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La fibra impulsa las consolidaciones

La puja por Ono abre la veda de las compras en las telecomunicaciones

Ramón Muñoz
Edificio de Ono en Barcelona.
Edificio de Ono en Barcelona.Jordi Roviralta

Unos están locos por vender. Y otros, con menos entusiasmo porque se trata de rascarse el bolsillo, dispuestos a comprar. Así que no hay duda de que en 2014 habrá boda(s) en el sector de las telecomunicaciones. Los pretendientes de las llamadas consolidaciones llevan un largo tiempo de noviazgo y ahora solo falta negociar la dote y escoger la pareja. Ono, Jazztel y Yoigo lucen sin disimulo desde hace tiempo el cartel de venta. La diferencia es que por primera vez hay compradores reconocidos. Vodafone se ha sentado con los fondos propietarios de Ono para negociar la compra. A la puja se ha unido Liberty Global, propiedad del multimillonario estadounidense John Malone, que ha competido con la británica por varias cableras europeas, y ya se ha hecho con la holandesa Ziggo y la británica Virgin Media.

Los analistas coinciden en estimar que el primer movimiento activará la caída del resto de fichas de dominó. Si Ono se vende, Jazztel y Yoigo serían los siguientes en caer. Y el comprador más probable sería Orange, ante la imposibilidad de que Telefónica puje por motivos de competencia.

El consejero delegado del grupo, Vittorio Colao, en la conferencia de explicación de resultados de esta semana no ha ocultado su interés por “aprovechar las oportunidades en España”, en referencia a Ono. Y Stephane Richard, consejero delegado de Orange, ha dicho que “España es una prioridad y está dispuesta a participar en el proceso de consolidación”.

Una vez sentados a la mesa a los jugadores ahora solo les queda jugar bien las bazas. Se trata de medir bien los tiempos y las urgencias. En el caso del mercado español, el que más prisa parece tener es Ono. Sus propietarios son fondos de capital riesgo, especialistas en relanzar un proyecto y venderlo en un breve plazo a buen precio a compañías del sector. Los cuatro que controlan Ono —Providence Equity Partners, Thomas H. Lee Partners y CCMP— entraron en el capital en 2005, han cumplido con creces ese plazo y sus inversores les piden insistentemente un retorno de su inversión bien a través de una venta directa o una salida a Bolsa que puede decidir el consejo que se celebra esta semana. La propuesta de Vodafone estará encima de la mesa y puede que eso anime a otros grupos como Liberty, o el magnate mexicano Carlos Slim a remitir también la suya. 

La apuesta de los analistas es Vodafone con Ono y Orange con Jazztel

Jazztel tiene menos presión porque sus accionistas, encabezados por su presidente, Leopoldo Fernández Pujals, hace tiempo que pasaron el Rubicón de la rentabilidad de la operadora. La espectacular revalorización de las acciones compensa con creces su inversión. En 2008, los títulos marcaban un mínimo de 1,3 euros. Hoy cotizan por encima de los 9 euros con una capitalización de 2.300 millones de euros. Parte de esa revalorización se debe, precisamente, a los insistentes rumores sobre la compra de la empresa. Pero también a una gestión comercial eficaz y sin estridencias que le ha permitido atraer 1,4 millones de clientes de ADSL y un millón de móvil (sobre la red de Orange).

Ahora tiene el reto de seguir creciendo y cumplir su plan de negocio (2013-2017), pese al esfuerzo inversor para el despliegue de su red propia de fibra (FTTH), junto a Telefónica, con tres millones de hogares pasados a finales de 2015.

Los compradores también tienen distinto grado de apremio. A Vodafone parece que le queman los 65.000 millones netos de la venta de Verizon para relanzar su principal mercado, el europeo. Lleva cuatro años intentando dar con la tecla en España. Su apuesta por el “solo móvil” no ha funcionado, como prueba la continua caída de ingresos y la sangría de clientes. Para enderezar la situación designaron a Antonio Coimbra, un portugués acostumbrado a lidiar con mercados en crisis. Cambió el lema y se decidió por la convergencia fijo-móvil. Pero sabe perfectamente que la actual oferta de ADSL, fruto de la compra de Tele 2 en 2007, no es suficiente, ni siquiera a medio plazo para competir con éxito con Telefónica. Como Orange es consciente que tampoco le sirve su actual oferta de banda ancha fija basada en los clientes heredados de Ya.com.

Y es que el antiguo monopolio es el único que cuenta por el momento con una base de clientes activos de fibra (600.000) y, por tanto, parte con ventaja en la carrera de la velocidad y el ancho de banda por el que necesariamente deben pasar todos los competidores si quieren atender los nuevos servicios como vídeo y datos masivos.

Se trata de tener la mejor oferta conjunta de banda ancha y móvil

Según el servicio de análisis de Sabadell, una operación de compra tendría sentido desde el punto de vista de negocio porque Vodafone fortalecería su presencia en España, en banda ancha fija pasaría de 896.000 clientes y una cuota del 7,5% a 2,64 millones y una cuota del 21%, y en móvil incluiría 900.000 clientes y ampliaría su cuota.al 26%.

Como Sabadell, casi todos los analistas (N+1 Equities, BBVA, Santander, Fidentiis, etcétera) estiman la generación de sinergias significativas, por migración de clientes tanto de banda ancha a la red propia de Ono (siete millones de hogares pasados por cable, capaz de dar velocidades similares a la fibra) y de móviles a la red propia de Vodafone (los de Ono operan con la de Telefónica). También permitiría reducir el elevado coste de la deuda de Ono (3.300 millones de euros) de un 8,5% de interés de media.

Los matices a esa fotografía ideal son varios: no todos los clientes, sobre todo los de móvil, se pasarían a Vodafone al tener que cambiar de red; en la cancelación de la deuda habría que incluir un sobrecoste para compensar a los bonistas puesto que la mayor parte de la deuda (2.400 millones de euros) está en bonos; y el precio a pagar sería elevado —se han filtrado 7.000 millones de euros—, con un ratio sobre Ebitda de 9 o 10 veces, con una evolución del beneficio operativo es a la baja.

Orange, el otro comprador en potencia, cumpliría su sueño de convertirse en el segundo operador de telecomunicaciones si adquiere Jazztel. Cuenta con una fuerte oferta de fibra, que se uniría a la red propia que está tendiendo con Vodafone. Además, posee tiene un balance saneado (89 millones de deuda neta), y más margen que Ono para seguir creciendo (18% de aumento anual medio de su Ebitda desde 2015 hasta 2017, según su plan).

Pero se abren las dudas sobre el nivel de sinergias del millón de clientes de móviles de Jazztel, que ya operan bajo la red de Orange. Y en fibra queda la duda de si Telefónica, que prevé ampliar el acuerdo con Jazztel para llegar a seis millones de hogares, aceptaría esa ampliación si los franceses llevan a cabo la adquisición. Además, si Vodafone compra Ono y la francesa adquiere Jazztel, su acuerdo para llegar a seis millones de hogares en 2017 quedaría en entredicho.

Los cromos siempre pueden intercambiarse. Orange puede también pujar por Ono, aunque su nivel de endeudamiento es superior. Y hasta Jazztel podría animarse a hacerse con una red móvil propia comprando Yoigo, si bien el escenario es remoto. Es cuestión de tiempo y de saber aguantar las cartas.

El ‘patito feo’ de Yoigo

Tuvo su oportunidad. Era la novia más pretendida. Y hasta ya se habían pactado las gananciales. Pero la boda se deshizo casi en la iglesia. TeliaSonera, el grupo sueco propietario del 76,6% del cuarto operador español Yoigo, descartó en la primavera pasada la venta de su filial por la que había varias ofertas.
Vodafone y Orange aspiraban a hacerse con Yoigo para distanciarse como segundo operador. Ofrecían casi 1.000 millones de euros por el 100% del grupo, una valoración más que estimable entonces (300 euros por cliente). Pero las duras cláusulas de salvaguarda que impusieron, para evitar problemas posteriores regulatorios o de competencia, hicieron fracasar la operación.
Aunque apenas hayan pasado nueve meses, el panorama ha dado un vuelco completo. La palabra de moda es la convergencia y Yoigo solo tiene, por el momento, clientes de móvil, y el acuerdo de última hora con Telefónica para comercializar su Fusión no convence a posibles compradores.
Además, como operador con red, ha comenzado a sufrir con fuerza el empuje de los virtuales que le roban clientes mes a mes. Lo peor es que la mayor parte van a parar precisamente a Ono y Jazztel, los otros dos candidatos a ser adquiridos.
Yoigo ya no está en la cartera de los bancos de inversión, los más interesados en que se cierren grandes compras para cobrar sus comisiones Por eso, las malas lenguas del sector comienzan a llamar a Yoigo el patito feo. Aunque tal vez como en el cuento, el patito crezca y se haga cisne.

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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