Merkel recibe a Barroso para preparar la cumbre europea de la próxima semana
La agenda del encuentro, al que no siguió una rueda de prensa, incluyó la puesta en marcha del supervisor financiero único, que Berlín trata de retrasar, y la necesaria hoja de ruta europea para dotar de contenido la decisión de avanzar hacia una unión bancaria.
Barroso, que no mantiene una relación especialmente fluida con la canciller, trató de vencer a una semana de la cumbre europea, los recelos de Merkel sobre la introducción del supervisor financiero, bajo el paraguas del Banco Central Europeo (BCE), para principios del año que viene, según los analistas.
Merkel ha repetido que no ve factible que este organismo eche a andar tan pronto y ha apuntado que de seguirse el calendario de Bruselas -respaldado por países como España- se corre el riesgo de falta de calidad y de ahondar la crisis de confianza que padece la eurozona.
"La calidad es más importante que la velocidad", resumió hoy Merkel en la rueda de prensa tras su entrevista con el primer ministro húngaro, Viktor Orban.
La canciller ha dicho que prefiere que este supervisor bancario único no analice la situación de todos los institutos financieros de la eurozona, unos 6.000, como quiere Bruselas, sino que se concentre en los denominados "sistémicos".
Muchos observadores internacionales coinciden en señalar que la posición de Berlín parece en parte determinada por la complicada situación de algunas de sus cajas de ahorros regionales y por la proximidad de elecciones generales, previstas para el otoño de 2013.
"Nuestro primer objetivo es (alcanzar) un acuerdo en los próximos meses sobre el sistema de supervisión unificado", señaló hoy cauto el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy.
El Gobierno alemán también recela de las implicaciones -principalmente económicas- de una unión bancaria, ya que para los expertos debería conllevar, en uno de sus primeros pasos, un fondo común de garantías bancarias.
Esta herramienta supone la respuesta solidaria y conjunta de toda la eurozona tras la quiebra de un banco en cualquier país miembro, esto es, transferencias financieras transfronterizas, aunque no necesariamente con dinero público.
La cuestión de las necesidades de financiación de algunos bancos de la eurozona -como algunos españoles- también estuvo presente en el encuentro en Cancillería, por la posibilidad de recapitalización directa a través del fondo permanente de rescate abierta tras la cumbre europea de junio.
Aunque pareció que Merkel accedía en ese encuentro a que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) pudiese inyectar dinero directamente en los bancos, con lo que no computaba como déficit y deuda de los países afectados, luego dificultó esta posibilidad al bosquejar sus normas de funcionamiento.
A los pocos días, la canciller indicó que la recapitalización directa sólo sería posible una vez se pusiese estuviese en funcionamiento el supervisor único y luego su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, agregó que esta opción no se podría activar para deudas "heredadas".
La postura alemana perjudica principalmente a España, pues la ayuda financiera de hasta 100.000 millones de euros acordada con el eurogrupo tendría que pasar por el Estado, que actúa de garante y debe computar el crédito como déficit y deuda, lastrando aún más sus cuentas públicas.
A este respecto, Van Rompuy, exigió recientemente en la circular que envió a los países miembros con los asuntos de la próxima cumbre, que el eurogrupo acordase "los criterios operativos exactos" para la "recapitalización directa".
En lo que si parecen de acuerdo los dos es en la necesidad de seguir adelante con los programas de consolidación fiscal y con la iniciativa franco-alemana de gravar las transacciones financieras.
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