Guindos advierte de que España no es inmune a la desaceleración de la eurozona
Estados Unidos reclama en la cita ministerial del G20 que la zona euro estimule ya su demanda
El frenazo de la zona euro, cuyo producto interior bruto (PIB) se volvió a estancar en el segundo trimestre, es el mayor riesgo para la incipiente recuperación de la economía española. Así lo subrayó el ministro de Economía, Luis de Guindos, en la reunión que se celebró hasta ayer en Cairns (Australia) para preparar la próxima cumbre del G20. “Lo que pasa en Europa nos afecta, tiene un impacto no tanto a través de las transacciones comerciales, que sí que lo tiene, sino a través de las expectativas”, explicó Guindos en un encuentro con la prensa. “Gran parte del mantenimiento de la recuperación en España se juega en Europa”, remató.
La ralentización de la zona euro, con sus tres principales economías (Alemania, Francia e Italia) en punto muerto, cuando no marcha atrás, se cruza con el mayor avance del PIB español (0,6% en el segundo trimestre), en lo que va de crisis. Y con los planes del Gobierno español, que pretendía revisar al alza su pronóstico de crecimiento para este año (del 1,2% al 1,5%) y el próximo (del 1,8% al 2%). El nuevo traspié europeo, con la demanda interna y el crédito bajo mínimos, ya se ha dejado notar en el comportamiento del sector exterior español (la zona euro absorbe la mitad de las exportaciones). La presentación, este viernes, del proyecto de Presupuestos de 2015, permitirá calibrar hasta que punto esos planes se ven afectados por el estancamiento europeo.
FMI y OCDE calculan que las más de mil medidas adoptadas permitirán que las economías del G20 crezcan un 1.8%
Guindos respaldó los nuevos pasos del Banco Central Europeo (tipos al 0,05%, inyecciones de liquidez para reactivar el crédito), urgió a “implementar reformas estructurales en la zona euro” y destacó “el impacto que para España tiene la depreciación del euro”, tras las medidas del BCE.
El encuentro en Cairns, el último antes de la cumbre de líderes del G20 el noviembre en Brisbane, giró alrededor de los objetivos de crecimiento de este grupo de países avanzados y emergentes, que suma cerca del 90% del PIB mundial. Con el avance global en un modesto 4% anual, muy escaso para recuperar los empleos perdidos en los países avanzados o para seguir reduciendo la pobreza en los emergentes, la prioridad del G20 en la cita australiana es relanzar ese crecimiento.
El compromiso de los países del G20 (España asiste como invitado permanente) es sumar medidas que permitan incrementar hasta un 2% el crecimiento previsto para 2018. Un informe conjunto del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), presentado en Cairns, estima que el millar de medidas adoptadas elevarían el PIB del G20 un 1,8%. Los ministros de Economía llevarán nuevas propuestas a Brisbane para llegar a la meta.
Dificultades para crecer
La directora del FMI, Christine Lagarde, destacó las dificultades de impulsar el crecimiento en el contexto actual: "a pesar de que la recuperación global de la economía continúa, el ritmo del crecimiento es bajo y desigual".
Lagarde añadió que "en este momento es crítico promover políticas económicas que contribuyan a una recuperación más robusta y rica en empleo". Además, atribuyó el ritmo lento de la recuperación "en parte a las crecientes tensiones geopolíticas y a los riesgos de turbulencias en los mercados financieros".
En este sentido, el comunicado que firmaron los miembros del G20 menciona "el potencial para la escalada de un riesgo excesivo en los mercados financieros, particularmente en un ambiente de tasas de interés bajo y baja volatilidad".
La situación de crecimiento lento, inflación baja y paro elevado que atraviesa la UE fue el centro de buena parte de las discusiones. El secretario del Tesoro estadounidense Jack Lew reveló que “entre los miembros del G20 hay una reclamación creciente a Europa para que estimule la demanda doméstica”.
Lew lamentó los problemas de los países de la UE para ponerse de acuerdo a la hora de implementar reformas y exigió: “La UE necesita resolver sus problemas y resolver sus diferencias internas”, en velada alusión a las reticiencia de Alemania en apoyar planes públicos de inversión.
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