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Grecia se acerca a una extensión del rescate tras oponerse a más ajustes

El Eurogrupo da por hecha la prórroga para ganar tiempo por la falta de acuerdo

El primer ministro griego, Andonis Samarás.
El primer ministro griego, Andonis Samarás. EFE

El rescate a Grecia está a punto de expirar, pero Europa quiere una vuelta de tuerca adicional: más ajustes. Y Atenas se niega a aplicar más medidas drásticas por miedo a una revuelta social, por cálculos electorales, por orgullo o por una combinación de todo eso. La saga griega no se detiene: el Eurogrupo da por hecho que deberá acordar una extensión del rescate europeo que expira en diciembre ante la falta de acuerdo tanto para la última revisión del programa como para el paso siguiente que deben pactar la troika y el Gobierno griego una vez concluya el rescate. Fuentes europeas han explicado este miércoles en Bruselas que la falta de sintonía entre Atenas y la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) desembocará, salvo giro radical en los próximos días, en una “prórroga técnica” del programa heleno.

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Grecia sigue con cifras dignas de depresión —el PIB ha caído el 22% en lo que va de crisis y el paro roza el 26%—, pero el crecimiento asoma tímidamente la cabeza y los principales riesgos son hoy básicamente políticos. El Gobierno del conservador Antonis Samaras quiere algo más que un gesto de sus socios europeos para tener alguna posibilidad en las próximas elecciones. Pero ese gesto no llega y, mientras, la izquierda de Syriza encabeza las encuestas y su líder, Alexis Tsipras, se reúne un día con el BCE, otro con la Comisión y el tercero con los mercados para exponer sus ideas.

En medio de esa batalla política, si el lunes 18 los ministros de Economía de la eurozona no tienen sobre la mesa un acuerdo, el rescate actual se extenderá al menos un mes; puede que incluso medio año. Y, posteriormente, la troika quiere una línea de crédito de precaución (un rescate blando, con condiciones más suaves), a la vista de que los mercados han dictaminado que no habrá salida limpia, como en Irlanda, en Portugal o en España. “Los tipos de interés de la deuda a 10 años han vuelto al 8%, y esa cifra por sí sola permite descartar esa salida limpia, sin un nuevo rescate duro o blando”, explica Antonio García Pascual, de Barclays.

Grecia sigue siendo un enigma. El rescate europeo concluye a final de año, y el FMI se retirará en el primer trimestre de 2016. Pero el país debe cubrir unas necesidades de financiación en torno a 20.000 millones, y dispone de un colchón de apenas 10.000 millones (del dinero europeo no utilizado para recapitalizar los bancos). Atenas necesita el último tramo del rescate actual —1.800 millones, bloqueados hasta que se pacten nuevos recortes—, y es improbable que pueda apelar al mercado para tapar ese agujero. De ahí que el Eurogrupo dé por hecho que habrá una extensión del rescate y, después, una línea de crédito de precaución.

La troika ha pedido en las últimas horas aclaraciones sobre el nuevo paquete de medidas que prepara el Ejecutivo griego, que incluye una subida del IVA turístico (que se duplicará) y una congelación de las pensiones, además del alza de los impuestos sobre el tabaco y el alcohol. La troika quiere más: subir el IVA de los medicamentos y recortar las pensiones. Pero Samaras ya ha dicho que esas medidas serían desastrosas y apela ahora al orgullo nacional para rechazar las peticiones de los acreedores. En parte porque siente el aliento de Syriza, que se ha encaramado a lo más alto de las encuestas (27%, frente al 20% de la Nueva Democracia de Samaras). Tsipras ha anunciado a los cuatro vientos que piensa renegociar los acuerdos con la troika. Apunta incluso a algún tipo de reestructuración de la deuda. Y no quiere oír hablar de más ajustes, tras varias rondas de esa medicina. “El acuerdo acabará llegando, pero la posición de Syriza al respecto es la cuestión clave respecto a 2015”, cierra Mujatba Rahman, del think tank Eurasia.

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