El Banco de España aprobó la salida a Bolsa de Bankia sin información “básica”
Faltaba por saber “el perímetro del patrimonio de las cajas" o "los compromisos de BFA con los nuevos accionistas", apuntan los documentos oficiales
José Antonio Casaus, jefe de la inspección de BFA-Bankia, ha declarado ante el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, que la matriz del grupo, BFA, era “inviable” antes de la salida a Bolsa de Bankia. Esta afirmación, que envió por escrito en 2011, es opuesta a la de informes del Banco de España. Además, en uno de ellos, de abril de 2011, se afirma: “No es posible disponer de toda la información básica para valorar la viabilidad de la operación” aunque, a continuación, se pide luz verde para la salida a Bolsa de Bankia. Por otro lado, Casaus no admitió la tesis de los peritos judiciales sobre el maquillaje de las cuentas de Bankia.
La instrucción del caso Bankia está sacando a la luz los documentos privados del Banco de España (que no se desclasifican con el paso del tiempo) que permiten revisar la actuación de los que participaron en el mayor fiasco financiero de la crisis actual.
Las recientes declaraciones de Casaus han alimentado la polémica sobre la actuación del supervisor. En relación con las actuaciones previas a la salida a Bolsa de Bankia, el que fuera jefe de supervisión de Caja Madrid y luego de Bankia, aclaró al juez: “Los inspectores no participamos en el informe a la comisión ejecutiva. Se nos consultó al equipo de seguimiento” y añadió: “En varios correos, dije que veíamos que ese plan no nos parecía la solución para el grupo porque nosotros veíamos que ese grupo no era viable”.
El 14 de abril de 2011, Casaus, ahora ascendido a jefe de grupo, envió un correo a Pedro Comín, antes jefe de grupo y ahora promocionado a director general adjunto de Supervisión. Aquel día escribió que “con los datos preliminares de marzo de 2011, la generación de resultados del grupo Bankia sigue muy débil, aspecto esencialmente grave en un contexto de costes financieros crecientes”.
Ese mismo día, el 14 de abril de 2011, el Banco de España remitió una carta a Rodrigo Rato, entonces presidente de BFA-Bankia, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, en el que decía que la comisión ejecutiva “ha aprobado la estrategia diseñada por el grupo”, es decir, la salida a Bolsa que llegó en julio próximo.
Lo más llamativo es que la decisión del organismo, dirigido entonces por Miguel Fernández Ordóñez, se produjo tres días después de que Pedro Comín y Pedro González, director de departamento, afirmaran en un informe oficial: “A la fecha actual, no es posible disponer de toda la información básica para poder valorar adecuadamente la viabilidad de la operación”.
Elementos desconocidos
Entre esos asuntos que desconocían estaban temas clave como “el perímetro del patrimonio que se quedarán las cajas, la base para contrastar el perímetro financiero de los bancos, los compromisos de BFA con los nuevos accionistas para no perjudicar a Bankia”, y otros más. Pese a estos vacíos, concluyen: “Las proyecciones financieras facilitadas por la entidad garantizan la viabilidad de la matriz y de la filial Bankia” y piden aprobar la salida a Bolsa, como así ocurrió. La operación se ha saldado con la devolución de los 1.800 millones que invirtieron 255.000 accionistas en Bankia.
Casaus destacó ante el juez la contradicción entre su opinión y la de sus jefes. “Publicamos la inviabilidad de Bankia [luego aclaró que se refería a BFA y no al banco] en abril y mayo de 2011, cuando vimos la primera foto trimestral del grupo”. Además de las divergencias, de estas declaraciones se deduce la falta de datos que, aparentemente, tenía el supervisor sobre el estado de las siete cajas que componen el grupo. “No tuvimos información contable del grupo Bankia hasta el primer trimestre, referida al 31 de marzo de 2011”. Cuatro meses después, el banco estaba cotizando.
Según expertos, como Carmelo Tajadura, exalto directivo bancario, “la sentencia de muerte de Bankia se firmó en junio de 2010, cuando se fusionó Caja Madrid con Bancaja”. La morosidad de Caja Madrid se había disparado ya en 2008; igual que en Bancaja. “Las dos estaban excesivamente expuestas al ladrillo; Bancaja aún peor que Caja Madrid. La fusión arrastró esa tara”, afirma Antoine Quero, experto y autor de “La Reforma Progresista del Sistema Financiero” (Catarata).
Pero Ordóñez niega la mayor. En enero pasado, en una entrevista con EL PAÍS, aseguró: “Bankia aparecía como viable cuando se forma, en la primera parte de 2011. El problema es que sale a Bolsa cuando arranca la segunda recesión, que se la lleva por delante”. El exgobernador argumentó que una clave del error de Bankia fue la equivocada previsión del PIB español: el FMI (en uno de sus mayores fallos) dijo que en 2011 España crecería un 0,8% y cayó un 1%; para 2012, vaticinó una subida del 1,6% y descendió un 2,9%. Sin embargo, es difícil pensar que, ni siquiera con esa supuesta mejoría (en mitad de los rescates de Grecia, Portugal e Irlanda), se podría limpiar un banco que tenía 100 millones de metros cuadrados de suelo y cientos de miles de viviendas invendibles.
¿Cuentas maquilladas?
Aunque Casaus ha abierto frentes entre la versión que dieron los inspectores y lo que escribieron sus jefes, (un tema recurrente en esta crisis), lo que no hizo fue ratificar a los peritos judiciales, también inspectores como él. Víctor Sánchez y Antonio Busquets han afirmado que Bankia no tenía las provisiones suficientes para hacer frente a los saneamientos que necesitaba la entidad por lo que las cuentas no reflejaban la imagen fiel del banco.
En su declaración ante el juez, Casaus se arrepiente de haber escrito en los informes que Bankia tenía capacidad para cubrir dos años de saneamientos, algo después se demostró irreal. Sin embargo, no llega a decir que las cuentas no son correctas, pese a la insistencia del fiscal. Se escuda en que no es su responsabilidad averiguar esa situación y no se pronuncia sobre las cuentas. Una declaración que influirá en la marcha del caso Bankia.
En la revisión de las actuaciones de lo sucedido en Bankia, cabe recordar las propias declaraciones de Luis Linde cuando accedió al cargo de gobernador del Banco de España. El 17 de julio de 2012, con la crisis de Bankia ya reventada tras la petición de rescate bancario, fue tajante en su diagnóstico en el Congreso de los Diputados: “Con la fácil lucidez que da mirar al pasado desde el presente”, admitió errores anteriores “de los que me siento responsable”. Dijo: “Se actuó con poca decisión o de modo insuficiente o inadecuado”. Y añadió que en los años de la burbuja existía “una especie de euforia que llevaba a no ver, o no querer ver, los riesgos que se estaban acumulando”.
La otra polémica: ¿Cuándo se supo el agujero de las cajas?
“Con la información que tenía el supervisor, Bankia era viable cuando salió a Bolsa”, afirmó el exgobernador, Miguel Fernández Ordóñez a EL PAÍS. Esta cuestión lleva a una de las polémicas más discutidas en la crisis: ¿Cuándo se conoció el agujero de las cajas?
Luis de Guindos, ministro de Economía, asegura en su reciente libro “España amenazada” (Península), que el 3 de enero de 2012, el Banco de España le dijo que las cajas tenían un déficit de 50.000 millones. Es difícil pensar que un desfase así se hubiera creado en el segundo semestre de 2011, tras la salida a Bolsa de Bankia. De hecho, en 2011, el entorno de Guindos manejaba una lista con las necesidades de capital de cada caja.
Los correos entregados al juez reflejan otro problema: en Bancaja la Supervisión aplicaba criterios más laxos para la morosidad que en Caja Madrid. “El supervisor cargaba la morosidad que las entidades podían asumir”, acusa un experto.
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