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TURISMO TRADICIONES

Las Cruces de Mayo, una fiesta que se "multiplica" y mira a sus orígenes

Vecinos del barrio granadino del Albaicín, bailan delante de la cruz que ha obtenido el primer premio en la modalidad de plazas, hoy, que se celebra la festividad de las Cruces de Mayo.
Vecinos del barrio granadino del Albaicín, bailan delante de la cruz que ha obtenido el primer premio en la modalidad de plazas, hoy, que se celebra la festividad de las Cruces de Mayo.EFE

Con permiso de la climatología, la llegada del mes de mayo a Granada va acompañada cada primavera de una popular fiesta que, pese a que parecía haber dejado de lado hace algunos años su carácter tradicional y cedido terreno al alcohol, se multiplica hoy con ochenta cruces repartidas por toda la ciudad.

La festividad de las Cruces de Mayo, que algunos historiadores ya testimonian en 1625, ha vivido en menos de una década una verdadera inflexión, al pasar de estar prácticamente eclipsada y desvirtuada por los numerosos botellones que se salpicaban por el casco urbano a "revitalizarse" desde un espíritu mucho más costumbrista.

El asombroso aumento de cruces que llenan de color y vida calles, plazas, patios, escaparates y centros escolares, que en poco tiempo han pasado en número de ocho a ochenta, se justifica según responsables municipales como el concejal de Cultura, Juan García Montero, en una buena planificación y el consenso político.

Atrás quedan agrias polémicas motivadas por el hecho de que la fiesta parecería ser sinónimo de consumo incontrolado de alcohol y dejara además numerosas zonas de la capital repletas de toneladas de residuos.

Desde que, a partir de 2005, se restringiera la autorización para instalar barras exteriores junto a las cruces y sectores como el de la hostelería advirtieran del daño que la proliferación de botellones hacía a la imagen turística, la fiesta ha tratado de recuperar su génesis popular como expresión del buen hacer artístico de vecinos, comerciantes y asociaciones.

Son precisamente estos colectivos, apoyados a través de ayudas económicas del Ayuntamiento y empresas colaboradoras, los que cada año han logrado proteger la esencia de una festividad que continúa atrayendo a miles de visitantes y que mantiene vivas no pocas curiosidades.

Alrededor de cada cruz, habitualmente decorada con centenares de flores y decenas de macetas, se monta un verdadero altar engalanado con cacharros de cerámica, mantones y otros textiles, peroles de cobre y un elemento que, a priori, puede resultar incomprensible: unas tijeras abiertas y clavadas sobre un pero (manzana).

Este fruto pretende advertir -en sentido figurado y como manda la tradición- que el que se atreva a criticar la cruz se expone a que le corten la lengua, poniendo así freno a la maledicencia popular que puede acabar poniendo algunos "peros" al montaje.

Ninguno de estos elementos, tampoco la petición de donativos en forma de "chavicos" (diminutivo de ochavo), faltan por ejemplo en la cruz instalada en plaza Larga, en pleno corazón del histórico barrio del Albaicín y muy cerca del mirador más famoso frente a la Alhambra -el del San Nicolás-, cuyos vecinos han logrado alzarse una vez más con el primer premio del concurso en la categoría de calles y plazas.

Pero más allá de los tradicionales, estos efímeros monumentos, que en esta ocasión podrán permanecer instalados hasta la madrugada del sábado al domingo por la coincidencia con el fin de semana, las cruces no son ajenas a actuales preocupaciones sociales o aficiones deportivas.

Es el caso de la que distintos colectivos, con apoyo del grupo Stop Desahucios, han levantado contra los recortes en la emblemática plaza de Mariana Pineda o la que -muy cerca de ese emplazamiento- preside la plaza del Campillo y que está dedicada al Granada CF.

"Cambian los tiempos pero nunca debemos de renunciar a nuestras costumbres y perder nuestra identidad persiguiendo una mal entendida modernidad", ha resumido este mediodía el pregonero oficial de la fiesta este año, el matador de toros y empresario taurino Pedro Pérez Chicote.

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