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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Estrategia europea por definir

Puestos a invertir, tiene más sentido incentivar el sector privado que un plan de infraestructuras

Las noticias de las últimas semanas en torno a la Unión Europea han estado muy centradas en el baile de nombres y en las batallas varias para ocupar los puestos por cubrir en la legislatura entrante, primero con la elección de Jean-Claude Jüncker como presidente de la Comisión Europea y ahora con el resto de los cargos. Pero quizá más importante es saber cómo se va a materializar a corto plazo la estrategia de crecimiento que propugna el Gobierno italiano, encargado de la presidencia europea durante el segundo semestre del año.

El primer ministro italiano, Matteo Renzi, ha propuesto reactivar la política fiscal, con el argumento de que Italia, embarcada en un programa de reformas estructurales de calado —al menos nominalmente— necesita compensar los costes que suponen a corto plazo con un crecimiento por encima de la lenta recuperación que se anuncia en la zona euro.

Las posibilidades que se barajan son dos: una mayor flexibilidad para cumplir los objetivos de déficit público (quizá sacando de la definición de déficit algunas partidas de gasto bueno) o un programa de inversión pública. La primera opción no parece muy viable tras la relajación de objetivos fiscales de hace un año, y con la posible reacción de los mercados: con un 133% de deuda sobre el PIB.

Italia no se puede permitir alegrías presupuestarias más allá de pocas décimas del PIB. Además, distintas voces alemanas siguen oponiéndose a la flexibilización, como ha quedado de manifiesto esta semana con las polémicas de Renzi con el presidente del Bundesbank o con parlamentarios alemanes. Es muy probable que, al final, la mayor flexibilidad sea más bien cosmética.

La opción de un programa de inversión en infraestructuras en el ámbito europeo tiene más posibilidades de ponerse en práctica. La tasa de inversión en la zona euro ha caído a niveles muy bajos. En Alemania se reconoce la falta de infraestructuras, que afecta también a Italia. En el sector energético, el refuerzo de las interconexiones europeas es el tema de moda tras la crisis de Ucrania.

Queda la duda de si un programa de grandes proyectos, que suelen tardar tiempo en ponerse en marcha, llegaría a tiempo para reforzar la recuperación actual. Por otro lado, en varios países de la periferia quizá se puedan utilizar los nuevos recursos de otra manera, ya que precisamente parte del exceso de demanda antes de la crisis estuvo ligada a la sobreinversión en infraestructuras. Puestos a fomentar la inversión, probablemente tiene más sentido un programa de incentivos a la inversión privada, como ha propuesto recientemente el instituto DIW de Berlín, ya que la inversión privada es el componente de la demanda que está lastrando más la recupera.

Miguel Jiménez González-Anleo es economista jefe para Europa de BBVA Research.

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