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El mejor cuarto oscuro de Shanghái

La galería de arte fotográfico de Mercedes Valle y Steven Harris es referencia en China

Steven Harris y Mercedes Valle.
Steven Harris y Mercedes Valle.

“En la última década se ha creado una gran burbuja en el arte chino, pero, aunque no se va a repetir el desproporcionado boom de los últimos años, creemos que el mercado continuará creciendo de forma robusta y que hay grandes oportunidades para quienes arriesgan”. La catalana Mercedes Valle es una de ellas. Nunca pensó que iba a terminar viviendo en China, pero Shanghái se ha convertido en la ciudad que le ha permitido, a ella y a su marido estadounidense, Steven Harris, desarrollar sus dos pasiones: los negocios y la fotografía. “Él llevaba tiempo queriendo crear una plataforma para este arte, y al final decidimos que China, un país en el que Steven había vivido durante la década de 1990, era un mercado incipiente que merecía la pena explorar”.

En 2006, cuando Valle acabó su doctorado en EE UU, la pareja dio el gran salto y firmó el contrato de alquiler de los 300 metros cuadrados en los que inauguró la galería M97, un espacio que ahora se ha convertido en referencia de la fotografía artística del país. “Al principio pensamos en implantarnos en el 798 [el distrito del arte de Pekín], pero finalmente elegimos Shanghái porque creemos que es una ciudad más internacional y abierta, menos movida por mecanismos políticos, y con una menor saturación del mercado del arte. Aquí podemos ser pioneros y mantenernos al margen de las modas”, explica Valle. “Yo me encargo de las ventas y del aspecto administrativo y Steven viaja por todo el país para descubrir talentos y hacer la selección de quiénes expondrán en la galería, tratando siempre de que tengan cabida todas las tendencias”, añade.

Perfil y proyectos

Mercedes Valle y Steven Harris se formaron y trabajaron en Estados Unidos hasta que decidieron hacer realidad su sueño y poner en marcha en China un negocio en el que pueden sacar jugo al perfil empresarial de ella y a los conocimientos de fotografía de él.

Después de haber consolidado la galería M97 como una de las instituciones más reputadas de la fotografía artística de China, la pareja busca tender un puente con Occidente para promocionar allí a sus autores, poco conocidos pero con gran potencial.

Actualmente, el tándem Valle-Harris representa a 33 creadores, de los que solo cinco son extranjeros. “Es un negocio solo tiene sentido si se ve a largo plazo y en el que hay que tener mucha paciencia. Porque, a diferencia de lo que sucede en otras modalidades artísticas más convencionales, el mercado de la fotografía en China todavía no es maduro. Hay mucha mediocridad, pero también mucho talento escondido cuyas obras pueden proporcionar grandes beneficios en el futuro”, apunta el estadounidense, que elige a sus artistas como si fuese el director de la cantera de un equipo de fútbol.

“Cuando encuentro a alguien que creo que tiene futuro le pido que me mantenga al tanto de su desarrollo artístico y que se reúna de nuevo conmigo al cabo de unos años. Así puedo ver cómo ha evolucionado y juzgar si merece la pena representarlo. Porque la relación entre una galería y sus artistas, aunque en China pocos cedan la exclusividad, es como la de un matrimonio. Y quiero estar seguro de que le doy el sí a la persona adecuada”, sentencia Harris en perfecto español.

Ambos galeristas coinciden en que, como ha sucedido con la pintura y la escultura, la fotografía china terminará por encontrar su hueco en el mercado. “Al principio los compradores eran solo extranjeros fascinados por el auge de China que buscaban algo exótico. Y quizá porque se vendían extraordinariamente bien, los fotógrafos abusaron del uso de elementos patrios en sus obras. No obstante, ahora los chinos han descubierto que la fotografía también es un arte y que puede ser una buena inversión, y suponen ya un 50% de los clientes. Por eso, las fotografías chinas cada vez se alejan más del tópico que busca el turista y se parecen más al arte global que exige un coleccionista”, explica él.

“Ahora las ventas de los autores chinos crecen al 30% anual, y en gran medida se debe a que los compradores locales han entendido el valor de apostar por sus compatriotas. Como todavía no son conocidos, resulta más barato y menos arriesgado darles un voto de confianza. Eso, sin duda, es positivo para nosotros”, afirma ella. Claro que la galería también se enfrenta al gran aumento de los costes en China, un hecho que resta rentabilidad en todos los sectores, y al auge que Internet tiene en el mundo del arte.

“No creo que la Red nos vaya a sustituir. De hecho, apostamos sin dudarlo por una presencia física, por un espacio que permita disfrutar del componente mágico del arte, ese que no se transmite en un archivo jpg. Una galería no es un lugar para consumir un producto, sino para experimentarlo”, sentencia Harris.

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