?

R. Los abogados siempre prosperan en periodos de cambio, porque éstos suelen conllevar implicaciones legales. Brexit, por ejemplo, va a suponer enormes cambios legales, y la nueva Administración de Trump está hablando de desregulación, inversión en infraestructura, modificación del régimen fiscal… Pero hay que ser cautos, porque el principal motor de un bufete son las actividades transaccionales, y si esos cambios tienen como consecuencia que la gente deja de hacer negocios, eso no beneficia a nadie. Los mercados volátiles pueden ser buenos a corto plazo, pero lo que abogados y clientes realmente quieren es estabilidad, y entender hacia dónde se mueven las cosas para poder planear sus inversiones con cierto grado de certidumbre.

“No tenemos previsto abrir más oficinas, pero India y algunos países de África son prioritarios”

P. En el equilibrio entre seguridad y privacidad, ¿de qué lado cree que se inclinará la balanza?

R. Es un equilibrio muy delicado que necesita ser constantemente evaluado, no hay una respuesta sencilla. Creo que es conveniente diseñar enfoques a medida en vez de caer en la tentación de imponer soluciones radicales que vayan contra los beneficios de la libre circulación de personas, que ha demostrado ser el modelo que facilita el crecimiento global y la creación de riqueza.

P. Con 77 oficinas en 47 países, son una corporación realmente multinacional. ¿En qué mercados les gustaría tener más presencia en el futuro?

R. No tenemos previsto abrir nuevas oficinas en un futuro próximo, pero hay algunos mercados que son más prioritarios, como India, o tal vez uno o dos lugares en África. Baker & McKenzie cuenta con una gran ventaja inicial al estar implantados en 47 países; estamos diversificados en todos los mercados maduros, pero seguimos estudiando nuevas oportunidades estratégicas.

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