Sundar Pichai, el nuevo director de orquesta en Google
El consejero delegado asume la responsabilidad de pilotar la renovación de la compañía tecnológica
Su papel como maestro de ceremonias durante la conferencia anual de Google no era casualidad. Durante dos años, pero especialmente esta primavera, Sundar Pichai (Chennai, India 1972) ha ido acaparando protagonismo y responsabilidad en Google. Los grandes anuncios del año, incluido el nacimiento de Google Fi, la operadora móvil virtual, han contado con él como portavoz.
La cara visible de Google va a ser, en lo sucesivo, el cerebro responsable de su éxito. Su poder en Internet solo es comparable al que ahora mismo acapara Mark Zuckerberg, con casi 1.500 millones de perfiles activos en su red social. Google tiene Android como mejor aliado para ganar la batalla de esta década, la publicidad móvil. Facebook fue más pragmática, mientras crecían en este soporte, se hicieron a golpe de talonario con Instagram y WhatsApp. Los de Mountain View pavimentaron la carretera. Los de Menlo Park pusieron la línea de autobuses. Las conversaciones, la comunicación, se hace a través de su catálogo de aplicaciones de Facebook.
Reconquistar el soporte es su gran reto. También buscar la armonía entre el nuevo conglomerado. Pichai es algo más que el consejero delegado de la parcela de software, con el buscador como bandera fundacional. Su papel encaja más con el de un director de orquesta, a partir de sus esfuerzos, se coordinarán el resto de divisiones. Larry Page y Sergei Brin, los fundadores del imperio ahora conocido como Alphabet, esperan de él capacidad para sacar adelante proyectos sin demora. Realidades en su campo, el buscador, e imaginación en las empresas hermanas.
Incluso tendrá que resucitar algún muerto, como Google+, la red social convertida en zombi. No será de su competencia de directa, pero velará para que decepciones como las intermitentes Google Glass no se repitan.
Como contrapartida, tiene caramelos que harán su día a día más fácil. YouTube, con Susan Wojcicki al frente, no deja de dar alegrías. La última, su ascensión dentro del floreciente campo de la retransmisión de partidas profesionales de videojuegos. Gmail y las aplicaciones empresariales también son motivos de alegría.
Las expectativas apuntan a unos ingresos de 74.000 millones de dólares para su empresa durante este año. El nombramiento ha recibido el visto bueno de los inversores con una subida de las acciones del 6%.
Su gran reto consiste en inspirar renovación. Deshacer rutinas y la temida burocracia, que tanto talento repele, y volver a hacer de Google un lugar en el que el empleado siente que su labor genera un impacto directo.
Sobrio en el trato inicial y amigo de los guiños y dobles sentidos en la distancia más corta, Pichai emprende el difícil camino de crear aliados con ganas de renovar los valores que desprende la empresa más icónica de Internet.
Desde que puso un pie en Estados Unidos tenía una idea grabada a fuego, triunfar. Como tantos inmigrantes, Sundar Pichai llegó para estudiar en la Universidad. Nacido en India, como tantísimos ingenieros de alto nivel en Silicon Valley, en Chennai en 1972, Pichai ha consagrado su vida a Internet. Tras graduarse en Stanford y hacer un MBA en Wharton, Pichai entró en Google. Entró en la empresa en 2004, para ayudar con el navegador Chrome. Hoy es el programa líder para explorar la Red y se ha convertido en sistema operativo de una línea de ordenadores.
Este origen asiático le convierte en el candidato ideal para mirar más allá de la Bahía de San Francisco. Su obsesión con Android ha sido llegar a todos los puntos de planeta. Si hacía falta, con una versión de bajo coste y rendimiento notable. Así es como nació Android One. No es casualidad que se estrenase en su India natal.
Para muchos jóvenes, Pichai es el espejo en el que mirarse. El reflejo de la nueva emigración de ingenieros altamente cualificados que sueñan con ser el CEO de Google, o crear el nuevo Google.
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