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París busca capital para sus ‘start-ups’

La Bolsa de la metrópolis francesa y el Gobierno redoblan sus esfuerzos para atraer inversores a su ecosistema de pymes

El Gobierno francés quiere impulsar la participación de los fondos de inversión (en la imagen, el fondo BGC) en sus pymes.
El Gobierno francés quiere impulsar la participación de los fondos de inversión (en la imagen, el fondo BGC) en sus pymes.UIG / Andia (Getty)
Thiago Ferrer Morini

Si en el mundo de las inversiones hay un país que tiene que enfrentarse contra los tópicos, ese es Francia. El primer ministro Manuel Valls, como sus predecesores, está empeñado en borrar la reputación del Hexágono como un país en el que los pequeños emprendedores están ahogados por un mar de regulaciones. Pero no basta con impulsar un ecosistema de negocios adecuado: hay que regar las start-ups que han de devolver al país a la senda del crecimiento con el capital necesario.

El movimiento empezó a finales del año pasado, cuando la Asamblea Nacional aprobó una reforma de los llamados Planes de Ahorro en Acciones de Pymes (PEA-PME, en sus siglas en francés). La versión original, aprobada en 2013, permitía a los inversores que mantuviesen durante cinco años acciones de las empresas que cumpliesen los requisitos no pagar impuestos (aparte de las llamadas retenciones sociales) sobre las plusvalías ni sobre los dividendos. En la práctica, el resultado es un ahorro fiscal que puede llegar a más del 50%.

Sin embargo, el plan no ha prosperado como se esperaba. Solo se han creado algo más de la mitad de los fondos previstos, por lo que se han obtenido 410 millones de euros de los 1.000 millones que se calculaba recoger. Es por eso que el Parlamento ha ampliado los criterios para que las empresas puedan incluirse en la lista, y hasta el 31 de marzo de 2017 las plusvalías de sicav y fondos que se reinviertan en esta clase de planes estarán exentas de impuestos.

Sin embargo, no basta con atraer a los inversores; hay que convencer a las empresas. Euronext, que gestiona las Bolsas de París, Bruselas, Ámsterdam y Lisboa, promociona la presencia en los mercados de más de 720 pymes a través de su filial Enternext. “Nuestro trabajo es educar sobre el potencial de los mercados financieros”, explica Eric Forest, consejero delegado de Enternext. “Vemos un progreso en el ecosistema de start-ups en Francia, pero hace falta tiempo y paciencia para trabajar con esas compañías”. De hecho, hay sectores, como el biotecnológico, donde Francia ocupa un papel importante dentro del mapa europeo.

Plan insuficiente

Para Marc Bidou, cofundador de Bilendi, la empresa más veterana dentro del mercado alternativo de la Bolsa de París, el plan PEA-PME es correcto pero insuficiente. “La mayoría de mis accionistas no están aquí por las rebajas fiscales”, apunta. Es más, podría no ser bueno para las compañías, defiende James Ogilvy, gestor del Fondo Small Caps de Lazard. “Aunque no sé si es representativo de todo el sector, para muchas compañías con las que trabajamos, emitir acciones es dilutivo. Están buscando alternativas tanto a los bancos como al mercado de valores”.

Mientras eso llega, la desconfianza hacia los bancos tras la crisis ha mejorado la imagen del mercado bursátil como alternativa. “Tras la crisis bancaria de 1993-1994, muchas empresas no necesitaban cotizar para obtener capital”, recuerda Ogilvy. “Les pregunté el por qué salieron a Bolsa y me dijeron que era para no tener que volver a hablar con un banco en la vida. Vería normal que, tras esta crisis, las empresas hagan lo mismo”.

Para Ogilvy, el mercado para pymes francés está aún por desarrollar. “Me gustaría decir que ha mejorado”, afirma, “pero en una crisis de liquidez las empresas pequeñas siguen pasándolo mal”. Ogilvy gestiona un fondo de hasta 250 millones de euros. “Si fuera más grande tendría que tener posiciones en más de 500 empresas, y eso sería imposible de controlar”, apunta. Lo importante, apunta el directivo, es que Francia siga construyendo un ecosistema adecuado para que las pymes puedan salir al mercado. Bidou conoce el problema de primera mano. “Cuando nosotros salimos a Bolsa, en 2004, era muy arriesgado”, recuerda. “Ahora, hay muchos más inversores, los brokers saben a quién llamar para ofrecerles acciones”.

La información es un ejemplo de lo fundamental que es que haya muchas empresas para el desarrollo del sector. “Si Total o France Telecom hacen algo, enseguida hay un centenar de analistas revisando qué ha ocurrido y explicándoselo a decenas de periodistas interesados”, señala Bidou. “En mi sector, el del marketing, la única comunicación que suelen tener las empresas es con revistas especializadas. Lo bueno de estar cotizadas es que despertamos más interés”.

La española Antevenio, una multinacional dedicada al marketing digital, eligió cotizar en Francia por las facilidades ofrecidas por las autoridades. “Cuando decidimos salir a Bolsa, el MAB no es que no existiese, es que no se concebía. Nos miraban como si estuviésemos locos”, explica su consejero delegado Joshua Novick en la sede de la empresa en París. Para él, el mercado permite a las firmas ser más visibles, pero a la vez les obliga a una mayor transparencia. “El gobierno de la empresa cambia de forma radical”, señala. “Una vez al semestre, cuando publicamos resultados, tenemos una reunión en París con inversores que conocen mucho a otras compañías del sector, y te hacen preguntas muy razonables”.

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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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