Irán manía
El levantamiento de las sanciones tendrá un efecto notable en la economía y en la política del país persa, pero aún hay muchos retos
No por menos anunciado, el implementation day del plan general de acción conjunta (JCPA) o acuerdo nuclear con Irán está teniendo menos efectos. Ello a pesar de que la noticia ha coincidido con unos precios del petróleo que darán un menor respiro a la delicada situación de la economía iraní. Aun así, el acuerdo tendrá efectos económicos locales, globales y geopolíticos.
Los efectos sobre la economía iraní serán notorios a pesar de los bajos precios del crudo. Tras un año fiscal 2015-2016 decepcionante, en el que la economía se habría estancado, las expectativas apuntan a que la economía crecerá el próximo año fiscal cerca de un 5%. El levantamiento de las sanciones no sólo aumentará la producción petrolera, sino que afectará a las exportaciones no energéticas y generará un aumento de demanda restringida de consumo e inversión en el año. Las entradas de capitales serán significativas y la lista de espera para realizar operaciones en Irán es cada vez más abultada.
Los retos para las autoridades irán en aumento a medida que la economía comienza a acelerarse, al igual que las presiones inflacionistas, a pesar de la potencial apreciación del tipo de cambio. En definitiva, habrá que adaptar la política económica a las nuevas circunstancias de una manera más anticíclica, vigilando sobre todo la inflación y la consolidación fiscal. A medio plazo, habrá que seguir apuntalando las reformas estructurales, para aprovechar esta ola de optimismo e intentar corregir la desaceleración de la productividad y el elevado desempleo.
El resto de los países de la región también se pueden beneficiar. En particular los vecinos importadores de petróleo, como Turquía, que se verán favorecidos doblemente. Por un lado, la restitución de las exportaciones de crudo aliviará la presión sobre el déficit energético. Por otro, la clase media iraní aumentará la demanda de bienes de importación.
De hecho, los efectos sobre el mercado mundial de petróleo ya se han dejado notar, a pesar de la incertidumbre sobre la producción adicional. El rango estimado por los analistas está entre medio millón y un millón de barriles diarios de producción adicional, a los que habrá que añadir la venta de las existencias almacenadas en buques. En definitiva, suficiente para estar contribuyendo al actual clima de pesimismo sobre los precios del oro negro.
En lo que respecta al impacto geoestratégico, hay posturas contrapuestas. Los partidarios del acuerdo señalan que el éxito de las negociaciones ha residido en su carácter nuclear, pero abre nuevas posibilidades de colaboración. Con la apertura, los cambios demográficos vendrán acompañados de cambios sociales en Irán, creando las condiciones para aumentar la confianza y extender los acuerdos a otros temas relacionados con la nueva arquitectura de seguridad regional. Para los detractores, los ingresos extra serán utilizados para aumentar la influencia iraní en la región, que ya venía incrementándose a pesar del boicoteo.
El acuerdo contiene cláusulas de reversibilidad en caso de incumplimiento. Mientras tanto, el pacto supone una reducción a la escalada nuclear en la zona, mientras se abren nuevas vías de discusión sobre temas de seguridad regional, lo cual no es una cuestión menor en un entorno geopolítico más que complejo en Oriente Próximo.
Álvaro Ortiz Vidal-Abarca es economista jefe de la unidad de análisis transversal de economías emergentes de BBVA Research.
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