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La internacionalización de Telefónica: reflexiones sobre un proceso

Para salir al exterior con éxito hay que tener una estrategia, un equipo gestor, una cultura que motive y respeto por el contexto local

Eduardo Estrada

Recientemente, un grupo de antiguos compañeros de trabajo y amigos, que en los años noventa participamos en el impulso de la internacionalización de Telefónica, nos reunimos para celebrar el aniversario de los 25 años. Durante el periodo (1989-1996), los reunidos conformábamos el equipo directivo de Telefónica Internacional (TISA). En esta ocasión, los siete (Guillermo Fernández Vidal, Director General de Telefónica en esa época, Luis López-van Dam, Jesús Mallol, Antonio Palacios, Fernando Panizo, Francisco Ros, Directores de TISA, e Ignacio Santillana, Director Financiero de Telefónica y CEO de TISA) recordamos los momentos vividos y abundamos sobre el modelo singular de su internacionalización, un modelo que sirvió de motor y referencia para que otras empresas de nuestro país apostasen por abrirse al exterior.

Durante el periodo señalado, el sector de las telecomunicaciones se caracterizaba por el inicio de la diversificación, liberalización, desregulación, globalización y por la formación de consorcios para ofrecer servicios globales (Unisource, Global One, World Partners, Concert). Además comenzaban las privatizaciones y avanzaban con rapidez las transformaciones tecnológicas.

En España, arrancaba la liberalización pero el sector seguía controlado por Telefónica, empresa de mayoría privada, aunque tutelada por el Estado. El ambiente político-económico de aquella época facilitó, la creación de un clima de apuesta por lo internacional-global. Además el contexto regulador dejó de considerarse una amenaza para presentar una oportunidad estratégica transformacional. El entorno gubernamental español impulsaba la expansión exterior de nuestras empresas, especialmente hacia Latinoamérica.

En este marco se desarrolló una estrategia para hacer de Telefónica algo más que una gran empresa de telecomunicaciones en España. El proceso se llevó a cabo de forma organizada, sistemática y acorde a las viabilidades financieras, tecnológicas y de gestión. Ninguna empresa de telecomunicaciones de ningún país hizo, en aquellos momentos, una apuesta tan contundente y organizada de internacionalización como la que puso en marcha Telefónica.

Para este proyecto fueron claves tanto el potencial de Telefónica y su balance como la existencia de un núcleo de relaciones y actividades de desarrollo internacional iniciado por el presidente Luis Solana (1982-1989) y continuado por Cándido Velázquez-Gaztelu (1989-1996). La casa matriz aportaba al mismo los recursos humanos, tecnológicos, financieros y know how y su capacidad de gestión.

Los encargados de seleccionar y acometer las inversiones internacionales eran un equipo (TISA), conocedor de los mercados y de las tecnologías, con visión inversora y con soporte regulatorio y legal. Las operaciones debían añadir valor y superar los test de rigor financiero, fiscal, legal y regulatorio. Para mitigar la asunción del riesgo, los proyectos se abordaban con socios locales, a través de participaciones minoritarias de TISA con control de la gestión y del gobierno de las empresas, lo cual se compensaba económicamente con derechos de gestión, sinergias y economías para el grupo. El apoyo en los socios locales (a modo de ejemplo: Clarín, Wiese, Graña, Grupo Sarmiento, Electricidad de Caracas, Banco Mercantil, Techint, Citibank Argentina) fue clave, así como una estrategia de inversión centrada en un horizonte a largo plazo que buscaba, también, que el todo fuera mayor que la suma de las partes.

La actividad se centró en Latinoamérica, porque, además de la afinidad cultural y política, el área brindaba ventajas competitivas. Telefónica ofrecía capacidad de gestión y experiencia en inversiones aceleradas recientes y con un modelo integral y convergente para los distintos servicios (fijo, móvil, datos, televisión por cable, páginas amarillas).

El progresivo éxito de lo internacional, y su indiscutible reconocimiento por los mercados, promovieron un cambio cultural en Telefónica. Se pasó de una cultura de empresa doméstica a una cultura de grupo internacional. Este proceso se desarrolló añadiendo mercados (CTC y Entel en Chile, Telefónica de Argentina, CANTV de Venezuela, TLD de Puerto Rico, Cocelco de Colombia, Telefónica de Perú, Telefónica de Rumanía, Radio-Búsqueda de Portugal y Publiguías de Chile) e iniciando un modelo convergente con la televisión por cable, que incluía acuerdos con grupos de comunicación como Clarín, El Mercurio y El Comercio.

Este proceso de expansión no estuvo exento de dificultades, como las derivadas del proceso de privatización de CANTV en Venezuela, donde Telefónica no pudo precalificar, o la participación en la privatización de TELMEX en Méjico, que se adjudicó al consorcio liderado por Carlos Slim. El éxito de TISA fue reconocido internacionalmente por sus muchos logros. A finales de 1995, hace ahora 20 años, Telefónica tenía presencia operativa en más de diez países, con unas plusvalías latentes de 1.843 millones de euros y un beneficio de 178 millones de euros. En 1996 la capitalización del grupo internacional hubiera dado a TISA una posición entre las diez primeras empresas del IBEX 35.

Este proceso de transformación internacional de Telefónica nos permite concluir con algunas reflexiones que, en nuestra consideración, podrían seguir siendo relevantes. La primera es que la internacionalización de una empresa es una decisión de inversión de carácter transformacional, que precisa una estrategia y requiere un equipo gestor en torno a un proyecto y una cultura que motiven. Para su éxito, es fundamental sentir respeto por el contexto local y armonizar los resultados económicos con el impacto social. La segunda reflexión gira sobre la importancia de comunicar bien lo que se hace a todos aquellos que juegan un papel en el proceso: empleados, mercados, gobiernos, clientes y comunidad empresarial. Igualmente nos pareció que el éxito inicial de la internacionalización de Telefónica se derivó de la existencia de un proyecto basado en una estrategia empresarial y en la formación de un equipo motivado más allá de lo económico.

Nuestra última reflexión en el encuentro se centró en torno a la pregunta: ¿Qué Telefónica tendríamos hoy si no se hubiese empezado a hacer lo que se hizo en aquellos años? A este respecto se destacó que los éxitos de Cándido Velázquez-Gaztelu (1989-1996) se apoyaron en las bases ya iniciadas por Luis Solana y sirvieron de impulso multiplicador a los nuevos enfoques de Juan Villalonga (1996-2000) y de César Alierta (desde el año 2000). La continuidad en el impulso internacional ha sido, sin duda, clave para la consolidación del éxito de la estrategia. Todos los equipos han contribuido a hacer de Telefónica lo que es hoy en día: uno de los principales actores del mercado mundial de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

Firman esta tribuna los exdirectivos de Telefónica: Guillermo Fernández Vidal, Luis López-van Dam, Jesús Mallol, Antonio Palacios, Fernando Panizo, Francisco Ros e Ignacio Santillana.

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