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Cientos de empleados toman la sede de Air France por el plan de ajuste

La compañía se plantea suprimir hasta 2.900 empleos con la reestructuración

La tensión se disparó este lunes en el enfrentamiento que mantienen los asalariados de Air France con la aerolínea. Cientos de ellos irrumpieron por la mañana en la sede de la empresa en plena reunión extraordinaria del comité central de empresa en el que la dirección confirmó su proyecto de supresión de 2.900 puestos de trabajo. La intrusión desembocó en incidentes que dejaron siete heridos, uno de ellos grave, según la aerolínea. Entre ellos, dos directivos tuvieron que huir de la sala con las camisas arrancadas, escoltados por los servicios de seguridad. El comité, que debía reanudarse por la tarde, tuvo que ser anulado.

Coincidiendo con la reunión, cuatro sindicatos habían convocado una huelga de dos horas y una concentración ante la sede de la empresa en Roissy, en las afueras de París. La situación se tensó cuando, una hora tras el inició del comité, varios centenares de manifestantes forzaron la entrada en la sede al grito de “Estamos en nuestra casa”.

Al poco tiempo, las imágenes mostraban al director de recursos humanos de Air France, Xavier Broseta, huyendo del lugar escoltado por varios efectivos de seguridad, despojado de su camisa, con la corbata todavía puesta y agarrado a su tableta. Momentos después salía precipitadamente Pierre Plissionnier, director de la compañía en Orly, con la camisa y la chaqueta rasgadas por varias partes. Ambos tuvieron que escalar las vallas de seguridad para salir de la sede. Frederic Gagey, consejero delegado de la filial Air France, había abandonado la sala antes de la irrupción de los manifestantes, según indicaron los sindicatos. En total, siete personas resultaron heridas, una de ellas un vigilante que entró en coma pero que está ya a salvo.

La compañía avanzó que presentará una demanda por “violencia agravada”. En un comunicado responsabilizó de lo hechos a “unos individuos aislados particularmente violentos” y señaló que los acontecimientos “no alteran la voluntad” de la empresa de seguir negociando con los sindicatos las modalidades del plan de ajuste. Desde Tokio, donde se encuentra en visita oficial, el primer ministro, Manuel Valls, se mostró “escandalizado” por los acontecimientos. El Secretario de Estado de Transporte, Alain Vidalies, tildó por su parte de “inaceptables” las agresiones. La dirección de los principales sindicatos igualmente condenaron la violencia.

Durante la reunión, la compañía, filial desde 2004 del grupo Air France-KLM, confirmó su intención de suprimir 2.900 puestos de trabajo antes de 2017. Afectará a 1.700 puestos entre el personal de tierra, 900 entre el personal navegante comercial y 300 entre los pilotos. La aerolínea privilegiará las salidas voluntarias, pero no descarta despidos forzados en los sectores sin margen para la negociación.

Pierre Plissonnier, con el traje y la camisa rasgados, trata de saltar una valla con ayuda de los agentes de seguridad después de que cientos de trabajadores tomasen la sede de Air France por el plan de ajuste.
Pierre Plissonnier, con el traje y la camisa rasgados, trata de saltar una valla con ayuda de los agentes de seguridad después de que cientos de trabajadores tomasen la sede de Air France por el plan de ajuste.KENZO TRIBOUILLARD (AFP)

La supresión obedece a la reducción en un 10% su actividad de largo recorrido de aquí a 2017, periodo en el que reducirá su flota de largo recorrido en 14 aparatos, de 107 aviones a 93. El ajuste de la flota se realizará principalmente con la salida acelerada de Airbus A340, que no serán reemplazados por los Boeing 787 inicialmente previstos. En los años 2016 y 2017, la compañía calcula que la reducción de inversiones podría alcanzar hasta 200 millones de euros.

El viernes, la dirección ya había esbozado en consejo de administración las grandes líneas del proyecto que debe reemplazar el plan destinado a mejorar la productividad, pero que fracasó al romperse la semana pasada las negociaciones con los pilotos. La compañía les pedía volar un centenar de horas más anuales por el mismo sueldo y renunciar a algunos días de descanso, algo que rechazaron por unanimidad los sindicatos.

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