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A los cruceros les gusta España

El negocio de las vacaciones en el mar crece gracias al atractivo de las ciudades portuarias

El mayor crucero del mundo, Oasis of the Seas, llega a Barcelona.
El mayor crucero del mundo, Oasis of the Seas, llega a Barcelona.Gianluca Battista

En pleno debate sobre si el turismo ha superado a Barcelona, el mayor crucero del mundo, el Oasis of the Seas, recaló la pasada semana en su puerto. Antes lo había hecho en Málaga. Sus 362 metros de eslora y una altura de 65 metros sobre el nivel del mar mostraban sus magnitudes y las del creciente impacto que la industria crucerística está generando en España, segundo país europeo por importancia superado únicamente por Italia. Unos 5,23 millones de pasajeros llegaron el año pasado a algún puerto español y las administraciones quieren mantener esos niveles, incluso superarlos, en vistas de que en los próximos cuatro años se botarán 30 nuevos barcos. Puertos del Estado ha rebajado las tasas para hacer más atractivo el mercado español y las diferentes autoridades portuarias están mejorando sus instalaciones a la vez que se intentan potenciar las conexiones aéreas.

El Puerto de Barcelona, convertido en los últimos años en el mayor puerto de cruceros del Mediterráneo tiene siete terminales disponibles, está construyendo una octava y ya planea una novena. Valencia estrenó una nueva terminal el año pasado en un proyecto que prevé nuevas ampliaciones. Málaga también tiene planes como ofrecer más línea de muelle a los grandes cruceros, como los puertos de Baleares y Canarias. Las autoridades portuarias siguen inyectando fuertes inversiones pese a que este año están cayendo las cifras, circunstancia que se explica porque los operadores redujeron por la crisis la previsión de escalas en puertos españoles hace dos años y las grandes navieras han modificado algunas de sus rutas.

La demanda mundial ha aumentado un 77% en la última década

Lo cierto, sin embargo, es que el negocio de los cruceros ha continuado creciendo durante la recesión. La demanda mundial ha crecido un 77% en la última década, hasta alcanzar los 21,3 millones de pasajeros, la mitad de los cuales proceden de Estados Unidos, según los datos de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA en sus siglas en inglés). En España ha sucedido algo similar. El número de usuarios de cruceros ha crecido un 45% desde 2008, en plena crisis, cuando el resto de actividades turísticas quedaba estancado, pero con la diferencia de que a la mayoría de los españoles le atrae poco esta opción turística en comparación con los americanos.

“En Europa, que es un mercado gigante de vacaciones, casi nadie va de crucero. En España no llegan al 2% y lo mismo sucede en Italia y Francia”, confirma Adam Goldstein, el primer ejecutivo de Royal Caribbean, la propietaria del Oasis of the Seas y de su futuro gemelo, el Allure of the Seas. El reto de los grandes operadores es que los europeos se conviertan en sus clientes. Según los datos de CLIA, solo el 30% de sus clientes proceden del Viejo Continente.

Royal Caribbean ha concentrado sus actividades en Barcelona, desde donde prevé su expansión, y Goldstein está convencido de que si el puerto catalán ha crecido en la medida que lo ha hecho es por la apuesta que ha hecho allí Royal Caribbean.

Menos del 2% de los pasajeros

El escaso impacto de los cruceros en España contrasta con el crecimiento que ha experimentado la industria en plena crisis. “Existía mucha ignorancia sobre el valor añadido de los cruceros, pero cuando la gente tuvo que empezar a cuidar sus bolsillos, miró hacia la industria de los cruceros”, explica Pierfrancesco Vago, presidente ejecutivo de CLIA en Europa y de MSC. En su opinión, la competitividad se explica por su desestacionalidad. “Funciona los doce meses del año, lo que permite ser agresivo en los precios y adaptarse al momento de la economía”, apunta.

Esa afirmación es cierta solo en parte. Durante el invierno los grandes buques que pasan el verano por Europa huyen al hemisferio sur, donde mantienen su actividad en zonas más cálidas. Pero ese desplazamiento acaba saliendo caro. Y la industria cree que España tiene posibilidades para desestacionalizarse. Canarias, con cruceros repletos de público británico y alemán es un ejemplo claro, pero los ejecutivos creen que ese turismo de invierno en el mar puede extenderse también al Mediterráneo si la oferta de los buques juega un papel de destino por sí misma. “Si conseguimos mantener la operación todo el año vamos a conseguir que los costes sean más bajos para todos”, defiende Jorge Vilches, primer ejecutivo de Pullmantur.

“La llegada de viajeros a España está muy concentrada en Barcelona, pero hay mucho potencial para desarrollar otros puertos más al sur, como Valencia y Málaga”, explica Vilches. El grupo ha concentrado sus actividades en Barcelona, desde donde prevé su expansión. La capital catalana se ha convertido en el eje de la oferta de los cruceros, especialmente porque en los últimos años su aeropuerto ha ganado algunos vuelos transoceánicos, especialmente con origen o destino en Estados Unidos. “Barcelona crecerá todavía más”, apunta David Dingle, el consejero delegado de Carnival en Reino Unido. Pero también apunta que “Valencia es un destino muy previsor también y Palma de Mallorca tiene mucho potencial, pero las navieras siempre se quejan de que no tiene tantas conexiones aéreas”, asegura.

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