El ácaro que mata a las abejas se vuelve inmune a los pesticidas
Los apicultores de la principal zona productora en Castilla y León han confirmado que los tratamientos químicos para combatir el ácaro de la varroa, uno de los mayores causantes de la mortandad de las abejas, tienen que modificarse cada tres o cuatro años porque el parásito se inmuniza.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha advertido de que cada vez está más extendida la resistencia de este ácaro a los pesticidas y otros productos utilizados para combatirlo, para los que hasta el momento hay pocas alternativas eficaces.
Castilla y León es la comunidad autónoma con más explotaciones apícolas, según el Ministerio de Agricultura, con más de 3.700, aunque solo unas quinientas profesionales, la mayoría en Salamanca.
El presidente de la Asociación de Apicultores de Salamanca, Castor Fernández, ha explicado a la Agencia Efe que el ácaro de la varroa se coloca en el lomo de la abeja y, si no se trata debidamente, es muy dañino y puede acabar con toda la colmena.
La aplicación de los tratamientos químicos para combatir la varroa, que hace que las abejas obreras nazcan con malformaciones, debe ser muy estricta para que estas sustancias no pasen ni a la miel ni al polen.
"Los principios activos de los acaricidas se colocan, por lo general, en tiras impregnadas en la colmena y tienen que aplicarse cuando ya no hay producción, a partir de septiembre", ha indicado.
En Castilla y León, los apicultores usan, sobre todo, dos productos químicos para acabar con la varroa: el conocido como 'Check-Mike', cuyo principio activo es el eoumaphos, y el medicamento Apivar, basado en el principio activo del amitraz, ante el que el ácaro de la varroa ha aumentado su resistencia, según los investigadores en Estados Unidos.
Otros apicultores usan el insecticida denominado Klartan, impregnando tablillas de chopo que se colocan en la colmena.
Cuando la reina pone los huevos en los alveolos del panal, la varroa se mete en ellos antes de que la abeja los cierre con cera y cuando a los veintiún días nacen las crías, estos ácaros se comen las patas y las alas y las abejas obreras nacen con malformaciones.
Inmediatamente, las abejas expulsan de la colmena a este tipo de crías, que no son aptas para la elaboración de miel, un factor que reduce la producción apícola.
Debido a los restos químicos y a la pérdida de eficacia, ya que los ácaros se vuelven resistentes, existen todo tipo de investigaciones para intentar combatir el parásito mediante procesos no contaminantes.
En Estados Unidos han inventado un sistema eléctrico denominado Mitezapper, o atrapa-ácaros, un cuadro eléctrico, parecido a un panal, que se coloca en la colmena y se conecta a la batería de un coche para, mediante electricidad, irradiar calor y acabar con los ácaros de la varroa.
Según sus inventores, el método es eficaz en un 85 por ciento.
La Universidad de Pensilvania ha comprobado que el ácaro también se puede combatir con ácido fórmico, aplicado mediante vaporización en época de mucha infestación de ácaros.
Otros apicultores han constatado que se puede acabar con la varroa mediante el azúcar en polvo y la Universidad del Mar del Plata (Argentina) ha ensayado con aceite esencial de pomelo, también con resultados positivos.
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