La huelga general en Paraguay pondrá a prueba al Gobierno de Horacio Cartes

La huelga general prevista para el próximo miércoles en Paraguay, la primera de este tipo en dos décadas, supone una prueba para el Gobierno del presidente Horacio Cartes, en particular su plan de atraer inversión privada para los servicios públicos.
Las últimas grandes movilizaciones en el país tuvieron lugar en 2002 y 2005, contra proyectos de privatizaciones, y fueron protagonizadas principalmente por campesinos, según Ramón Fogel, profesor de sociología en la Universidad Nacional de Asunción.
Ese es también el motivo principal detrás de la actual huelga, pues sindicatos y grupos de izquierda consideran como "una privatización disfrazada" la ley de alianzas público-privadas, la principal propuesta económica de Cartes.
Con ella, su Gobierno quiere atraer capital externo para la construcción de infraestructuras a cambio de otorgar a las empresas la concesión para su gestión y el cobro de tarifas por su uso.
En la lista de obras prioritarias del Gobierno bajo esa modalidad está la ampliación de carreteras, hidrovías y el aeropuerto de Asunción.
La huelga general, la primera desde 1994, llega paradójicamente en un momento de alto crecimiento en Paraguay, cuya economía se expandió en 2013 un 13% y este año avanzará un 4,8%, según los pronósticos oficiales.
No obstante, esas cifras están impulsadas principalmente por el buen desempeño del sector agropecuario exportador, que está dominado por un puñado de grandes latifundistas con alto nivel de mecanización, por lo que sus efectos sobre la economía general son reducidos.
Antonio Pecci, un periodista y autor de varios libros, considera que existe "un caldo de cultivo" de descontento en país.
En los últimos meses han ocurrido numerosas marchas y protestas, primero contra la corrupción y el nepotismo, especialmente en el Congreso, y posteriormente contra el aumento del valor del transporte público.
Como ocurriera en Brasil en 2013, el alza del pasaje ha galvanizado en particular a los jóvenes, que se niegan a pagar más por un servicio muy deficiente, en autobuses anticuados, que circulan con la puerta abierta y conducidos a menudo con una temeridad peligrosa.
La tarifa subió en enero un 20%, hasta los 2.400 guaraníes (unos 0,53 dólares), aunque la alcaldía Asunción dio marcha atrás tras las protestas en las líneas que sólo circulan en la ciudad.
Los sindicatos también piden un incremento adicional del 15% en el salario mínimo, aunque es una reivindicación con un impacto más reducido sobre el bolsillo de los ciudadanos, ya que una gran parte está empleado en el sector informal, donde el trabajo no se rige por las leyes laborales.
La huelga coincide con la tradicional marcha anual de las organizaciones campesinas, que convergerán en Asunción con su propia agenda de demandas, como la reforma agraria en un país con uno de los mayores niveles de desigualdad en la propiedad de la tierra del mundo.
También protestan contra la detención de labriegos por la policía durante protestas contra las fumigaciones en los sojales, que según ellos no cumplen las normas ambientales y perjudican a sus cultivos.
El Gobierno ha intentado restar fuerza a la movilización. En febrero aprobó una subida del 10% del salario mínimo, hasta los 1,82 millones de guaraníes al mes (405 dólares).
Asimismo, en los últimos días los líderes del Partido Colorado, al que pertenece Cartes, han conseguido que algunos sindicatos de funcionarios públicos no se adhieran a la huelga.
Al mismo tiempo, el Gobierno ha divulgado una grabación que a su juicio prueba la existencia de un plan para provocar actos de violencia el miércoles.
Los sindicatos han defendido sus intenciones pacíficas y han aseverado que el Gobierno lleva a cabo una campaña para infundir miedo y desmotivar la participación.
Además de para el Ejecutivo, la protesta también será una prueba de fortaleza para la izquierda paraguaya, después de que el movimiento obrero, que está muy fragmentado, lograra unirse bajo la bandera común de la huelga.
El nivel de seguimiento de la movilización determinará si se trata de un hecho puntual o la continuación de un período de mayor activismo en las calles, que en los últimos meses ha demostrado que es capaz de ejercer cierta influencia en las decisiones en el Congreso y el Ejecutivo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Desafiando el cambio climático, la Vuelta a España 2026 se sumerge en verano en Andalucía
Sumar ultima con el PSOE la reunión para abordar la crisis y advierte del riesgo de parálisis: “Seguir así es alimentar a Vox”
Los Oscar pasarán a YouTube en todo el mundo en 2029 marcando un cambio histórico en la televisión
Detenido en México Jacobo Reyes, líder de la red de contrabando del dueño de Miss Universo
Lo más visto
- Elon Musk, más cerca de ser el primer hombre en alcanzar una fortuna de un billón de dólares
- La población de pumas de la Patagonia se dispara gracias a una presa inesperada: los pingüinos
- El Gobierno de Mazón pagó 107 millones de euros más a Ribera Salud al aumentar su aportación por ciudadano
- El Supremo ordena al ex fiscal general el pago de la multa y la indemnización a la pareja de Ayuso que le impuso al condenarle
- Víctor Manuel, músico: “El capital tiene que rectificar, nunca pensé que fueran a ser tan voraces”




























































