Auge exportador
Para que el mercado exterior siga creciendo España deberá resolver algunas de sus debilidades
El comercio internacional está dando buenas sorpresas. Entre enero y agosto, el saldo comercial —la diferencia entre el valor de los bienes que se exportan y que se importan— disminuyó en 5.000 millones de euros, para alcanzar uno de los mejores resultados de la serie histórica.
Esta evolución refleja en parte el abaratamiento de los productos energéticos. El saldo comercial no energético arrojó un ligero déficit (156 millones de euros) frente al superávit (cerca de 3.000 millones) registrado en 2015. Pero este leve deterioro se debe a que las importaciones crecen algo por encima de las exportaciones, algo normal en una fase de recuperación como la que está experimentando la economía española.
Además, las empresas españolas están ganando cuota de mercado. Durante estos últimos años, el aumento de las exportaciones ha sido más intenso que el registrado por economías, como la alemana, con una presencia más establecida en los mercados internacionales. Durante el último año, como consecuencia del empeoramiento del comercio internacional, las ventas en el exterior de Alemania, así como del conjunto de la zona euro, cayeron mientras que en España siguieron expandiéndose.
Cada vez se exportan más productos con un contenido tecnológico relativamente alto. Por ejemplo, crecen las ventas en el exterior de bienes de equipo, material de transporte y bienes de consumo duradero. Y descienden las exportaciones de productos semifacturados no químicos y de minerales. El sector de bienes de equipo y el del automóvil son los dos principales motores de la exportación, representando respectivamente el 20,2 por ciento y el 17,9 por ciento del total.
Según los datos disponibles para este año, el número de empresas que venden en el extranjero se ha incrementado un 1,8 por ciento y el número de exportadores regulares un 4,3 por ciento. Además, se está produciendo una reorientación de la actividad exportadora hacia áreas geográficas más dinámicas, o en el contexto de cadenas mundiales de producción.
El sector de servicios no turísticos también tiene una actividad exportadora muy dinámica. Durante el segundo trimestre, las exportaciones de estos servicios aumentaron un 6,5 por ciento, un ritmo casi tres veces mayor al de las importaciones. Los servicios empresariales, de transporte, telecomunicaciones, informática e información han obtenido unos resultados especialmente positivos en el exterior.
Estas tendencias, de confirmarse, consolidarían el sector exportador y ayudarían a afianzar la recuperación económica. En épocas anteriores, la salida de la recesión venia acompañada por un rápido repunte de las importaciones y una moderación en la actividad exportadora. Como consecuencia, la balanza externa sufría un deterioro significativo, que acababa frenando la expansión económica y la creación de empleo. Parece que este no es el caso hoy en día. La balanza externa arroja un importante superávit, en torno al dos por ciento del PIB, y se prevé que se mantenga en esta posición el próximo año.
Sin embargo, conviene señalar los puntos débiles que subsisten en el sector exterior español. La dependencia de los hidrocarburos es un elemento de vulnerabilidad que se podría reducir mediante una diversificación de las fuentes de energía. Conviene seguir diversificando la base exportadora, sobre todo en el sector del turismo, importante fuente de divisas. Por otra parte, los países emergentes y en vías de desarrollo, motores del crecimiento mundial, tienen todavía poco peso en los intercambios. Y la productividad de las empresas españolas crece a un ritmo decepcionante, que revela debilidades estructurales en la incorporación de tecnologías digitales y de inteligencia artificial, la creación de redes comerciales en el exterior y generación de marcas y patentes. También se requiere mayores esfuerzos en materia de formación, organización del trabajo y calidad de los empleos existentes. Varios países, más recientemente Italia, han anunciado una estrategia para acompañar las transformaciones que se están produciendo. Para consolidar el auge exportador, la economía española tendrá que emprender este camino.
Raymond Torres (@RaymondTorres_) es director invitado de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas).
Más residentes
Los datos publicados esta semana por el INE presentan un ligero incremento para este año de la población residente en España, que habría aumentado en 4.827 personas respecto al 2015. Esta evolución contrasta con la reducción ininterrumpida en el número de habitantes registrada en años anteriores. Así, durante el periodo 2012-2015, la población residente se redujo en cerca de 380.000 personas. No obstante, las proyecciones apuntan a un importante descenso en el número de habitantes durante los próximos años. Se estima que en los próximos 15 años se perderán más de medio millón de habitantes, es decir un 1,2% de la población actual. Estas proyecciones reflejan la disminución en el número de nacimientos así como el aumento en el número de defunciones, fruto del envejecimiento de la población. También cambiaría la estructura por edad. Así, dentro de 15 años, la población de más de 65 años representaría el 41,4% de la población en edad de trabajar (de 16 a 64 años), comparado con 28,8% actualmente. Estas proyecciones se han realizado bajo el supuesto de un flujo de migración constante, que supone una ganancia de población y suaviza el impacto del saldo natural.
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