Las mudanzas regresan a la carretera
Tras un parón de siete años, los españoles demandan hasta un 10% más este servicio
El camión de la mudanza ha formado parte del paisaje urbano español casi tanto como las grúas que construían más de 600.000 viviendas al año. Eso fue hace un tiempo. El sector se ha visto lastrado por la crisis inmobiliaria y muchas empresas han tenido que echar el cierre. “Calculamos que antes del estallido de la crisis se hacían cerca del millón de mudanzas anuales. Hoy, son unas 700.000”, dice Ramón Blanco, fundador y CEO de Etece.es, compañía que computa que el sector de mudanzas en España mueve unos 70 millones de euros al año.
El tímido repunte en la compra y en la venta de viviendas registrado en los últimos meses ha tenido un efecto dominó. “Se están haciendo entre un 5% y un 10% más de mudanzas que el año pasado”, según un informe realizado por esta plataforma de encuentro de oferta y demanda.
Pero casi más que el parón en la construcción, las empresas y trabajadores de la mudanza dirigen su furia y quejas a la competencia desleal e ilegal.
“El sector es uno de los más perjudicados por el intrusismo. Se ha convertido en un refugio de trabajadores que durante la crisis se dedicaban a otras actividades y al desaparecer esos empleos han derivado su actividad a hacer mudanzas, con un pequeño automóvil, sin preparación ni formación, y de manera irregular (sin pagar impuestos y sin estar dados de alta en la Seguridad Social), por lo que hacen competencia desleal a las empresas legales”, señala Juan Luis Feltrero, presidente de la Federación Española de Empresas de Mudanzas (Fedem), que tiene más de 160 compañías asociadas y once asociaciones provinciales. Este intrusismo ha obligado a cerrar en torno al 30% de las empresas y ha ocasionado importantes pérdidas de negocio.
“Se hacen portes económicos”. Las calles están plagadas de anuncios de este tipo que ofrecen mudanzas chollo. Pero ojo con los precios demasiado bajos, porque “casi con total seguridad no habrá un presupuesto previo del trabajo que se va a realizar, ni contrato, ni factura, por lo que el cliente no tendrá ningún derecho a reclamar si se produce algún desperfecto”, recuerdan en Fedem.
Hay que sospechar de los presupuestos un 40% más baratos que la media del mercado. Detrás de estas ofertas suelen estar personas sin licencia para operar en el transporte de mudanzas, lo que exige estar dado de alta en Hacienda y pagar las correspondientes tasas. Los vehículos no están rotulados, e incluso es posible que no hayan pasado la ITV o que no estén al día de sus obligaciones técnicas, seguros…
Un servicio de estas características tampoco ofrecerá al cliente la posibilidad de almacenar los muebles en guardamuebles o trasteros en caso de que la nueva vivienda u oficina no esté disponible todavía. Además, el riesgo de desperfectos en las mercancías o de robos es más alto y el cliente puede llegar a tener responsabilidad si existiera un accidente.
En la actualidad, los principales demandantes de mudanzas son viviendas, oficinas y administraciones públicas. Se suele decir que pagar por hacer una mudanza es el dinero mejor invertido. El trabajo más habitual —el traslado de muebles en pisos de dos dormitorios—, tiene un coste de entre 150 a 200 euros.
“En nuestras transacciones el coste del servicio ha registrado un incremento del 30% en los últimos meses. Se han encarecido porque se están encargando mudanzas algo más grandes y porque antes el cliente ayudaba en los trabajos y así abarataba el precio. En 2014 la situación del país ha comenzado a mejorar un poco y la gente está dispuesta a pagar algo más y desentenderse”, según explican en Etece, compañía que cuenta con 500 autónomos y empresas en toda España y realiza una media de 100 mudanzas mensuales. Actualmente buscan 50 mudanceros para poder afrontar el repunte en la demanda.
Para calcular el precio de un traslado la empresa realiza una visita al inmueble y concreta los metros cúbicos a transportar, las características de la casa, el kilometraje, el número de operarios y los materiales que va a utilizar para poder presentar un presupuesto.
El embalaje, transporte, carga, descarga, montaje y desmontaje de muebles son las funciones propias de estas empresas. Los enseres se embalan con papel manila, papel burbuja, cajas de diversos tamaños y cajas armario en función del tipo de artículo. En ocasiones, se utiliza embalaje de madera a medida. Cada bulto va identificado para localizarlo en el domicilio de descarga, explica la empresa Gil Stauffer.
En ocasiones hay que emplear una grúa monta-muebles para subirlos o bajarlos, sobre todo cuando no hay ascensor. La empresa se encarga de solicitar los permisos oportunos, asegurarse del corte de la calle y reservar aparcamiento. Los muebles se transportan en camiones específicos, equipados con mantas, fundas y protecciones para que los enseres no sufran desperfectos. Cuando se trasladan obras de arte, el camión suele contar con temperatura regulada. Gil Stauffer recomienda contratar un seguro de cobertura total si el traslado incluye antigüedades u objetos muy sensibles.
Si la mudanza es a otra ciudad o país, la empresa debe solicitar todos los permisos de transporte internacional, reservar barco o avión, hacer seguros, etcétera.
Para abaratar el precio, el cliente puede ayudar al transportista. Esto puede ahorrar unos 10 euros la hora. Tener todo embalado minimiza la necesidad de empaquetar, que también cuesta a razón de 10 euros la hora, así como reducir el tiempo de carga y descarga facilitando a la empresa espacio para aparcar o habilitando el ascensor.
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