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Aguas agitadas en la náutica

La industria intenta levantar cabeza en un mercado diezmado por la crisis

María Fernández
Trabajos en un yate en el astillero Astondoa en Santa Pola (Alicante).
Trabajos en un yate en el astillero Astondoa en Santa Pola (Alicante).

En Estados Unidos la gran afición a la náutica hace que uno de cada veinte habitantes tenga barco, no importa si navega por la costa de California o en un tranquilo pantano de Luisiana. Las aguas del Reino Unido no son precisamente fáciles, pero uno de cada 120 habitantes también navega. En cambio en España, con 7.905 kilómetros de costa, la náutica deportiva continúa siendo un mercado modesto para su potencial, a veces caricaturizado como elitista, y ahora con tímidos crecimientos tras sufrir una dura crisis entre 2007 y 2014. Fue incluso peor que una crisis: las ventas descendieron un 63%; muchas medianas y pequeñas empresas, herederas de carpinterías de ribera, desaparecieron. Entre los grandes astilleros sólo quedan los exclusivos Astondoa (con sede en Santa Pola) y Rodman Polyships en Vigo, con dos divisiones de negocio, náutica profesional y de recreo.

El 2014 la tendencia cambió: las ventas repuntaron un 9,92% y el año pasado arañaron un alza del 8,48%, con 4.654 matriculaciones, todavía insuficientes frente a las 12.617 de 2007. Antes del crash, en la “época de Hollywood”, como recuerda Carlos Sanlorenzo, secretario de la patronal Anen, el 90% de la producción nacional se colocaba en el mercado doméstico. “Aquellos astilleros que no estaban internacionalizados se encontraron con que su cliente final pasó de 100 a cero en un año”, recuerda.

Cliente desaparecido

El comprador tipo, un aficionado que se hace con un barco a motor de menos de ocho metros de eslora, casi desaparece. No aguantaron ni la vela, ni las neumáticas... ni siquiera las motos de agua resistieron el envite. En 2007 se vendieron en los tres primeros meses del año 2.198 unidades y en 2016 han sido una tercera parte. Esa es la foto ahora mismo: un mercado diezmado y, al menos en lo que va de año, estancado. “Pero el sector no es como otros. Las instalaciones siguen ahí, la mano de obra también. Se necesitan inversiones y proyectos para poder revitalizarlo”, reflexiona Sanlorenzo. Según los datos de la patronal, el Valor Añadido Bruto que aporta a la economía supera por poco los 1.000 millones, y su efecto multiplicador por su elevado consumo de servicios arrastra a otros subsectores (motores, generadores, electrónica, servicios auxiliares). Astondoa, que este año cumple un siglo, llegó a fabricar 100 unidades en sus mejores ejercicios con una gama de las más amplias del mundo: desde los 35 pies (10 metros) a los 190 (57 metros).

“Somos más de 120 empleados, pero llegamos a ser 500. Pudimos superarlo porque no teníamos financiación externa, fuimos capaces de autofinanciarnos. Invertirmos en I+D, desarrollamos nuevos productos... Sobrevivimos en el mercado internacional porque le dimos un giro a la empresa, nos centramos en barcos a medida y grandes”, señala Andrés Orts, su director de comunicación. Su sello está estampado en las embarcaciones de fortunas españolas, —el empresario Florentino Pérez ha tenido varios barcos de la marca— , y en su página web no señalan el precio de sus exclusivos productos porque cada unidad es distinta según el gusto del comprador. Acaban de presentar en la feria de Miami el modelo 110 Century, un buque de 33 metros con cinco camarotes y amplios salones que, dicen, ha tenido una gran acogida.

Son los Porsche de la náutica, porque el mercado es muy distinto. “La realidad es que entre el 60% y el 70% de los compradores adquieren unidades de menos de ocho metros para salir a pescar. Algunos pueden costar unos 15.000 euros, lo mismo que un utilitario”, recuerda Fernando Giquel, director general de Touron Náutica, que se queja de que España sea el único país con un impuesto de matriculación (a partir de los ocho metros de eslora) del 12%, que se añade al 21% de IVA. Su empresa importa desde motores, embarcaciones de fibra, neumáticas y todo tipo de accesorios.

El mercado de los yates se recupera tímidamente.
El mercado de los yates se recupera tímidamente.

Por su parte, Rodman asegura que mantiene una posición estable gracias a sus divisiones de negocio. "Por un lado en náutica profesional, tenemos el pedido para Oman, de cinco patrulleras de 35 metros,  además de la construcción de los dos nuevos catamaranes", afirma un portavoz de la firma viguesa. "En náutica de recreo se nota un repunte de ventas. Seguimos trabajando y desarrollando nuevos modelos y nuevos mercados". A principios de año presentaron en París su modelo Rodman 890 Ventura, de nueve metros, y en la feria de Shanghai celebrada a principios de este mes de abril promocionaron el Spirit 42, diseñado por el equipo del diseñador Fulvio de Simoni.

Tenue recuperación

“Lo hemos pasado mal, afortunadamente es un sector muy de pymes, de empresas que hemos hecho deberes, reducido costes, aprendido hacer cosas de otra manera”, dice Fernando Giquel. En su caso, la plantilla de 60 trabajadores se quedó en la mitad durante los años de plomo. Ahora con 40 personas se están recuperando. “En 2004 llegamos a facturar 50 millones y el peor año, en 2013, fueron 10 millones”. El año pasado cerraron con unas ventas de 18 millones. “Las empresas productoras han pasado ocho o nueve años en las trincheras mientras otras de otros países han recibido importantes ayudas”, lamenta.

Las perspectivas del sector son moderadamente optimistas. “La cultura del mar es clave para la evolución, otros países de nuestro entorno la tienen, por eso hemos lanzado una campaña [bajo el nombre de Embárcate], para transmitir que disfrutar del mar no es elitista”, aseguran en Anen. Los alquileres, el mercado de segunda mano y las nuevas formas de consumo apoyan esa idea. “La afición es mayor de lo que parece. La oferta de amarres, con unos 110.000 en todo el país, se ha estabilizado. El año pasado se concedieron unas 30.000 nuevas titulaciones, y las empresas se han transformado. Hoy en día no hay empresa que solo venda un producto... la oferta de servicios inmensa, desde abanderamiento, mantenimiento, reparación, seguros. El sector ha ido llenando este tipo de vacíos y hay un montón de personas con nuevas ideas dedicadas al sector”.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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