El buen orador triunfa
La glosofobia o el temor a hablar en público es una de las grandes asignaturas pendientes de la alta dirección y mandos intermedios de la empresa española
La habilidad de comunicar en público es una asignatura en la que suspenden la gran mayoría de mandos intermedios y alta dirección de la empresa española, según las conclusiones de la última jornada celebrada por la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD). “Hablar en público y transmitir un discurso ameno y motivador al equipo es el talón de Aquiles de las capas directivas en España”, afirma la experta en comunicación Paloma García-Navas, socia de la consultora CARE. Para ella, ejecutivos como Antonio Catalán, presidente de AC Hoteles, Jesús Vega, exdirectivo de Inditex o Joan Antoni Melé, miembro del consejo asesor de Triodos Bank; son espejos en los que deberían mirarse muchos ejecutivos para potenciar esta habilidad.
En el siglo de la comunicación es impensable que hablar en público represente un lastre y un freno en muchas carreras directivas, por lo que son ya muchos ejecutivos los que han decidido comenzar a entrenar esta habilidad. Vega cuenta que para mejorar su comunicación dio “clases de teatro con el objetivo de aprender a moverme con seguridad en el escenario y saber modular la voz”. Para Melé, la clave reside en a naturalidad: “Cuando empiezas a dar charlas no sabes si memorizarlas, si ir con papeles... es un caos. Al final todo es más fácil. Es un encuentro humano en el que tienes que ser tú mismo y contar lo que sabes desde la coherencia. Yo hablo en función de lo que capto en la audiencia y es la que me inspira para ir en un sentido u otro”.
Vocabulario técnico
“Los ejecutivos españoles suelen tener a su favor que son asertivos”, prosigue Paloma García-Navas, “visten bien y tienen un gran conocimiento, sobre todo técnico, de las materias en las que son líderes. Pero están demasiado orientados a la tarea, tienen poco tiempo, van al grano, no saben estimular la participación de los equipos y, ante grupos grandes, se bloquean y experimentan miedo”.
Precisamente para enfrentarse a una audiencia sin miedo “el escenario puede ser tu amante o tu enemigo”, dice Vega, que recomienda “ser generoso. Pensar que tus palabras van a ayudar a la gente. No te centres en ti, piensa en los demás”. Y añade: “para hablar en público o a tu equipo no hay más secreto que hacerlo desde el corazón, con sentimientos y emociones, se siempre divertido aunque expongas datos y cifras; muestra tus fortalezas y también debilidades en el escenario y cuida fondo y forma en la que te expreses, vistas y gesticules”.
Y es que la mayoría de las personas experimentan miedo e inseguridad ante la perspectiva de dirigirse a una audiencia al saberse observado y evaluado. El informe de Adecco sobre glosofobia (miedo a hablar en público), estima que un 75% de la población sufre algún sentimiento de ansiedad y nerviosismo al hacerlo. “La sensación de preocupación y leve ansiedad anticipatoria (me voy a quedar en blanco, me van a notar que estoy nerviosísimo…) es normal desde la perspectiva psicológica”, aclara Olga Córdoba, psiquiatra y psicoterapeuta del Hospital Universitario Gregorio Marañón, “y se supera a medida que la persona se expone más veces y comprueba por sí misma y por el feedback que recibe del público, que lo hace bien. Para combatir sensaciones físicas incómodas (palpitaciones, sudor, rubor, temblor, sensación de hormigueo en las manos u otra parte del cuerpo) la mejor recomendación es no desistir, ya que irán desapareciendo según tomemos confianza y veamos que sí somos capaces de hacerlo. También es importante aprender a controlar nuestro diálogo interno que nos boicotea [voy a fracasar, me voy a bloquear…]”.
La glosofobia constituye un grave problema para las empresas. Tener capacidad para comunicarse, persuadir y hacer llegar de forma clara el mensaje a otros es una característica imprescindible para cualquier ejecutivo. “Es un problema de formación porque en este país a nadie se le ha enseñado a ser jefe. ¿Cómo se manda? Los directivos saben mucho de los suyo pero no les han formado para transmitirlo con éxito y eficacia”, afirma el profesor de comunicación de ESIC, Gorka Zumeta.
“En España partimos de un déficit importantísimo con respecto a la cultura anglosajona”, añade Zumeta, “y es que desde el colegio y la universidad no se fomenta ni el discurso ni la capacidad oral de los alumnos, algo que debe cambiar en la reforma educativa. Por otro lado, las empresas, desde sus departamentos de Recursos Humanos (RR HH) tampoco apoyan esta habilidad entre sus directivos. Lo que también debe cambiar. En ESIC damos monográficos que se imparten de forma transversal para ejecutivos y cada vez son más los alumnos que una vez han saltado la barrera se enamoran de esta herramienta absolutamente indispensable y exigible en los niveles directivos”. “Hay otras empresas”, añade Melé, “que están tratando de integrar esta formación a través de cursos de prestigio norteamericanos que, en mi opinión, no se adaptan a nuestra forma de ser”.
Nueva tendencia
“Las empresas españolas tradicionalmente no han dado mucha importancia a hablar en público, salvo altos perfiles directivos y políticos”, apunta Karen Friedman, directora de la consultora Kommworks. “Cuando una compañía ofrece esta formación, los profesionales suelen estar agradecidos porque reconocen la necesidad de mejorar. Sin embargo, de acuerdo con las encuestas post-curso, si tuvieran que pagar por la formación de su bolsillo, la mayoría no lo haría”. No es el caso de Alexandra Schader, directora de Arte Moderno y Contemporáneo de Sotheby’s España, para quien aprender a hablar en público ha supuesto un salto en su carrera “significa un apoyo enorme para adquirir herramientas que me permiten trasladar de una manera más efectiva los mensajes dentro de mi compañía así como en la comunicación con la prensa”.
Además de las empresas y los cursos particulares, otra vía para potenciar la confianza natural y lanzarse a la conquista del público la ofrecen, fuera del trabajo, las charlas TED, un movimiento social de “miniconferencias” seguido por millones de personas en todo el mundo. Casi todas las regiones de España las dan gratuitamente y ofrecen una manera de afrontar este reto y a la vez compartir pasiones e ideas. “La comunicación es una necesidad que no tiene ya vuelta atrás”, concluye Jesús Vega, “porque hay implicar a las nuevas generaciones, que son tremendamente diferentes y que para estar motivadas necesitan un plus, no les vale la autoridad porque ni la entienden ni la respetan”.
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