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Wanda se distancia del ladrillo

El grupo chino reorienta negocio hacia los servicios para escapar de la caída del sector inmobiliario

Entrada a los cines del centro comercial Wanda Plaza en Tongzhou (China)
Entrada a los cines del centro comercial Wanda Plaza en Tongzhou (China)TOMOHIRO OHSUMI (BLOOMBERG)

Wanda se ha convertido en uno de los mayores conglomerados de China gracias al sector inmobiliario, pero teme que su dependencia de este mercado le acabe pasando factura. La desaceleración de la economía china y el convencimiento de que el negocio del ladrillo no dará los mismos frutos que antes están muy presentes en la cabeza del fundador del grupo, Wang Jianlin, que está al frente de la transformación de la compañía hacia el sector servicios. Cultura, comercio electrónico o turismo son las nuevas áreas en expansión.

“En cinco años tenemos la intención de convertirnos en la compañía de viajes más grande del mundo”, aseguró Wang durante el estreno a finales de septiembre de un complejo vacacional y de viviendas en Xishuangbanna, región situada en el suroeste de China y fronteriza con Laos y Birmania. La empresa ha creado una ciudad de 5,3 kilómetros cuadrados con viviendas, hoteles de lujo, un teatro, un centro comercial, salas de cine, un hospital, varias escuelas y hasta un parque de atracciones. Wang inauguró el proyecto aún entre grúas y con muchas calles vacías tras invertir en él 16.000 millones de yuanes (unos 2.220 millones de euros). La compañía espera que atraiga a cinco millones de visitantes anuales.

El consorcio mira a la cultura, deportes, turismo, y comercio electrónico

Proyectos como este son relativamente nuevos para Wanda. Tradicionalmente la compañía ha basado su crecimiento en el éxito de sus más de 100 plazas, centros urbanos en torno a amplias superficies comerciales que en su alrededor se han construido numerosos edificios, bien viviendas residenciales u hoteles. Gracias al músculo financiero ganado durante los años de bonanza, la compañía invierte ahora en estos nuevos sectores a través de adquisiciones de otras empresas, tanto dentro como fuera de China, o mediante la creación de sus propios proyectos como esta recién inaugurada Ciudad Wanda. “Los días de oro de los promotores inmobiliarios, acostumbrados a obtener grandes ganancias fácilmente, han terminado”, ha asegurado el mismo Wang en algunos de sus discursos.

Durante los últimos años la empresa ha invertido de forma muy activa fuera de sus fronteras para evitar que el bache del ladrillo en China lastre su desarrollo. En Madrid, es dueña del Edificio España y también del 20% del Atlético de Madrid. En 2012 desembolsó 2.600 millones de dólares para comprar AMC, la segunda cadena de cines en Estados Unidos. Tiene también inversiones en Reino Unido y Australia. Se calcula que, en total, la compañía se habría dejado casi 9.000 millones de euros en compras en el extranjero.

Alianzas internas

Dentro del país su empeño en lanzar nuevos proyectos es aún mayor. El año pasado decidió unir fuerzas con las chinas Tencent y Baidu (gigantes de las redes sociales y las búsquedas en Internet, respectivamente) para entrar en el negocio del comercio electrónico y hacer frente a Alibaba, líder del sector. También está previsto que se inauguren más megacomplejos turísticos o culturales similares a esta Ciudad Wanda en los próximos años. Uno de los mayores proyectos está en Qingdao, una de las urbes costeras más famosas del país, donde se abrirá a mediados de 2017 un espacio de 3,8 millones de metros cuadrados destinado a la industria del cine y la televisión. Contará con el estudio más grande del mundo, museos, cines, teatros y hoteles de lujo.

“La inversión de Wanda se ha concentrado tradicionalmente en las ciudades de segundo, tercer y cuarto nivel en China, que son las más afectadas por el bajón de la construcción. El capital fluye hacia sectores más beneficiosos y Wanda, que busca evitar los riesgos de depender solamente de este sector, no es una excepción”, explica Wang Wei, profesor de Gestión Pública de la Universidad de Comercio de Tianjin. La compañía espera haber terminado esta metamorfosis en 2020, cuando el ladrillo debería suponer solamente el 35% de los ingresos (en 2014 aportó un 66%) y el negocio en el extranjero alcanzaría el 20% del total (ahora no llega al 10%).

Los ingresos anuales del grupo llegaron a los 38.800 millones de dólares en 2014

La estrategia de Wanda va en paralelo a la evolución de la economía china y sus planes de reestructuración hacia un modelo más sostenible a largo plazo. Pekín quiere reducir su dependencia de la industria pesada, la manufactura y la construcción para dar un mayor protagonismo al sector servicios y lograr que sus ciudadanos consuman más. Por primera vez en la historia, el sector terciario aportó más de la mitad del total del PIB durante los nueve primeros meses del año (un 51,4%) en detrimento de la industria, que bajó hasta el 40,6%. Esta transformación ha mermado las tasas de crecimiento del gigante asiático, que ha pasado de crecer a tasas anuales de doble dígito a hacerlo un 6,9% entre julio y septiembre. En 2014, los ingresos del grupo alcanzaron los 38.800 millones de dólares.

Wang pasó del Ejército a estudiar Administración de Empresas cuando vio las posibilidades del negocio inmobiliario en un país que encaraba su primer proceso de reforma y apertura. En 1988, con 34 años, empezó su carrera en los negocios con el rescate de una constructora en apuros que más tarde se convirtió en Wanda. Desde entonces su fortuna no ha parado de crecer —las últimas estimaciones la sitúan en los 17.000 millones de dólares— y actualmente se disputa con Jack Ma, consejero delegado de Alibaba, el título del hombre más rico del país. Su instinto le vuelve a advertir ahora que, a raíz de los cambios que está sufriendo la economía china, la empresa que lidera necesita de nuevos motores.

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