La reforma energética en México muestra su potencial
La apertura del sector energético en México resultará en una mayor inversión hacia el país
Hace unos días, consecuencia de la reforma energética, el gobierno mexicano licitó un segundo bloque de campos petroleros. Los resultados permiten tener una lectura más completa del proceso después de que los del primer bloque no fueran nada halagüeños, tras asignarse únicamente dos de los catorce campos en juego.
En esta ocasión tres de los cinco bloques de campos subastados fueron colocados, lo cual es un resultado positivo, sobre todo si consideramos el actual entorno de bajos precios del petróleo. Buena señal fue también la participación de jugadores de alta relevancia en el sector energético global.
Los mejores resultados observados en este segundo bloque obedecen a tres factores: i) en el primer bloque subastado tanto el gobierno como los postores estaban aprendiendo las reglas del juego; ii) en esta ocasión, y a diferencia de la primera licitación, los campos a concursar eran campos con reservas probadas, es decir, sin riesgo de exploración; y iii) las mejoras realizadas al proceso por parte del gobierno.
La apertura del sector energético en México resultará en una mayor inversión hacia el país
Estas optimizaciones dieron como resultaron un proceso más flexible. Entre ellas, destacar: la publicación antes de la subasta de los valores de participación mínima del Estado; la posibilidad de que un jugador pudiese pujar por un campo en consorcio con otros y de manera individual para más campos; además de una mayor flexibilidad en las condiciones contractuales para los ganadores.
Los tres campos asignados resultarán en participaciones para el gobierno que oscilan entre 70% y 84%. Este segundo bloque –y hay que considerar que hay decenas en puertas– se traducirá en una inversión de alrededor de tres mil millones de dólares. Considerando que los campos que más inversión debiesen crear son los de aguas profundas en el Golfo de México –y que se licitarán hasta el año próximo– dan idea de cómo la reforma energética puede convertirse en un poderoso mecanismo para atraer inversión privada al sector energético. Eventualmente, la reforma podrá significar unos quince mil millones de dólares adicionales en inversiones, monto significativo si se toma en cuenta que en la actualidad México recibe en promedio veinte mil millones por año en inversión extranjera directa.
La asignación de estos campos a inversores privados constituirá un primer paso para comenzar a revertir la caída en la producción de petróleo, que se viene observando en México desde hace diez años. Tiempo en el que ha disminuido en alrededor de un millón doscientos mil barriles diarios. Este recorte se explica por varios factores, pero fundamentalmente se debe al hecho de que antes de la reforma existía un monopolio de estado a través de Pemex. Esta empresa enfrentó durante décadas altas cargas fiscales – el crudo hasta hace muy poco representaba una tercera parte de los ingresos fiscales- y una estructura sindical sumamente compleja. Factores que minaban su competitividad y, sobre todo, la posibilidad de invertir más recursos en exploración para revertir la disminución en la producción.
La apertura del sector energético en México resultará en una mayor inversión hacia el país, y además en menores costos energéticos para las empresas, lo cual les permitirá ser más productivas. Precisamente una mayor productividad es lo que se requiere para que el país pueda crecer con mayor dinamismo y romper así el ciclo de bajas tasas de crecimiento que se vive desde hace tres décadas.
Carlos Serrano es economista jefe de la Unidad de México de BBVA Research.
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