Kilovatios a precio de oro
El coste de la energía eléctrica en 2015 se elevó en España a 32.902 millones de euros
Unos cuantos interesados por el mercado diario de electricidad (OMIE) decidieron hace más de un año apostarse unas cervezas para adivinar el precio del megavatio/hora del día siguiente. El grupo saltó a Twitter con la etiqueta #porrapool y ahora tiene sus propias reglas e incluso patrocinadores. “A veces salen precios completamente inexplicables”, relata Francisco Valverde, consultor energético y analista del mercado eléctrico. En su última entrada en el blog Solo kilovatios verdes, intenta explicar de una manera didáctica cómo se descompone el precio de la energía y establece una relación directa entre los registros más elevados con los meses donde España utiliza más fuentes no renovables, fundamentalmente gas y carbón. “Si comparamos con la generación renovable, observamos que los valles de nuestra factura coinciden con los meses en que más generación renovable se produce (sobre todo viento y lluvia). Así que ya sabe, si ve que hace mucho viento y lleva varios días lloviendo, ponga buena cara porque la factura ese mes será barata, y cuando tengamos mucha más energía solar, podremos sonreír todo el año”.
Aunque conocer en detalle la descomposición de la factura eléctrica es tan difícil como entender el bosón de Higgs, se trata de una información muy valiosa para reflexionar sobre por qué España es el quinto país donde la energía es más cara de toda Europa, según los últimos datos de Eurostat. Solo Dinamarca, Alemania, Irlanda e Italia superan los costes españoles, que, definidos en el estudio Impacto matroeconómico de las renovables en 2015, de APPA, ascendieron en 2015 a 32.902 millones de euros, de los cuales el 44,8% son costes liberalizados, y el resto, regulados. Los primeros incluyen el precio que diariamente marca el mercado de OMIE (12.773 millones, un 38%), los servicios de ajuste del sistema (necesarios para asegurar el suministro con calidad), con el 3,2%; la interrumpibilidad, un servicio que permite casar oferta con demanda (1,4%), y los pagos por capacidad (otro 1,4%), que son pagos regulados para financiar la potencia del servicio que ofrece el sistema eléctrico.
Otro gran bloque de facturación está en las actividades reguladas, que incluyen las ayudas a las energías renovables (que fueron 5.338 millones el año pasado, el 16,2%), la distribución (otros 5.000 millones, el 15%) y costes relacionados con el déficit de tarifa (2.889 millones, el 8,7%) y otros, como el transporte o las ayudas a la cogeneración.
Las energías renovables reclaman que, pese a las ayudas, produjeron un ahorro de 4.180 millones al mercado, por lo que el coste neto de su subvención sería de 1.159 millones.
Déficit de tarifa
Otro informe de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España ataca que los componentes asociados a tasas y cargos derivados de políticas públicas e impuestos definidos por el Gobierno supongan la mitad de la factura de la luz. Y recuerda que para terminar con el llamado “déficit de tarifa”, el Gobierno de Mariano Rajoy puso en marcha en 2012 una serie de medidas “que han tenido fuertes impactos económicos en los consumidores y en la mayoría de los agentes del sector”, como las subidas de precios y los desincentivos a la inversión. “Parece que hay consenso en que el problema del déficit se ha atajado, pero quedan pendientes de resolver tanto el alto precio de la electricidad como los múltiples litigios abiertos en los tribunales”. España se ha convertido en el país con más demandas de Europa por temas eléctricos.
Además, tener una energía más cara es una piedra en el zapato de muchos consumidores industriales, que pierden competitividad frente a otros competidores de países con menores tarifas. Ángel Luis Vivar, de Unesa, recuerda que se han cometido errores en el pasado, como “la introducción de la fotovoltaica a precios 10 veces más elevados de los actuales”. Pide “racionalidad”, para que no se introduzcan “costes innecesarios que al final los pagan los consumidores. Se han desarrollado una serie de políticas energéticas que se han cargado casi en exclusiva sobre la electricidad. Tenemos que evitar incorporar más costes de esas políticas que gravitan sobre electricidad y limpiar esa tarifa de los costes de políticas públicas”. Adicionalmente, toda la red eléctrica tiene pérdidas entre el punto de generación y el del consumo: en 2012 fueron del 9%.
Los consumidores particulares, por su parte, se pierden en un mar de tarifas difícilmente comprensibles que se acaban de ampliar con los nuevos contadores. Una de ellas es la llamada precio voluntario para el pequeño consumidor (PVPC), “que a su vez ha favorecido la llegada de otras tarifas, las denominadas indexadas o variables”, recuerda la OCU. “En este tipo de tarifa el precio de la luz se actualiza cada hora, como ocurre con el PVPC, lo cual hace complicado saber cuánto se va a pagar”.
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