Peña Nieto logra el retorno del PRI a Los Pinos con el sueño de cambiar México
Enrique Peña Nieto sueña con transformar México en la nueva etapa del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la Presidencia, alejada de casos de corrupción surgidas en administraciones pasadas.
Militante del PRI desde los 18 años y con cargos en la administración pública desde comienzos de este siglo, Peña Nieto devolverá la Presidencia al PRI, que ostentó desde 1929 hasta 2000, cuando el conservador Partido Acción Nacional obtuvo un triunfo contundente en las urnas.
Desde que lanzó su campaña, este abogado de 47 años prometió un cambio profundo en México, relanzar su "posición estratégica en el mundo" y alentar la reconciliación nacional y la unidad para hacer frente a los desafíos del país.
Un vez que ganó las elecciones de 1 de julio, se comprometió a lograr resultados en esta segunda oportunidad para su partido con una nueva forma de gobernar "moderna, responsable, abierta a la crítica".
Sin embargo, para el analista Carlos Elizondo, el estilo de Peña Nieto aún es una "incógnita" porque "nunca ha tenido un cargo en el Gobierno federal".
Aunque gobernó de 2005 a 2011 el central Estado de México, "por muy importante" que éste sea, los problemas y los actores que ahora "va a enfrentar son muy distintos a los que ha enfrentado a lo largo de vida profesional".
En economía afronta condiciones macroeconómicas favorables y expectativas de crecimiento buenas en un contexto global difícil, pero en materia de seguridad tiene su mayor desafío, dado que los índices de violencia están en niveles muy altos.
Sin embargo, añadió que "parece que el ciclo de violencia va a la baja", lo que le permite un inicio cómodo en el que deberá mostrar resultados en esa materia y en torno a las reformas de gran calado que ha prometido, para lo cual deberá negociar porque no tiene el control de las cámaras.
El equipo de Peña Nieto ya ha avanzado conversaciones con las otras formaciones políticas para alcanzar consensos sobre los temas más importantes del país.
La paz y la seguridad, generación de empleo, impulso al desarrollo económico y combate a la corrupción fueron algunas de las promesas que este político que en 2005, cuando fue designado candidato a gobernador del Estado de México, era un gran desconocido.
En esa campaña "la estrategia fue vender a un 'rockstar': apuesto, joven, alegre, cálido, con muy buenas formas", recuerda uno de los que intervino en ella, Liébano Sáenz, citado por la revista Nexos.
Peña Nieto, siempre bien peinado y con su flequillo alzado característico, comenzó en esa época a firmar documentos ante notario en los que plasmaba sus promesas políticas, una estrategia que repitió centenares de veces en la campaña presidencial.
Su mentor político en esa primera etapa fue Arturo Montiel, un tío lejano y gobernador del Estado de México de 1999 a 2005, cuya gestión estuvo marcada por denuncias de corrupción.
En 2000 se convirtió en secretario de Administración del Gobierno del Estado de México, en 2003 fue elegido diputado por el distrito de Atlacomulco, su cuna, la de Montiel y de otros políticos, y el 15 de septiembre de 2005 se convirtió en gobernador de esa región.
En un perfil publicado en el libro "Los suspirantes", el periodista Ignacio Rodríguez Reyna describe a Peña Nieto como un "político rígido, poco hábil para improvisar, debatir"; lo suyo es seguir el guión en "escenarios preparados y controlados", añade.
El 3 de diciembre de 2011 quedó en evidencia cuando en una rueda de prensa durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara sólo pudo recordar el título de una obra, la Biblia, al mencionar los libros que más le habían impactado en su vida.
Ese desliz desató una oleada de burlas sobre su preparación, a pesar de contar con una licenciatura en Derecho y una maestría en Administración de Empresas.
En plena campaña surgió el movimiento Yo soy 132 después de que estudiantes le cuestionaran la represión policial al alzamiento civil del 3 y 4 de mayo de 2006 en San Salvador Atenco, que acabó con dos muertos, el arresto de 200 activistas y abusos sexuales a una veintena de mujeres.
Personas del entorno del PRI calificaron de acarreados e infiltrados a los jóvenes, pero estos defendieron su derecho a la crítica y ganaron respaldo en las redes sociales, surgiendo así un movimiento que tuvo voz propia en la campaña y dialogó con los candidatos, excepto con Peña Nieto.
Según Rodríguez Reyna, las mujeres jugaron "un papel crucial en la construcción de su candidatura presidencial", a pesar de su controvertida vida privada polémica.
"De ninguna manera (soy un seductor), me asumo como un hombre de familia, dedicado a mi familia", sostiene este político que deberá conciliar esa imagen con la de un estadista que promueve los acuerdos para transformar México.
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