“La cocina ha de ser un centro de reunión”
Para Fernando Menis, arquitecto canario, lo más importante es respetar al cliente
El arquitecto Fernando Menis (Tenerife, 1951) diseñó su casa: un edificio en el que él y su mujer ocupan las últimas plantas desde hace 15 años. Desde esa experiencia, asegura que el único peligro de idear la propia vivienda radica en no acabarla nunca. Aunque a él ya solo le reste por hacer un zapatero "en el que quepan suficientes zapatos (casi siempre de mujer...)".
A Menis le cambió la vida estudiar en Barcelona y en París. Y, desde hace unos años, pasa poco tiempo en su piso tinerfeño y mucho en los aviones que vuelan a Oriente. La radical falta de encargos en Canarias lo ha llevado a participar en concursos en Suiza (un hotel), Taiwán (un edificio de viviendas), Crimea (una bodega), Polonia (un auditorio) y Lijlang, en China, donde levanta un pequeño centro hotelero. Ese cosmopolitismo resulta inesperado en un profesional cuyo historial de proyectos habla con elocuencia del paisaje canario. "Intento que me impregnen los entornos urbanos y naturales de cada lugar donde trabajo", explica. ¿Cómo trabajar en China con el lenguaje de la lava y las rocas volcánicas? "Trato de volverme camaleón, entender la cultura y que mis edificios echen raíces en cada lugar".
Sin embargo, a pesar de que hoy da clases en la Universidad de Hong Kong, por su obra y por su vida Menis es un hombre arraigado en Tenerife. En la calle del Sol de esta ciudad estaba la casa de sus padres. Y lo que más recuerda de ella son las persianas y los juegos de luz. En La Laguna, su familia tenía otra vivienda de verano rodeada de vegetación, pero sus vivencias se remontan a la playa de El Medano, "donde la casa era la playa por la que corríamos los niños".
Como arquitecto, en sus dos etapas profesionales, con el estudio Artengo, Menis y Pastrana —durante 23 años—, y liderando un despacho con su nombre desde hace diez, Fernando Menis ha proyectado sobre todo viviendas. Y las ha levantado de todo tipo: "sociales y para millonarios chinos, apartamentos y unifamiliares", explica. Considera que lo más importante es entender lo que existe antes de que llegue la casa: "el cliente, para respetar su forma de vida y el lugar, para asegurar la ventilación y la iluminación y con ellas la salud de la casa y sus inquilinos".
Entre sus obras está la residencia del presidente de Canarias en Tenerife
Entre todas las viviendas que ha firmado, una es a la vez refugio y castillo: la casa del presidente autonómico que concluyó en Tenerife hace quince años.
¿Qué tiene una vivienda presidencial en común con una vivienda habitual? "Cuando empezamos a diseñarla cambió el presidente y pasamos de uno sin hijos, Jerónimo Saavedra, que había organizado el concurso de ideas que ganamos, a otro con cinco, Manuel Hermoso". Asegura que fue así como se dieron cuenta de la importancia de la flexibilidad al planificar un lugar para que se adapte a familias muy distintas. Por lo demás, asegura que la sede es "una casa normal, salvo por la cantidad de espacios comunes y la seguridad".
Más allá de Tenerife, Menis ha levantado viviendas en Taiwán y Lijiang. Cree que hacer casas es la vía directa para conocer mejor cómo vive otra sociedad. Así, aunque discute que esta tipología sea la asignatura pendiente de todos los arquitectos —"algunos hacen viviendas absolutamente maravillosas"—, sí admite que "como colectivo necesitamos un mayor compromiso para tratar de hacerlo mejor". Su propuesta parte de mejorar más el urbanismo que la arquitectura: de ubicar mejor los bloques sociales de pisos cuidando su ventilación, acercándolas al centro y evitando que sus ocupantes dependan del coche. Lo que Fernando Menis defiende es, en realidad, la vida de barrio: "ciudades como las antiguas mediterráneas, donde todo queda al alcance de tu casa".
Sin embargo, el lugar donde está la suya, Canarias, fue en la segunda mitad del siglo XX un microcosmos de lo que hoy ocurre en el mundo. En 1960 más del 60% de la vivienda de las islas era de autoconstrucción "permitida por distintos cabildos y ayuntamientos". Y los nuevos barrios no comenzaron a organizarse hasta la llegada de la democracia.
Menis explica que "se planificó con cabeza para que aquellos barrios inicialmente desordenados pudieran crecer con un cierto orden". Hoy hay lugares donde esa autoconstrucción ha terminado convertida en ciudad, como los barrios de Taco o La Cuesta, explica. ¿Por qué no funcionó en todos los casos? Menis se muestra tajante. "El proyecto se desvirtuó porque los políticos fueron perdiendo las ganas de hacerlo bien".
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