Europa confía en cerrar hoy un acuerdo de mínimos sobre unión bancaria

“Progresamos”. Es el mensaje que más repetían esta mañana los ministros de Economía antes de entrar en una reunión que se presentaba como decisiva. Los participantes en el Ecofin deberán dar un empujón definitivo a la unión bancaria con la creación de un sistema europeo para cerrar bancos con problemas. Parece bastante probable que el encuentro de hoy no sea el definitivo y que los ministros se vean de nuevo la semana que viene. Pero lo que sí puede salir es un acuerdo político general que deje algunos detalles técnicos para más adelante. “Será una jornada larga, pero nos hemos esforzado por avanzar los puntos en común”, ha sintetizado el comisario europeo Michel Barnier.

Las reuniones de última hora —la que celebraron los ministros de Alemania, Francia, Italia y España en Berlín la semana pasada; y ayer por la noche en Bruselas— han servido para despejar el panorama. “Nos vamos acercando a una solución final con un mecanismo de resolución único y un fondo único con un periodo de transición”, ha dicho el español Luis de Guindos.

Los puntos clave son varios, pero se pueden resumir en dos. ¿Quién tiene el poder para decidir que hay que cerrar un banco? Y, llegados a ese punto, ¿quién pone el dinero? Frente a lo que defienden la Comisión y Francia, Alemania recela de que todo ese poder recaiga en Bruselas. Las soluciones que se vislumbran están en el punto medio, pero con una inclinación hacia los intereses de Berlín.

¿Quién sería el encargado de tener la última palabra a la hora de cerrar un banco? Ha de ser una institución europea; y los candidatos se reducen a la Comisión o al Consejo, es decir, los Gobiernos. La Comisión Europea —y una mayoría de países— se ha elegido a sí misma como los órganos más adecuado para “apretar el último botón”, ya que considera que el Consejo, el órgano preferido por Berlín, es demasiado lento y sujeto a las decisiones políticas de cada Estado miembro. En la Comisión aseguran que no se obstinan en ser ellos los que tengan la última palabra, sino lo que es imprescindible es un órgano que actúe de forma eficaz.

El segundo, y más importante aún punto de discusión, tiene que ver con el bolsillo. La jerarquía está clara: si un banco tiene problemas, los primeros que tendrán que pagar la factura serán sus accionistas y acreedores con deuda júnior. Si no hay suficiente habrá que recurrir al fondo de resolución, dotado con recursos que ha puesto el sector. Pero este fondo tardará años en ponerse en marcha, y la cuestión es quién pone el dinero mientras tanto. La mayoría de países quieren que el dinero venga del Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate europeo, y no de los Gobiernos, que podrían no tener los recursos necesarios. Alemania, en cambio, preferiría que cada país respondiera de sus entidades; y que si no pudiera hacer frente a la factura, pidiera el dinero al Mede. Pero que lo hiciera el país, con cargo a su deuda, como hizo España en el rescate a su banca.

El alemán Asmussen, miembro del BCE, ha adelantado que la solución consistirá en poner en marcha con carácter inmediato una autoridad única de liquidación y dejar el fondo único para el final de “un periodo de transición”. Los ministros deberán decidir hoy cómo se articula esa fase transitoria. “Es clave que durante el periodo de transición, cuando no haya suficiente dinero en el fondo único, tengamos una red de seguridad creíble para el fondo”, ha añadido.