Panamá o cómo unas elecciones destapan las miserias de un país
La campaña para las elecciones generales del próximo 4 de mayo ha destapado amplios focos de pobreza, marginación y violencia, así como graves deficiencias en infraestructura básica y de servicios públicos en Panamá.
Los candidatos a los diferentes puestos en disputa se han visto obligados a adentrarse para conquistar votos en terrenos muy alejados del escaparate de bonanza, e incluso opulencia, que ofrece la capital de este país.
Es el caso de la abogada Giulia De Sanctis, candidata a diputada por el democristiano Partido Popular, a la que Efe siguió en una jornada de campaña en San Miguel, uno de los barrios más abandonados de la capital panameña.
Los 16.500 votos que aporta dan una idea de la dimensión de este barrio controlado por varias pandillas juveniles armadas que protagonizan constantemente enfrentamientos con el resultado de una media anual de muertos que nadie puede o quiere concretar.
"Quién manda más, quién mata más" es el lema que anima la contienda armada, según explica a Efe Kiko, un veterano y popular deambulante del barrio, vestido en harapos y carente de gran parte de su dentadura.
YaoYao Nds (Niños del silencio), Evolution, Sagrado y Mom (Matar o morir), son las cuatro pandillas que se disputan el control de San Miguel, donde la policía solo entra a mirar "con miedo", relatan dos jóvenes en un edificio denominado "el Pentágono" en el argot pandillero.
Según esos dos testimonios, que corroboran otros muchos, la droga es el principal motivo de litigio, en concreto el control de la venta "de cocaína, crack y marihuana, a los que vienen aquí a comprar de la zona yeyé", como se conoce el área de lujoso desarrollo urbano en la capital, a menos de un kilómetro de distancia.
Bajo un sol intenso que deja una temperatura de unos 34 grados centígrados, y una humedad superior al 90 por ciento, De Sanctis, seguida por su reducido equipo electoral y algunos simpatizantes, recorre con arrojo los oscuros interiores de "el Pentágono", un edificio colonial en ruinas, y conversa con sus moradores.
Aquí no hay aire acondicionado, la basura y otros desechos de todo tipo aparecen por doquier y cualquier rincón es aprovechado para tender la ropa lavada en puntos comunes de suministro de un agua turbia que se desparrama por los suelos, en un paisaje de hacinamiento humano que cuesta imaginar cómo será en la época de intensas lluvias, de mayo a noviembre.
"Esto es muy duro, y frustrante porque yo no puedo hacer nada por ellos, salvo estar aquí y comprobar cómo viven; esto es un problema de acceso a la educación, de desigualdad, de un clientelismo político que mantiene a esta gente en esta situación con pequeñas subvenciones", explica De Sanctis.
El aspecto de la candidata, 50 años, de origen italiano, rubia, ojos claros, un metro ochenta de estatura con espigada y esbelta planta, contrasta con el de sus compatriotas en el barrio de San Miguel, mayoritariamente afroamericanos.
"Yo no me considero ajena a esto, me siento en mi país, por aquí he pasado desde que era niña, a comprar a La Central (zona de comercio popular), no solo he venido por aquí en campaña electoral", asegura la candidata.
Exitosa abogada, propietaria de su reconocido despacho, De Santics no esconde su condición social y llega a San Miguel en su vehículo de lujo, que conduce y aparca a pies del "Pentágono" ella misma.
"Este es mi carro (vehículo), no tengo otro, es con el que voy a trabajar todos los días; podría venir en el de mi hijo, pero, ¿por qué voy a engañar, a esconder quién soy yo?, explica mientras del maletero extrae afiches, camisetas y gorras con su nombre y se los entrega a los votantes que la rodean.
En la calle suena una canción que repite a ritmo del "Roots Reggae" en voga el estribillo: "con Giulia De Sanctis vamo'a llevar por un nuevo camino a la comunidad".
La canción fue encargada "ad hoc" y asignada a los gastos electorales de un presupuesto de unos 90.000 dólares.
Esta es la primera vez que De Santics se presenta a unas elecciones y asegura que lo ha hecho "como un sacrificio" por el "grave deterioro" que según ella ha sufrido la institucionalidad democrática de Panamá durante el mandato del actual presidente Ricardo Martinelli, con quien sólo comparte un azaroso origen italiano.
"Yo estoy aquí gracias a Martinelli, gracias al grave deterioro a que ha sometido su gobierno la institucionalidad democrática que tanto nos ha costado en Panamá construir desde que cayó la dictadura militar hace unos 20 años", dice con convicción e indignación la candidata.
Panamá, con 3.700.000 habitantes, celebra elecciones presidenciales, legislativas y municipales el próximo 4 de mayo, para un mandato en todos los casos de cinco años.
Con un 7,5 por ciento, Panamá es la economía que en 2013 más creció en Latinoamérica, después de Paraguay (13 %), según datos de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL).
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