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A golpe de fragua, yunque y martillo

La forja artesanal es creada por el artesano pieza a pieza y a medida El hierro es un buen aliado en la decoración de viviendas

Sandra López Letón
Cama de colección Edén, de Forja Beltrán
Cama de colección Edén, de Forja Beltrán

En pocas palabras, "la forja es ese encuentro maravilloso del artesano con el cliente y la obra a realizar", explica el maestro Miguel Martínez García, de Forja Miguel, taller de artesanía y forja toledana del hierro desde 1890 en Villarrubia de Santiago (Toledo). Dice con honor ser la tercera generación que mantiene el oficio.

 Y así, pieza a pieza, el maestro forjador fragua con sus manos auténticas obras de arte, únicas, genuinas, a medida, exclusivas.

Las de hierro forjado son piezas cotizadas que ennoblecen una vivienda. "Las de mayor valor y que dan más libertad al diseño son las que se elaboran con sencillos útiles, muchos de ellos fabricados por los propios artesanos, y la ayuda de herramientas simples como martillo, tenazas, grifas, compás, punteros y mordazas", indica el artesano Martínez, que asegura que el 90% de sus clientes buscan la forja tradicional, la que hemos visto siempre.

Este metal aporta un toque de distinción en puertas, portales y cancelas, barandillas, escaleras de caracol, balcones y balconcillos, miradores, rejas de ventana, verjas y mobiliario de interior (mesas, sillas, lámparas, apliques, cabeceros, camas con dosel). También en herrajes (aldabas o llamadores, pomos, agarradores, manivelas y tiradores, perchas, manillas, fallebas, bisagras o picaportes). Nobleza y elegancia, pero también resistencia, funcionalidad y durabilidad.

La forja se ha convertido en cómplice de decoraciones rústicas y clásicas. Pero también ha sido capaz de adaptarse y encajar con ornatos modernos y vanguardistas. Tanto es así que el herraje castellano ha pasado de ser exclusivo de puertas y ventanas de madera para colocarse en puertas de melamina, PVC y cristal, señalan en Artesanía Galfarsoro. Y se emplea junto con otros materiales, como el metacrilato, en peldaños o los cerámicos para cabeceros de camas, barandillas y biombos.

En exteriores es un cerramiento que aporta belleza y seguridad. Está presente en rejas, cancelas y puertas, ojos de buey, balcones o barandillas. Pocos elementos son tan seguros como los de forja artesanal, dice un maestro forjador. Se coloca también en las barandillas de piscinas y en los cenadores para jardines.

Los acabados más recomendables en exteriores son los tonos fuertes y, si es posible, mantener la tonalidad del hierro envejecido. Acabados en negro, óxido-rústico, patinado y oro viejo, dicen en Artesanía Galfarsoro. Su precio depende de multitud de factores: si se fabrica a medida, motivos decorativos o tamaño. Por ejemplo, una reja castellana -la más conocida por ser muy sobria y austera- puede partir de 650 euros (130 centímetros de alto × 100 de ancho). A partir de ahí, lo que el cliente quiera.

En el interior de la vivienda, la forja artística ha entrado con fuerza hasta el mismo dormitorio, con multitud de formas y colores atrevidos. Se ha hecho dueña de los cabeceros y es una alternativa funcional en los dormitorios de diseño actual. En Forja Beltrán hay 150 cabeceros, con motivos florales, formas curvas, abstractas o lisas. Los precios parten de unos 225 euros y llegan hasta los 880. La cama completa, el espejo y la percha pueden ir a juego. "Las camas de forja son ideales para reforzar el estilo barroco, clásico y rústico, pero actualmente disponemos también de camas de forja de estilo moderno, contemporáneo e incluso vanguardista", dicen en esta empresa.

El paso de los siglos no ha sido una barrera. Los artesanos son capaces de crear cualquier pieza que demande el cliente, por muy compleja que sea. "La forja se ha adaptado siempre a los tiempos, a las formas, siempre que esté bien elaborada, hecha con delicadeza, aunque se trate de un material sólido de gran dureza", explica Miguel Martínez.

Los diseños suelen ser a demanda, por encargo del cliente, sobre todo para viviendas, caseríos, palacetes, masías, iglesias, ayuntamientos y restauración de piezas.

"El cliente nos marca el camino, hacemos el producto que el cliente necesita, amoldándonos a sus gustos", señala Juan Ignacio Aramburuzabala, director financiero de Artesanía Galfarsoro, con planta productiva en Álava, que desde hace generaciones trabaja sus productos artesanalmente, pieza a pieza. Se dedica a la fabricación de herrajes decorativos en forja. Trabaja diseños clásicos del herraje castellano y están incorporando diseños más rectos y lisos, en consonancia con el gusto centroeuropeo.

Aun así, el oficio de forjador está casi en extinción, hay pocos artesanos que usen el hierro de forma totalmente artesanal. La demanda ha caído y además se trata de un trabajo duro. No hay que olvidar que esta forja en nada se parece a la que se vende en centros de bricolaje.

Los que quedan siguen haciendo trabajos con modelos exactamente iguales a los que hacían sus bisabuelos hace más de 140 años. Aunque existen moldes para ciertos productos, como pomos o aldabas.

"Ha bajado el consumo de herrajes por la crisis, por el bajón de la construcción en España, por ser un producto al detalle y afincado en un segmento muy claro y significativo del mercado", explican en Artesanía Galfarsoro, empresa que explora los mercados ruso y africano para potenciar la comercialización de su producto.

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Sobre la firma

Sandra López Letón
Redactora especializada en el sector inmobiliario, del que informa desde hace más de dos décadas. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en EL PAÍS. Actualmente, escribe en el suplemento de información económica 'Negocios'. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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