La red oculta de Sousa en Pescanova
La firma enmascaró 480 millones con operaciones en cinco empresas Otras cuatro sociedades están en el punto de mira de los auditores
Cinco empresas llamadas American Shipping, Medosan, Epripel, ASF y El Porvenir, todas radicadas fuera de España, enmascararon al menos un tercio de la deuda oculta de Pescanova, que según un informe de BDO alcanza como mínimo los 1.408 millones de euros, casi el doble del pasivo reconocido oficialmente. La auditora, que perdió la confianza del presidente de la multinacional, ha identificado que esas sociedades, que operaban directamente con la alta dirección, deberían haberse incluido en el balance aunque oficialmente la participación de la pesquera en ellas es inferior al 20%.
American Shipping es una firma con sede en Uruguay de la que Pescanova declaraba tener en 2005 el 49%. Ahora solo reconoce el 19%. Medosan, aparece vinculada a uno de los consejeros de Pescanova, el fondo Liquidambar, y financió a Pescanova a través de pólizas de comercio exterior. De las otras tres compañías, dos de ellas radicadas en Japón y Chile, no hay referencias en ningún documento oficial del grupo, pero la auditora sospecha de vínculos no declarados.
La operativa para enmascarar la deuda, que no se contabilizaba en la Central de Información de Riesgos del Banco de España (CIRBE), se realizaba a través de créditos documentarios, una fórmula de pago internacional en la que el banco del importador asume la financiación de la operación aun cuando la empresa radicada fuera no tenga liquidez en el momento del pago. De esta forma, eran las supuestas filiales las que asumían el pasivo y el dinero se ingresaba directamente en cuentas “controladas por la alta dirección”, según las pesquisas de BDO. Gracias a ello, el incremento de patrimonio de Pescanova pudo alcanzar los 480 millones de euros. En los últimos años, la compañía tuvo que afrontar enormes inversiones para poner en marcha plantas de acuicultura y debilitó su estructura financiera.
Otras cuatro compañías han entrado en el radar de las sospechosas: Lafonia Seafoods, World Frost, Cuvimarket y Polar Limited. Esta última fue creada por Pescanova en los años noventa para las actividades de pesca de calamar en las Malvinas. En 2005 declaraba controlar el 50% de la misma. En 2011 ya no aparece como asociada en la memoria del grupo. El cambio se debió a problemas para faenar en aguas argentinas, que llevó a Pescanova a desvincularse de esa firma. Cuvimarket, por su parte, fue disuelta en febrero de este año.
La operativa se realizaba mediante créditos con la alta dirección
“Esto puede ser solo la punta del iceberg”, señala una fuente financiera. El concurso de acreedores de Pescanova ha sido una explosión totalmente controlada por su presidente, Manuel Fernández de Sousa. Antes de anunciar el concurso, el 28 de febrero, llevaba tiempo preparándose para el tsunami: vendió la mitad de su participación a escondidas, reorganizó sus sociedades y ganó tiempo solicitando el preconcurso de acreedores y lanzando el mensaje de que la firma solo atravesaba un bache.
Entre el 4 y el 22 de febrero, las tres semanas previas a la primera alarma de problemas, hay en el Boletín Oficial del Registro Mercantil (BORME) en total 12 cambios societarios vinculados a los Fernández de Sousa. Manuel, el presidente, abandona el Consejo o la presidencia de las filiales Insuiña, Frivipesca, Pescafresca, Pescanova Alimentación, Novapesca Trading y Pescafina Bacalao, que pasan a tener como administrador único a la matriz Pescanova, SA. Además, su hijo Pablo cesó en la presidencia de Frigodis, Frinova y abandonó los consejos de Frivipesca y Fricatamar. Lo dejó todo, también, en manos de Pescanova. La familia puso, además, orden en sus sociedades personales: el patriarca se inscribió como administrador único de Yatesport y el resto del consejo cesó, lo mismo que en Astilleros y Construcciones Lagoa. Mientras realizaba estos movimientos el presidente también se deshizo de 1,9 millones de acciones sin comunicarlo a la Comisión del Mercado de Valores (CNMV).
Pescanova revocó a BDO el mismo día en el que anunció que presentaba el concurso, el 4 de abril. Ahora la investigación está en manos del auditor forense, la firma KPMG, en la que la CNMV ha depositado toda su confianza para aclarar la turbia contabilidad de Pescanova. No será la primera vez que esta firma vea los papeles de la pesquera: fue la encargada de revisar sus balances y el trabajo hecho por BDO cuando Pescanova realizó ampliaciones de capital en 2011 y 2012. Entonces no vio nada sospechoso.
El presidente abandonó varias filiales días antes del concurso
Ahora la pregunta es: ¿cuánto tiempo puede funcionar la sociedad con la financiación agotada? “No se trata solo de que los barcos tengan dinero para combustible. Pescanova tiene una red de acuicultura que alimenta con miles de toneladas de pienso cada día”, reconocen fuentes de la empresa. Fernández de Sousa, que ha manejado todos los hilos de la firma con el 14% de las acciones (que se han quedado en poco más de un 7%), apenas ha pisado la empresa en las últimas dos semanas. Sus nervios no han aguantado la presión nacional e internacional del escándalo aunque se resiste a dar un paso atrás ante la pasividad de la CNMV.
La banca tampoco tiene clara su estrategia, pero critica que la falta de actuación puede empeorar las cosas: “Desconocemos lo que ocurre dentro”, reconoce uno de los bancos atrapados. El problema, según asegura un antiguo colaborador, es que Sousa “es Pescanova”, lo que significa que es casi el único que conoce a fondo el grupo. Después de su divorcio con Alfonso Paz Andrade, accionista histórico que se separó de la empresa en 2007 por fuertes divergencias con el presidente tras 30 años como consejero delegado, De Sousa ha pilotado la empresa en solitario.
El poder y las lágrimas de Fraga
El presidente de Pescanova siempre ha tenido grandes aliados en el poder, como los tuvo su padre, José Fernández López, en la España franquista que vio nacer a la multinacional en 1960. Manuel Fraga le prestó una inestimable ayuda desde la Xunta para evitar que la multinacional terminase, en 1996, en manos de la angloholandesa Unilever. Aquella operación se realizó bajo una fórmula utilizada para reflotar sociedades públicas y costó 2.000 millones de pesetas (12 millones), además de que la Administración le financió un préstamo de otros 8.000 millones (48 millones de euros).
La Xunta era importante para Pescanova y viceversa. Durante sus últimos años de mandato, Fraga realizó una simbólica visita a la factoría en la que fue recibido con todos los honores. El mandatario gallego se echó a llorar durante la charla que dio en el salón noble de la compañía al recordar ante los periodistas lo importante que la empresa había sido para forjar la Galicia contemporánea.
El ex primer ministro de Namibia Sam Nujoma tampoco perdía nunca oportunidad para ver a Fernández de Sousa en Vigo durante sus estancias en España, según recuerda el periodista Julián Rodríguez en su libro Señores de Galicia. Gracias a esa sintonía —y a las inversiones multimillonarias que la pesquera realizó en las ciudades de Lüderitz y Walvis Bay—, la firma se convirtió en la primera potencia pesquera de ese país.
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