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Detectives de la materia

AMSLab, creado en Lugo en 2008, analiza las características de las telas, alimentos o medicinas con espectrometría de masas

Laboratorios AMSLab en sus instalaciones de Lugo.  
Laboratorios AMSLab en sus instalaciones de Lugo.  

Todo el universo podría estar contenido en un solo punto de dos o tres centímetros situado en un sótano de una calle perdida de las afueras de Buenos Aires, según relató Borges en El Aleph. “¿Y por qué no en Lugo?”, contesta, gallego y retórico, Manuel Lolo, cuando se le pregunta por la sede de su empresa, dedicada a buscar e identificar partes de ese universo en pequeñas muestras de materiales que le remiten de todo el mundo. A eso se dedica AMSLab, siglas de applied mass spectrometry, o espectrometría de masas, la tecnología de análisis de la materia con la que su laboratorio se ha convertido en referencia estatal, ya sea para analizar telas, alimentos o medicinas.

Manuel Lolo y Sandra Pereira, su mujer, fundaron la empresa en 2008 con cinco trabajadores. El año pasado facturaron tres millones de euros y dan empleo ya a cerca de 60 personas. La principal ventaja de la técnica en la que se han especializado, y que combinan con la cromatografía líquida, es que “con cantidades muy pequeñas de muestra se obtiene información de interés, con una precisión muy elevada y además con gran rapidez”, explica Lolo. Lo que aporta su empresa, añade, es flexibilidad, ya que trabajan las 24 horas del día. “Hay muestras que se pueden enviar por mensajería desde cualquier lugar en muy poco tiempo y nos ponemos a analizarlas en cuanto llegan”, dice Lolo, para quien la ubicación de su laboratorio, en una nave de 2.000 metros cuadrados en Lugo, no supone ningún obstáculo.

El textil salvó su empresa en el momento en que los laboratorios cerraban

Lolo recuerda cómo en la Universidad de Santiago, en la que empezaron a investigar, estaba extendida la idea de que había que salir “fuera” para progresar. Él mismo trabajó en otras empresas, “y no vi diferencia, los de fuera no son más listos”, dice. Así que apostó por su ciudad, Lugo, por una cuestión “más de corazón que de cabeza”. Al comienzo se enfocaron al sector farmacéutico, “pero en 2009 se vino abajo, los pequeños laboratorios cerraron y los grandes recortaron”. Miraron entonces hacia el textil, aprovechando el empuje en Galicia de un sector que les ha permitido abrir oficinas en Portugal, Marruecos e Italia. Analizan “desde el hilo hasta la prenda confeccionada”, sus fibras, su correcto etiquetado, la resistencia de los tejidos, la durabilidad de sus colores o la seguridad de las prendas infantiles.

Una de sus especialidades está en destapar fraudes en alimentación

Integrada en el Clúster Tecnológico Empresarial de las Ciencias de la Vida de Galicia (Bioga), que la premió en 2014 como empresa más competitiva, AMSLab contó con el apoyo “fundamental”, reconoce Lolo, de Unirisco, una sociedad de capital riesgo participada por las tres universidades gallegas y grupos empresariales y financieros de la comunidad. Hoy AMSLab cuenta con divisiones dedicadas a los sectores textil, químico, clínico-forense, farmacéutico, medioambiental y veterinario. Pero no solo piensan en lo comercial sino también en la investigación, con proyectos de I+D propios o integrados en programas de otras instituciones. Han desarrollado un método de detección de antibióticos, otro para diferenciar huevos camperos de huevos de granja y, en el ámbito clínico, trabajan en biomarcadores para el diagnóstico del cáncer.

Hace un año la empresa adquirió otra firma también surgida de las universidades gallegas, Xenotechs. Su especialización en biología molecular y ADN para la identificación de especies pesqueras y cárnicas multiplicó su potencial de análisis. “Una de las grandes especialidades de AMSlab es la verificación del fraude comercial en productos alimenticios”, dice la empresa, que destaca su colaboración con firmas industriales y de la gran distribución comercial “en el descubrimiento de fraudes habituales como son la introducción de carne de cerdo en productos de vacuno o la presencia no declarada de pollo en productos de pavo”. Vaca, caballo, cerdo, pollo, pavo, oveja, cabra, conejo, gato, perro y dos tipos diferentes de pato son las 12 especies animales cuya presencia “accidental o fraudulenta” es capaz de detectar AMSlab en productos cárnicos. Porque no todo es lo que parece.

Vigilancia necesaria

En 2011 Alemania acusó a España de ser el país de origen de unos pepinillos contaminados con una bacteria letal que causaron varias muertes; en 2013 se descubrió que había caballo en productos cárnicos de toda Europa pese a que no debían contenerlo; en los últimos meses varios países del Golfo Pérsico han boicoteado las sandías de Irán pensando erróneamente que habían sido envenenadas.

Si cada cierto tiempo surge una alerta alimentaria, auténtica o no, sobre algún fraudulento o contaminado es porque laboratorios como AMSlab analizan miles de muestras, ya sea a petición de los productores o de las administraciones encargadas de vigilar tanto el error como el timo. Por un lado, la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), a nivel estatal, y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas en inglés) realizan y coordinan de forma periódica miles de análisis de todo tipo de productos. En sus informes se constata, por ejemplo, que entre el 1% y el 2% de todos los alimentos analizados superan los límites permitidos de residuos fitosanitarios, aunque solo resultarían peligrosos “si esos alimentos fueran ingeridos en grandes cantidades”.

La policía también está vigilante. Los pasados meses de diciembre y enero la Interpol coordinó una operación internacional contra el fraude alimentario que permitió, con la colaboración de cuerpos de seguridad de 47 países, interceptar 2.500 toneladas de alimentos y bebidas ilícitos. Era la operación Opson IV (alimento, en griego), como en 2013 hubo una Opson III, con 1.200 toneladas incautadas en 33 países, y otras similares en los años previos.

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