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Las empresas abrazan los bonos

Las grandes corporaciones emiten deuda a intereses históricamente bajos

La ventana de liquidez que se ha abierto la semana pasada en el mercado de renta fija está haciendo que las filas de las empresas españolas y europeas que emiten deuda no paren de engrosarse. Los analistas enumeran varios motivos para explicar esos movimientos, pero concuerdan en que la inclusión de la deuda corporativa en el programa de compra de activos de Banco Central Europeo, al que se unen unos tipos de interés en mínimos históricos, es con diferencia el principal propulsor de esta nueva oleada de emisiones.

Corredores de bolsa trabajan en el parqué de Fráncfort (Alemania).
Corredores de bolsa trabajan en el parqué de Fráncfort (Alemania). EFE

El dinero fresco y barato fluye por las autopistas financieras de Europa, pero no circula sólo desde la banca: las empresas están fiando su financiación a los bonos aprovechando un momento de tipos de interés históricamente bajo.

Los compradores son fondos de inversión, aseguradoras, bancos o fondos de pensiones. Buscan rentabilidad, pero también seguridad: Deutsche Telekom colocó 500 millones a un moderadísimo 0,25%. No importa el sector ni el país: la cervecera Heineken, los supermercados Carrefour, la automovilística Peugeot; la aseguradora Allianz o la empresa de medios de comunicación Bertelsmann aprovecharon las circunstancias para captar cientos de millones de euros. Incluso el club de fútbol Benfica se ha subido al carro: el pasado 2 de mayo el equipo lisboeta cerró una emisión de 50 millones con una demanda que casi multiplica por tres la oferta. El interés, del 4,25% anual, es el más bajo de todas las emisiones lanzadas por el equipo portugués desde 2004. Solo en la primera semana de abril las emisiones alcanzaron los 5.600 millones.

En España las empresas siguen el ejemplo. El mes pasado media docena de firmas cotizadas se saltaron la financiación bancaria para colocar en el mercado deuda por valor de casi 6.000 millones de euros con un plazo de amortización de entre cinco y doce años. Telefónica abrió la veda con la mayor operación: 2.750 millones de deuda a unas condiciones muy favorables. Uno de los tramos, 1.400 millones, logró tipos por debajo de la barrera psicológica del 1%. “La operación ha sido muy bien acogida por los inversores institucionales, de forma que el libro de órdenes ha sido superior a 7.000 millones de euros, lo que permitió que la emisión se haya sobresuscrito en más de 2,5 veces”, asegura la operadora. Recibieron más de 600 peticiones de compra, y un 85% correspondió a inversores internacionales. También han saltado a la arena Iberdrola, Enagás, Dia y Abertis. Esta última ha protagonizado la última gran operación. Otras colocaciones de novatos, como la de Merlin Properties, sorprendieron por la enorme demanda, que multiplicó por cuatro la oferta.

Los expertos alertan del riesgo de burbuja si persiste la manguera de liquidez

Marian Fernández, responsable de Estrategia de Andbank, lo califica como “una explosión”, tras un arranque de año de sequía crediticia. “Lo que está ocurriendo tiene que ver con las medidas adoptadas por el Banco Central Europeo [que anunció el 10 de marzo que ampliará su agresivo programa de compra de activos a deuda corporativa a partir del segundo semestre]. El mercado ha empezado a cargar las carteras con activos de deuda corporativa”, analiza. “El mes de marzo fue una verdadera fiesta para los mercados primarios y el mes de abril ha sido muy sólido. Las compañías buscan con ello reducir el peso de la dependencia bancaria”.

Diego Mendoza, analista y gestor de Analistas Financieros Españoles (AFI), explica que la decisión del BCE "hace que emitir deuda ahora signifique financiarse con tipos bajos y plazos largos en vez que con tipos altos y plazos cortos”. Y todo eso ocurre, en el caso del sector privado español, en un entorno entre los más endeudados de la zona euro: los cálculos de la AFI cifran el saldo vivo de la deuda corporativa emitida en el último lustro por empresas con grado de inversión en 47.100 millones de euros, el 4,3% del PIB, montante que según datos de Bloomberg asciende hasta los 560.000 millones en la eurozona.

La emisión de deuda con rentabilidad tan baja, sin embargo, está afectando las estrategias de los grandes inversores. “La posibilidad de descontar la compra de deuda con grado de inversión en el BCE explica porque los inversores acepten comprar títulos con cupones tan bajos. Pero los inversores basan su estrategia en tener un mix de títulos para mantener un determinado nivel del tipo de interés en su cartera. La rentabilidad tan baja de los títulos con grado de inversión hacen que se planteen alocar más recursos en el mercado High Yield [el peldaño inferior],” destaca Álvaro Bergasa, director de Mercado de Capitales de Banca March.

Agresivo plan del BCE

El efecto arrastra a otras empresas que no cotizan

David Ardura, subdirector de gestión de Gesconsult, también coincide en que lo fundamental es el momento de tipos de interés bajos. “Para las compañías es interesante porque se aseguran financiación barata a largo plazo”. A partir de junio el BCE puede adquirir hasta 444.000 millones de euros en bonos de empresas que tengan una buena clasificación crediticia (investment grade). “Como sucedió el año pasado con el programa de compra (QE), el mercado se ha anticipado a lo que va a pasar a partir de junio.

El camino para las compañías medianas

Abertis ha cerrado la venta de bonos para inversores institucionales cualificados por un valor total de 1.150 millones de euros con vencimiento en 2026 y un cupón anual del 1,375%, por debajo del coste medio de la deuda de la compañía. Es uno de los últimos ejemplos del boom del mercado. Bajando uno o dos escalones de tamaño, las empresas no encuentran un gran campo para financiarse fuera del circuito bancario.

El Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF) que nació en 2013 como una iniciativa para canalizar recursos financieros a un gran número de firmas es similar a los que existen en algunos países europeos y al propio Mercado Alternativo Bursátil (MAB). En teoría, los requisitos de acceso son más flexibles y permiten una mayor agilidad en la tramitación de las emisiones. Este año se han producido cuatro operaciones: la que lanzó la aseguradora Caser en febrero por 168 millones; la de la empresa de columpios y parques infantiles Aunor por valor de 54 millones de euros, una tercera del grupo Solaria por un importe total de 45,3 millones y una última esta semana de Pikolín. Todas las emisiones realizadas en el MARF el año pasado suman otros 500 millones de euros.

Jorge Ceballos, responsable de distribución de renta fija de Beka Finance, describe la situación actual como atípica: “El mercado de renta fija está muy vinculado a los tipos de interés, que son un componente de todos los bonos. Con rentabilidades tan bajas como las actuales los inversores están dispuestos a asumir riesgos crediticios que antes no consideraban”. Ceballos destaca la creciente importancia del Mercado alternativo de renta fija (MARF), la plataforma de BME en la que obtienen financiación la pymes. “Desde su creación, en diciembre de 2013, ha habido una media de cinco o seis emisiones al año, desde los 20 hasta los 189 millones. Se trata de transacciones cuyos importes están lejos de las cifras que mueven en los mercados tradicionales, pero la ratio entre rentabilidad y riesgo es cada vez más interesante”, apunta.

El efecto dominó arrastra a otras empresas no cotizadas, que aprovechan para subirse a la ola. Gestamp, por ejemplo, ha lanzado una emisión de 400 millones para reducir los costes de su deuda con un vencimiento a 2023.

A Federico Silva, director de Renta Fija de Beka Finance, este tipo de operaciones le sorprende poco. “Es una de las tónicas del año que vemos a raíz de publicación de cuentas”. ¿Por qué no ha ocurrido antes? “En enero el entorno de Bolsas era bastante más incierto, el inversor estaba un poco más retraído. Lo que sí es sorprendente son los tipos extraordinariamente bajos que disfrutan”. Silva no piensa que sea un fenómeno que tenga que ver con la restricción del crédito por parte de los bancos. “Y menos en este tipo de empresas con buen rating. Son refinanciaciones de otros vencimientos de bonos que pueden o deben ser refinanciados por la misma vía, bien porque estén buscando diversificar fuentes de financiación, que es una tendencia imparable en los mercados, o bien porque buscan las ventajas que dan los plazos del bono”.

Algunas de estas operaciones se están firmando a 10 o 12 años, algo inusual en el mundo de los préstamos corporativos. Pese a todo los analistas ven riesgos para los inversores y para la economía en general. “Está el riesgo burbuja, de que esa demanda artificial que suponen las compras del BCE genere una bola de nieve. Cuando estás llegando al cero, cuando los tipos se acercan peligrosamente a ese nivel, cualquiera sabe que puede provocarse un desequilibrio”, cree el responsable de Beka Finance. Marian Fernández se expresa en el mismo sentido. “El BCE, con una mano compradora puede ocasionar una distorsión en el mercado que haga más complicada la operativa”.

Esa burbuja se traduce en el gran flujo de liquidez generado por los 80.000 millones de compra mensual del BCE. Según Manuel Romera, director del Sector Financiero de IE Business School, la operación puede aumentar la inflación. “Se trataría además de un incremento determinado por la oferta monetaria, desvinculado del crecimiento económico. Aunque la financiación barata mete las alas a las empresas, también es cierto que una prolongada ausencia de rentabilidad para los bancos puede acabar afectando al conjunto del sistema financiero”.

El referéndum en Reino Unido el próximo 23 de junio puede marcar un punto y final a la financiación barata y rápida, pero los analistas no creen que el mercado se vaya a adelantar a un escenario adverso. “A principios de año, cuando en febrero se anunció la fecha del referéndum, se vivió una congelación de las emisiones en libras. Pero el mercado ha aprendido que en el mundo de las encuestas las diferencias son tan grandes que no suelen adelantar el escenario”, concluye Fernández.

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