Japón, los problemas sociales y económicos de un país sin jefas
En Japón no hay casi jefas. Las mujeres ocupan menos de un 5% de los puestos directivos en las empresas, una proporción ínfima para un país desarrollado que supone un gran reto en los planos económico y social.
Las preocupantes estadísticas siguen repitiéndose. El último estudio realizado por el diario financiero Nikkei vuelve a incidir en la falta de mujeres en puestos de gestión en el mundo empresarial nipón.
La encuesta publicada hoy y realizada entre 1.150 compañías de 33 sectores diferentes señala que las mujeres ocupan una media de un 4,9% de los cargos de dirección.
La cifra es aun mucho más desoladora en la industria, donde sectores tan punteros para Japón como el del automóvil y el tecnológico cuentan con solo un 1% o un 2% de mujeres en altos cargos.
La tercera economía del mundo no difiera de las de otros países en cuento a participación de la mujer en el mercado laboral, con una cifra de alrededor del 40%, similar a la de Europa o Estados Unidos.
El problema es que a nivel general, contando la empresa privada y la administración pública, las mujeres en puestos de responsabilidad no llegan al 12%, mientras que otros países occidentales rondan el 30% o el 40%.
"Los objetivos numéricos están todavía muy lejos de conseguirse, pero no hay que ser pesimista", explica Kaori Fujita, directora de la compañía Lifework.
En este sentido, señala que están aumentando las contrataciones permanentes de mujeres que antes estaban a tiempo parcial y el número de trabajadoras es ya significativo en algunas industrias como la de los seguros, donde alcanzan el 20%.
Pero lo que es cierto es que los casos como los de Credit Saison, una gran compañía nipona dedicada a las tarjetas de crédito que cuenta con un 70 por ciento de mujeres en su plantilla y un 50 en cargos de dirección, son una excepción.
Los expertos coinciden en que, además de la desmotivación por la falta de promoción, las mujeres en Japón cuentan con un importante componente cultural que supone un freno para su desarrollo profesional.
Aunque la incorporación de la mujer ha aumentado progresivamente, la industrialización ha convertido en uso social que sea el hombre quien tenga un trabajo remunerado y que la mujer se dedique al hogar y la familia.
En este sentido, según datos de 2013 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), alrededor del 60 por ciento de las japonesas abandona su trabajo tras tener el primer hijo.
Una reciente encuesta del Gobierno nipón pone de manifiesto la falta de motivación laboral entre las jóvenes.
Una de cada tres solteras de entre 15 y 39 años reconocía que le gustaría dedicarse exclusivamente a las tareas del hogar tras casarse.
Este no sólo es un problema de igualdad de sexos para Japón, que tiene una de las fuerzas laborales más envejecidas del mundo y se calcula que el número de trabajadores caerá en 2027 hasta los 70 millones desde los actuales 79,19 millones.
Este declive y lo que supone en la disminución de las cotizaciones al sistema de Seguridad Social hace necesario, según todas los organismos internacionales, una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral.
La promoción, señalan los expertos, sería un factor fundamental para motivar a las mujeres a participar de la actividad productiva del país.
El Gobierno japonés es muy consciente de ello y se ha marcado como objetivo, dentro de un ambicioso plan de crecimiento, que el número de mujeres en cargos de responsabilidad llegue al 30% en 2020.
Para ello se han puesto en marcha iniciativas como un programa para crear 20.000 nuevas plazas en guarderías públicas y privadas y hacer frente a la escasez de este servicio.
El reto es ambicioso y la tarea complicada para un Ejecutivo y un Parlamento que cuentan con menos de un 10% de mujeres entre sus miembros.
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