“Me presentaré a lo poquito que quede por salir”
Tres opositores cuentan cómo afrontan la congelación de las pruebas a funcionario
Pepa Caracena es una madrileña de 43 años que vive en Santa Pola (Alicante) y que se gana la vida “cada vez peor” cuidando casas de veraneo durante el invierno. De familia de funcionarios, es la única que nunca ha trabajado en el sector público. “Soy la oveja negra de la familia”, bromea. Ha intentado varias veces opositar a un puesto de Auxiliar Administrativo en el ayuntamiento de Madrid “para volver al terruño”, pero siempre “me tiran en la prueba de informática”. A pesar de eso, no se rinde: “Estudio cuatro o cinco horas al día, lo que me deja el trabajo”. Aun así “no es lo mismo” prepararse una oposición fuera de la comunidad autónoma donde se celebra: “la preparación es peor”.
Caracena confiaba en tener más oportunidades en las oposiciones de este año, convocadas para el 9 de octubre, y que el creciente deterioro de las condiciones laborales de los funcionarios hiciese que “mucha gente se desanimase” porque al ayuntamiento de Madrid “se presenta todo el mundo”. También se ha presentado a otras oposiciones en la región del Bajo Segura, pero “está todo parado”. Ahora se resigna a seguir intentándolo, porque “hay que sobrevivir y hay que comer”, pero “esperanzas ya, poquitas. No es porque no tenga confianza en mi, es que me invade ya bastante desánimo”.
Néstor Silva tiene 27 años y en septiembre regresará a su trabajo como profesor interino en un conservatorio superior de Málaga. Es su segundo curso, el cuarto en un centro público tras haber hecho dos oposiciones. Su tercera convocatoria estaba prevista para el pasado mes de junio, hasta que el Estado congeló las ofertas de empleo público para 2012. La Junta de Andalucía desafió al Gobierno central anunciando “a bombo y platillo” que iba a mantener las oposiciones, y llegó a publicar la convocatoria en el Boletín Oficial. “Pagamos 77 euros de tasas”, afirma Silva. Finalmente, y a días del examen, el Estado ganó la mano al Gobierno autonómico y acabó anulando la convocatoria.
Ahora, Silva tendrá que esperar como mínimo hasta 2015 para volver a opositar. “Gracias a Dios, en la adjudicación de plazas de ayer sigo estando”, dice, pero “este año me he visto con un pie fuera”. Teme por el futuro de su trabajo ante los continuos recortes y se queja del Plan de Calidad de la Junta de Andalucía, que según él condiciona el funcionamiento de la bolsa de interinos: “Hay gente que ha logrado plaza después de trabajar seis y ocho meses en un centro adscrito al Plan y otros que han trabajado años en centros no adscritos que lo han conseguido”. Lamenta estar en esta situación de incertidumbre tras “una carrera de 14 años” y teniendo dos idiomas, y “viendo como está el panorama” solo pide “tener la oportunidad” de poder hacer una nueva oposición.
Aída Martínez, gallega de 36 años, es diplomada en Relaciones Laborales, pero nunca ha ejercido. En 2009 hizo la oposición para auxiliar administrativo en la Administración General del Estado, y al aprobar la primera prueba entró en la bolsa de interinos a la espera de la siguiente convocatoria, el año siguiente. “Pero desde entonces no se han vuelto a convocar”, dice Martínez. Como interina trabajó en la oficina de extranjería de la Subdelegación del Gobierno en Zamora hasta mayo de este año, cuando acabó la interinidad.
Desde entonces, está en el paro. “Me queda prestación hasta noviembre”, dice. Su mayor esperanza es “presentarse a lo poquito que quede por salir”, oposiciones parciales con “muy poquitas plazas”. Mientras tanto, está “a lo que salga”; lo último, un curso de reponedora en un centro comercial.
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