EE UU se recupera a tiempo parcial
El crecimiento de la economía estadounidense solo alienta puestos de trabajo precarios
Las protestas por conseguir salarios más altos se extienden por Estados Unidos. Unas veces son protagonizados por los empleados de Walmart, el mayor empleador privado del país. Otra por los de McDonald’s, Burger King o Wendy’s. Son las voces de un problema que arrastra la mayor economía del mundo y que explica por qué la recuperación es tan lenta. Las bajas remuneraciones y la disparidad con las pagas de los ejecutivos también preocupan desde hace tiempo a Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal.
Estados Unidos está creando empleo desde hace 34 meses. En el último año se cubrieron 189.000 puestos de trabajo de media al mes. Pero algunos datos tienen truco. Si lo que se toma como punto de partida es el fin de la recesión, se han recuperado casi seis millones de los 8,8 millones de empleos perdidos. Sin embargo, el paro está aún en el 7,4% y gran parte de la caída experimentada en la tasa de desempleo se atribuye a que se contrajo el mercado. Hay 2,2 millones de empleados menos que en 2007 y 13 millones más de personas en edad de trabajar.
Hay más cifras engañosas. Si la tasa de actividad, actualmente en el 63,4%, estuviera al nivel previo a la crisis, el paro rondaría el 10%. Si lo que se tiene en cuenta al calcular el desempleo son los 8,2 millones de empleados forzados trabajar a tiempo parcial —donde la hora se paga a unos 15,75 dólares de media (11,8 euros)— y los 2,4 millones apartados del mercado, el subempleo llega al 14%. Por no hablar de los 4,2 millones de parados de larga duración.
La excepción a los sueldos bajos
El deterioro de la calidad del empleo en Estados Unidos abarata los salarios. Según los datos del Proyecto para una Ley de Empleo Nacional, un grupo de defensa de los trabajadores, la economía de EE UU tiene ahora un 7,3% menos empleos de salario medio que antes de la crisis pero los trabajos con salarios más bajos están un 8,7% por encima de los niveles de entonces.
La rebaja de las condiciones laborales es uno de los asuntos recurrentes en la campaña que ha emprendido este verano Barack Obama para vender los méritos de su plan económico. En su primer acto, en Illinois, el presidente pidió a las empresas que paguen salarios dignos a sus empleados. Y ahí citó a la cadena de descuento Costco. Su cofundador James Sinegal se jubiló hace dos años sin que conste un solo despido en su registro.
Craig Jelinek, su actual consejero delegado, se encuentra entre los empresarios que apoya que se eleve la paga mínima a 10,10 dólares. En su caso, un empleado recién contratado cobra 11,5 dólares.
Un empleado de Costco suele cobrar por encima de los 20 dólares la hora trabajada, frente a los 13 dólares de su rival Walmart. La recesión, sin embargo, le fue bien a la firma de Seattle. Es el lugar al que acuden las familias con los presupuestos más ajustados para comprar. Sus ventas y su beneficio vienen creciendo un 15% de media al año desde 2009.
La acción de Costco se apreció un 140% desde entonces, frente al 50% de la de Walmart, tras mejorar la facturación y las ganancias cerca de un 5%. Además, la compañía es conocida por destinar parte de los beneficios a mejorar las condiciones de trabajo de sus asalariados, que reciben seguro médico a costa de la empresa y pensión. Aquí nadie protesta estos días por sus sueldos.
Es cierto que las condiciones del mercado laboral mejoran en EE UU y eso justificaría que la Reserva Federal empiece a moderar los estímulos financieros a finales de 2013. Pero la calidad del empleo nuevo es más que dudosa. Hay 5,2 millones de empleos menos a tiempo completo que en 2007, cuando empezó la crisis financiera.
Esencialmente, la mitad del empleo creado desde mediados de 2009 es trabajo a tiempo parcial. Lo peor, según los analistas, es que hay 22 millones de trabajadores que quieren un empleo a tiempo pleno y no lo encuentran. A esto se le añade el hecho de que las nuevas ocupaciones están por lo general peor remuneradas que antes de la crisis, lo que explica también que muchos profesionales se queden al margen y se resistan a aceptar algunas ofertas.
Comercio, restauración y hostelería son los sectores que más empleo crearon el último año, el 22% del total. Ahí los sueldos son más bajos, de entre 350 y 520 dólares a la semana frente a los 825 dólares de media. De hecho, son las ocupaciones peor pagadas las que están detrás el reciente incremento del empleo, que desde el Economic Policy Institute se califica de “desproporcionado”. Esas categorías en julio representaron el 52% de los nuevos contratos.
Varios factores explican esta situación. Por un lado, a la incertidumbre económica, la lenta recuperación y la baja demanda del consumidor. Por otro, podría ser consecuencia a las nuevas reglas para las empresas derivadas de la reforma sanitaria. Aunque lo cierto es que esta tendencia se observa desde 2001, por el efecto de una economía más basada en Internet y menos en la manufactura y por la competencia global.
Lo llamativo es que los contratos a tiempo parcial empiezan a extenderse a ocupaciones que antes parecían seguras, como ingenieros y tecnologías de la información. De acuerdo con los economistas, eso indica que la economía no está creciendo al ritmo necesario para crear empleo de calidad.
Las protestas por los bajos salarios coinciden con el debate para elevar la paga mínima por hora trabajada en EE UU y que esta se vincule a la evolución del coste de la vida. El presidente Barack Obama propuso a comienzos de año, en el discurso sobre el Estado de la Unión, que subiera a, al menos, 9 dólares (6,75 euros), como una solución para intentar frenar la creciente desigualdad y ayudar a crear una clase media más amplia.
Ahora esa paga mínima se sitúa en 7,25 dólares (5,40). Con ese sueldo el ingreso anual ronda los 14.500 dólares, muy por debajo a la renta media. “Eso podría marcar la diferencia entre ir al supermercado o a un banco de alimentos”, según Obama. El último incremento se produjo en 2009, pero 19 estados la tienen por encima del nivel federal.
Las encuestas muestran que el 92% de los demócratas y el 62% de los republicanos son favorables a subir la hora trabajada a 10,1 dólares (7,50 euros) para 2015 pero la negociación en el Congreso avanza con lentitud. Hasta que la ley no se apruebe en las dos cámaras, la paga mínima no se puede subir.
La Casa Blanca cree que revertirá positivamente en las empresas, porque “los clientes tendrán más dinero en sus bolsillos” para gastar. Además, explican que al plantear una paga mínima ligada a la inflación, los empresarios no tendrán que estar pendientes de los enfrentamientos políticos en Washington para saber lo que tendrán que pagar a sus empleados.
Los demócratas creen que Barack Obama se queda corto con su propuesta de 9 dólares por hora, pero los republicanos creen que el incremento puede dañar a la pequeña empresa y que eso repercutirá en la economía y el empleo. Estados Unidos por tanto, afronta un dilema peliagudo. Con una economía que debe tanto al consumo privado, la seguridad laboral es determinante para que la gente se sienta mejor y gaste.
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