Portugal concluye las grandes privatizaciones exigidas por su rescate
Portugal concluyó hoy las grandes privatizaciones exigidas por su rescate financiero con la venta de la empresa nacional de aeropuertos, que pasa a manos del grupo francés Vinci por más de 3.000 millones de euros.
Esta operación, sumada a la venta de las participaciones en el sector de la energía, por las que obtuvo a principios de año casi 3.300 millones de euros, permitirán al país cumplir holgadamente el objetivo de ingresos por privatizaciones y reducir el déficit fiscal, como exigen la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Aunque el Ejecutivo conservador de Pedro Passos Coelho todavía tiene pendiente deshacerse de la aerolínea TAP, unos astilleros, los correos y varios servicios ferroviarios, de aguas y sanitarios, apenas está previsto que ingrese algunos cientos de millones de euros por ellos.
La venta de ANA anunciada tras el Consejo de Ministros celebrado hoy entrega al grupo francés Vinci, por 3.080 millones de euros, la gestión de las terminales de Lisboa, Oporto, Algarve y Azores, junto a otras menores, durante cincuenta años.
Un portavoz gubernamental explicó que la propuesta francesa fue no solo la más elevada sino la que ofrecía mejores condiciones de desarrollo y promoción internacional de los aeropuertos lusos.
Fueron descartadas las pujas, de menor cuantía, de EAMA, liderada por la Corporación América de Argentina, y de las gestoras de los aeropuertos de Fráncfort y Zurich, esta última asociada a la brasileña CCR.
Vinci, presente en un centenar de países, gestiona una docena de aeropuertos, la mayoría franceses, y en Portugal es accionista mayoritario, con un 37 %, de la empresa Lusoponte, concesionaria de los dos grandes puentes de Lisboa, el Vasco de Gama y el 25 de Abril.
La venta de la empresa de aeropuertos ha dado al Estado luso los mayores ingresos de las privatizaciones exigidas por el rescate de 78.000 millones de euros que le otorgaron el año pasado la UE y el FMI.
En la primera mitad de este año, la venta del 21,3 % de la eléctrica EDP supuso 2.700 millones de euros, y el 40 % de la transportadora de gas y electricidad REN otros 592 millones.
La semana pasada el Ejecutivo luso decidió aplazar la venta de TAP y no aceptó la única puja recibida, del magnate colombiano-brasileño Germán Efromovich, que ofrecía 340 millones de euros.
Esta licitación quedará para 2013, un año en el que el Gobierno luso espera también decidir el futuro de la Radio Televisión Pública (RTP) y la venta de los astilleros de Viana do Castelo, que representarán un encaje de apenas diez millones de euros.
En el caso de ANA, las condiciones del concurso implican que Vinci pague de inmediato cien millones de euros, como señal, y aporte las garantías bancarias del resto de la operación antes de la firma de los contratos.
La empresa francesa, que no podrá vender ANA antes de cinco años, se quedará con un 95 % de sus acciones y el resto se ofrecerá a los trabajadores.
Según lo trascendido de fuentes extraoficiales, la segunda mejor oferta por ANA, tras la de Vinci, era la del grupo alemán Fraport, gestor de una docena de aeropuertos, entre ellos el de Fráncfort, que ofrecía 2.600 millones de euros.
Las pujas de la empresa brasileña CCR y el aeropuerto de Zúrich, y la del grupo EAMA con la Corporación América, gestora de varias terminales argentinas y latinoamericanas, eran por importes menores.
El Partido Socialista (PS), principal de la oposición, criticó de inmediato el proceso de privatización de los aeropuertos lusos, y su líder parlamentario, Carlos Zorrinho, lo calificó de "oscuro" por la falta de un concurso de carácter público, con requisitos claros sobre tasas aeroportuarias o inversiones futuras del comprador.
El producto de la venta de ANA será un alivio para las necesidades de financiación de Portugal, cuya deuda equivale ya, según los últimos datos, de septiembre, al 120 % del Producto Interior Bruto (PIB).
Pese a los fondos del rescate, la economía lusa sigue sumida en una grave crisis, con un desempleo del 16 %, que se ha duplicado en apenas tres años, y una caída del PIB del 3 % en 2012.
Por Emilio Crespo
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