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Grietas en el histórico grupo Dupont

La crisis de mando en el consorcio químico amenaza con partir en dos la empresa

Vista de las instalaciones de Dupont Chestnut Run Plaza, cerca de Wilmington (EE UU).
Vista de las instalaciones de Dupont Chestnut Run Plaza, cerca de Wilmington (EE UU). Tim Shaffer (REUTERS)

Ellen Kullman se jubiló el viernes pasado. Esa es la versión oficial de su sorpresiva renuncia. Pero lo que también es cierto es que la consejera delegada de DuPont estaba sufriendo un asalto en toda regla por parte del activista Nelson Peltz, que busca un cambio de dirección estratégica en el conglomerado químico. El rendimiento de la compañía y el castigo que sufría en Wall Street hizo inevitable este desenlace, aunque la verdadera batalla que libra es por la innovación.

DuPont acumula más de dos siglos de historia, durante los que ha tenido que adaptar su modelo de negocio para afrontar los retos que acompañan a los cambios que experimenta la industria y poder desarrollar en sus laboratorios nuevos productos para cubrir nuevos mercados. La compañía cuenta para ello con más de un centenar de pequeños centros de investigación dispersos por todo el mundo.

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Se podría decir que son ‘garajes’ como los que se utilizan para representar la innovación en Silicon Valley, dedicados a evitar que el coloso quede atrapado en su propia historia. DuPont está más presente en la vida cotidiana de lo que se piensa. Comercializa desde semillas resistentes a las sequías e insecticidas, pasando por biocombustibles o ingredientes para la nutrición, hasta materiales sintéticos como el kevlar o el náilon. Es el segundo productor mundial de semillas genéticamente modificadas tras Monsanto.

Kullman, de 59 años, tomó las riendas de la compañía hace seis años, con las crisis financiera causando estragos en la economía global. Llevaba ya tres lustros dedicados al grupo. La ejecutiva llegó a ser la quinta mujer más poderosa en el mundo de los negocios, según la revista Fortune, de entre 27 ejecutivas. El pasado mayo parecía que había logrado aplacar el acoso de Peltz en su batalla para separar el negocio de las agricultura de DuPont del resto. El activista también se echó al cuello de Indra Nooyi (PepsiCo) e Irene Rosenfeld (Kraft).

A los dos meses DuPont anunció la escisión de la filial Chemours, que tiene la patente del teflón que cubre las sartenes. La ejecutiva mantuvo que esa decisión era una idea que tenía en mente desde hacía tiempo y que en cualquier caso, en su posición de liderazgo, trataba de entender los puntos de vista de todos los inversores. Antes ya se desprendió del negocio de pinturas para coches y de otras líneas de productos donde la innovación puede aportar poco a su crecimiento. En paralelo, fue consolidando algunas de sus operaciones. Tras esta primera victoria contra Kullman, Peltz reforzó su posición en el capital de la sociedad con la compra de nuevas acciones. El día de la operación, la compañía registró en un solo día la mayor apreciación bursátil en sus 213 años de historia.

Cronología

1802. Eleuthère Irénée du Pont de Nemours abre la primera fábrica de pólvora de calidad en EE UU en Wilmington (Delaware).

1884. DuPont entra en el negocio de la dinamita. En 1920, la empresa es la mayor productora mundial.

1935. Empieza a vender el náilon, la primera fibra sintética comercializada a gran escala. Más tarde patentará otras marcas de tejidos sintéticos como Lycra o Kevlar.

1945. La empresa patenta el lubricante Teflon.

2013. DuPont separa su división de química especializada (incluida marcas como Teflon) en Chemours, que sale a Bolsa en julio de 2015.

La salida de Kullman hace más probable que DuPont se aboque a la partición planteada por Peltz. Es el camino elegido por otros grupos como el productor de aluminio Alcoa, Hewlett-Packard, Kraft Foods y, más recientemente, eBay con el sistema de pagos PayPal. La partición de DuPont pasaría por crear un grupo con los pesticidas, las semillas, la nutrición y los biocombustibles, y otro con los compuestos y materiales químicos. Wall Street entiende que es la mejor manera para poder explotar el pleno potencial del grupo.

No obstante, la tarea de dividir el grupo no es tan fácil. Para empezar, la compañía debe encontrar a un sucesor de Kullman. Edward Breen, el encargado de desmantelar Tyco International, asumió el cargo de consejero delegado con carácter interino. También existe el temor de que la separación del negocio químico tenga un efecto negcativo en el mercado. Desde que Chemours se separó en julio, perdió un 60% de su valor en Bolsa. Tampoco está claro qué puede pasar con la división agrícola, a la vista de la debilidad del mercado por la caídas precios de las materias primas.

El negocio agrícola representa una tercera parte de los ingresos de DuPont. El conglomerado cerró el ejercicio 2014 con una facturación de 36.046 millones de dólares, ligeramente inferior a la del año precedente. Pero el beneficio cayó un 25% en el mismo periodo, a 3.625 millones.

DuPont, que presentará resultados trimestrales el 27 de octubre, acompañó el anuncio de la salida de Kullman con una revisión a la baja de su proyección beneficio. La multinacional de Wilmington (Delaware) sufre por la caída de los precios agricolas pero también por la apreciación de dólar. Ambos factores, son un serio obstáculo a la hora de disponer recursos para financiar los proyectos de innovación que la empresa necesita.

La industria química necesita realizar una importante inversión de capital para poder desarrollar nuevos productos. El ciclo de vida es también mucho más largo, a diferencia de las compañías del sector tecnológico, lo que no se ajusta a la mentalidad a corto plazo de los inversores. Como señalan desde First Eagle Investment, es como si Wall Street ya no tolerara ese espíritu de innovación a largo plazo que buscaba hace décadas en las inversiones.

DuPont destina cerca de 2.200 millones a investigación y desarrollo. La compañía cuenta con cerca de 10.000 ingenieros y científicos por todo el mundo. Uno de los argumentos que utilizó Kullmar para defender su estrategia es que los productos introducidos en el mercado durante los últimos cinco años aportaron a DuPont ingresos por valor de 9.000 millones el pasado ejercicio. Es el caso del insecticida Rynaxypyr, que genera ventas superiores a los 1.000 millones.

La renuncia repentina de Kullmar sugiere también que DuPont tiene un problema en el seno del Consejo de Administración a la hora de adoptar decisiones estratégicas que puede llegar a tener efectos destructivos para el grupo como se vio en casos como el de Hewlett-Packard, Motorola o General Motors.

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