Chipre y el fantasma islandés
Pensábamos que habíamos superado todos los límites de la incapacidad económica cuando el Eurogrupo aprobó por unanimidad una quita a los depósitos protegidos y al imponer un corralito sin la existencia previa de una fuga de depósitos que lo justificase en Chipre. Pero nunca hay que subestimar la capacidad de las personas que están al mando de Europa para equivocarse.
Ayer tras un acuerdo in extremis para salvar los muebles tras el desastre, una declaración del presidente del Eurogrupo volvía a alarmar no solo a los 300 millones de ciudadanos y pequeños ahorradores europeos, sino a millones de inversores internacionales que ya tenían dudas razonables sobre la solvencia del sistema bancario europeo. Lo increíble es que, a la hora de entregar este artículo, este señor no ha dimitido, ni nadie ha pedido su cabeza de manera fulminante.
A Chipre le han aplicado el rescate estándar que han aplicado al resto de países intervenidos. Se liquida una entidad, se segrega un banco malo y el principal banco del país se queda con el supuesto banco bueno. Este banco también está quebrado y será nacionalizado. Es una clásica socialización de deuda privada por deuda pública. Después la deuda pública es insostenible y esto justifica a los líderes germanos sacrificar a otro país del sur ante sus electores y exigirle un duro ajuste fiscal. El pan y circo del siglo XXI en Alemania.
En Europa llevamos décadas sin crisis de esta naturaleza, pero desde el Templo de Delfos, la primera unión política de un estado moderno en Grecia en el siglo IV antes de Cristo, se han resuelto miles de crisis de deuda. Son condiciones necesarias: crecimiento, inflación, devaluación del tipo de cambio, represión financiera, quitas y mutualización.
En Europa, salvo represión financiera en los países centrales, se incumplen todas las condiciones. Alemania lo sabe bien. En el año 2000 su sistema bancario se cayó como un castillo de naipes y forzó al BCE a bajar los tipos al 2%. Cuando el sagrado pilar monetario daba señales de burbujas y forzaba a subir tipos y quebrar a los bancos alemanes, Otmar Issing, alemán y economista jefe del BCE, se encargó de tumbar el pilar. Cuando el Pacto de Estabilidad ponía en riesgo el crecimiento alemán, también se tumbó.
Chipre necesita una quita de todo su balance, incluida la deuda pública, un plan Marshall para volver a crecer, un banco central generoso en la concesión de liquidez y un eurobono que respalde las nuevas emisiones de deuda pública. Esto es la esencia del plan Brady que fue determinante para acabar con la crisis de la deuda en países emergentes en los años ochenta. O esto o “Moisés le dijo a los hebreos: al final de cada siete años deberás cancelar tus deudas… el séptimo año está al llegar. Del extranjero demandarás el reintegro: más lo que tu hermano hebreo tuviere tuyo, lo perdonará tu mano”. Deuteronomio 15.
El fantasma islandés sobrevuela Europa y en Islandia el crecimiento ha vuelto a florecer.
José Carlos Díez es economista jefe de Intermoney y profesor de Economía de Icade.
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