Indios vuelven a paralizar las obras de una polémica represa en la Amazonía brasileña
Unas 200 personas paralizaron hoy nuevamente la construcción de la polémica presa de Belo Monte, que será la tercera mayor del mundo y a la que se oponen ecologistas e indígenas.
Los protagonistas de la protesta exigen la paralización de las obras hasta que sean concluidos todos los estudios sobre los efectos ambientales de la construcción de hidroeléctricas en la Amazonía, según la organización no gubernamental Xingú Vivo Para Siempre.
Belo Monte, cuyas obras han sido paralizadas en varias ocasiones por manifestantes o por decisiones judiciales, comenzó a ser construida en marzo del año pasado en un trecho del río Xingú en jurisdicción de Altamira, municipio en el estado amazónico de Pará.
Los manifestantes, pertenecientes a las etnias Munduruku, Juruna, Kayapó, Xipaya, Kuruaya, Asurini, Parakaná y Arara, también reivindican que el Gobierno reglamente la convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que obliga a los responsables por este tipo de obras a consultar previamente a la población afectada.
Según Xingú Vivo Para Siempre, los indígenas, así como pescadores y colonos que los apoyan, quieren que el Gobierno suspenda provisionalmente todas las represas que son construidas actualmente en los ríos Xingú, Tapajós y Teles Pires.
Los manifestantes dicen que permanecerán en Belo Monte por tiempo indeterminado o hasta que sus reivindicaciones sean atendidas.
La organización no gubernamental calcula que la manifestación impidió que cerca de 6.000 de los más de 20.000 trabajadores de la obra acudiera a sus puestos en el principal frente de trabajo.
Los movimientos sociales agrupados por Xungú Vivo Para Siempre alegan que, a sus peticiones de diálogo, el Gobierno respondió en marzo pasado con un decreto que autoriza a la Fuerza Nacional de Seguridad Pública a usar tropas para "auxiliar la realización de estudios técnicos sobre impactos ambientales negativos" en obras en la Amazonía.
Los indígenas denunciaron que, con base en ese decreto, el Gobierno envió cerca de 250 agentes de la Fuerza Nacional al local en que se construye el Complejo Hidroeléctrico de Tapajós, también en Pará y al que se oponen los indios Manduruku.
"Somos las personas que viven en los ríos en los que ustedes quieren construir represas. Somos de la Amazonía y la queremos en pie", aseguran los manifestantes en una carta.
"Nos están apuntando armas a la cabeza. Sitian nuestros territorios con soldados y camiones de guerra. Hacen que los peces desaparezcan", agregan los indios, que atribuyen la represión a la negativa del Gobierno a escuchar a quienes se oponen a las obras.
La represa de Belo Monte, con una capacidad de generación de 11.233 megavatios en las épocas de crecida del Xingú, es uno de los principales proyectos de Brasil para atender su futura demanda de energía y el inicio de operaciones está previsto para 2015.
Según datos oficiales, para la construcción de ese coloso de cemento en plena Amazonía serán inundados 516 kilómetros cuadrados de selva, por lo que los grupos ecologistas alegan que las obras desplazarán a unos 50.000 indios y campesinos que habitan en las riberas del Xingú y que causarán "daños irreparables" al ya delicado ecosistema amazónico.
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