La Reserva Federal mantiene la incertidumbre
Yellen parece asumir con mayor tranquilidad el riesgo de sobrecalentamiento de su economía que el de generar un movimiento global
Tras conocerse la decisión de mantener los tipos en mínimos históricos, la Reserva Federal publicó esta semana el informe conocido como Libro Beige, en el que los doce distritos en que se divide el sistema de la Reserva Federal describen la situación de la economía local por sectores de actividad.De los 12, seis calificaron el crecimiento económico como modesto, tres como moderado, dos declararon que la actividad se estaba acelerando, y tan solo uno, Kansas, con gran peso agrícola y afectado por las sequías, advirtió un decrecimiento.
Por sectores, el consumo y los servicios siguieron siendo identificados como los más dinámicos. Por el contrario, las manufacturas se mostraron vulnerables al impacto del fortalecimiento del dólar y también acusaron debilidad el sector primario, por el temor al efecto que las adversas condiciones meteorológicas puedan tener en las cosechas, y el energético, debido al bajo precio del petróleo. El sector inmobiliario confirmó su estado de optimismo y el financiero continuó expandiendo el crédito y mostrando todavía una tendencia a la relajación de las condiciones para la concesión de préstamos.
En el mercado laboral se advierten signos de fortaleza en general, de acuerdo con el informe de la Reserva Federal, y en algunos distritos las empresas llegan a manifestar sus dificultades para encontrar trabajadores de alta cualificación. Eso sí, los salarios todavía crecen de forma contenida en términos generales. Tampoco se perciben signos inminentes de inflación en la economía real.
Estos son los fríos datos, pero lo interesante, como siempre, es el debate. ¿Justifica lo anterior el inicio del ciclo de subida de tipos? A priori sí porque, en general, los sectores que aportan el mayor porcentaje al crecimiento se muestran dinámicos, hay expansión del crédito y prácticamente pleno empleo, por lo que el banco central estadounidense debería comenzar a anticipar un escenario de inflación y de sobrevaloración en algunos activos y, por lo tanto, empezar a corregir esos riesgos de raíz con una política monetaria más restrictiva.
Sin embargo, mantiene los tipos prácticamente en cero y vuelve a aplazar una decisión cantada. ¿Por qué? Porque muchos factores siguen importando deflación a Estados Unidos, principalmente el menor ritmo de actividad en las economías emergentes y los bajos precios de las importaciones, sobre todo de la energía. Además, resulta difícil cuantificar el impacto que tendría la materialización de los riesgos asociados a una subida de tipos de interés en Estados Unidos a nivel global. Es decir, el contagio a los tipos de interés del resto del mundo —una vez más, especialmente en los emergentes, que mantienen enormes cantidades de deuda denominada en dólares— y también los movimientos bruscos en el mercado de divisas.
Por ahora, la institución que preside Janet Yellen parece asumir con mayor tranquilidad el riesgo de sobrecalentamiento de su economía que el de generar un movimiento global. Quizás sea más fácil arreglar lo de casa si se tuerce, que enfrentarse al tsunami que podría acercarse por el Pacífico. ¿Acertarán? Crucemos los dedos.
Alejandro Vidal es director de Estrategia de Mercados de Banca March
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