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La excepción finlandesa

Los bajos niveles de deuda y déficit compensan la debilidad del crecimiento

Exterior de la fábrica que la papelera finlandesa UPM tiene en Kajaani.
Exterior de la fábrica que la papelera finlandesa UPM tiene en Kajaani.BOB STRONG (REUTERS)

Europa celebraba el día de su patrona, Santa Brígida, cuando la agencia de calificación Moody’s golpeaba la puerta de Angela Merkel, y con ello el corazón mismo del proyecto europeo, para informar de que ponía en perspectiva negativa la triple A de la economía alemana. Igual suerte corrieron dos fieles gregarios de Merkel, Holanda y Luxemburgo. Tanto Austria como Francia ya estaban en perspectiva negativa, antesala de una rebaja de calificación.

De este varapalo solo se salvó Finlandia, única economía de la eurozona con perspectiva estable, lo que representa una excepción en el club de los aventajados. Según Moody’s, Finlandia no es inmune a la crisis del euro, “pero tiene mecanismos de autodefensa que la difieren de otros países con AAA”. Entre estos mecanismos se puede mencionar que su deuda soberana ronda el 50% el PIB y el déficit fiscal es claramente inferior al 3%.

Según la agencia, otro factor que valora de Finlandia es “el pequeño tamaño de su sector bancario, orientado al mercado doméstico, y que no está expuesto” a las turbulencias provenientes de los países con problemas. En Helsinki, el Ministerio de Finanzas reaccionó con un comunicado exultante: “Finlandia tiene unas finanzas públicas robustas y además mantiene una gestión eficiente, de tal forma que el país ha cumplido todos y cada uno de los criterios de la Unión Monetaria”.

Tras la senda de Berlín

En las últimas semanas, el rescate a la banca española ha copado la agenda política de Finlandia. “Para los finlandeses es difícil comprender por qué tenemos que pagar los gastos de otros cuando nosotros hemos hecho los deberes. Más cuando esa ayuda va directamente a la banca, pues muchos ciudadanos perciben a los bancos como los culpables de la crisis. Pero está claro que los finlandeses quieren mantenerse dentro del euro”, dice Sorjonen, de Nordea.

También hay voces que apuntan que hay vida más allá del euro y piden que Finlandia vuelva a su antigua moneda, la markka. “Con la economía saneada, la markka puede fortalecerse respecto al euro”, dice el vicepresidente de la confederación empresarios Timo Lindholm.

Dentro del Eurogrupo, Finlandia ha optado por la línea dura, con exigencias de garantías adicionales para participar en los rescates. El Ejecutivo se ha mostrado muy reacio a medidas como la unión bancaria. “Yo creo que el Gobierno, al final, seguirá la línea que Berlín adopte, ya sea en la unión bancaria o en otras medidas de mayor calado”, dice el economista jefe de Pelervo, Pasi Holm.

“El objetivo del Gobierno de coalición es mantener la triple A hasta el final de la legislatura, en 2015. Esto le permitirá obtener sus necesidades financieras a precios muy convenientes”, dice Pasi Holm, economista jefe del Instituto de Investigaciones Económicas Pelervo, un think tank local de mucha solera. En efecto, hasta el terremoto de Lehman Brothers, la prima de riesgo de Finlandia rondaba los 300 puntos básicos, y el bono a diez años pagaba un interés del 4%. En la actualidad, la prima de riesgo se sitúa en torno a los 40 puntos y el bono se paga a un 1,27%. Según Pasi Sorjonen, economista jefe de Nordea, principal institución financiera del país, Finlandia solicitará este año y el próximo préstamos al mercado por valor de entre 8.000 y 12.000 millones de euros.

De acuerdo con las estimaciones del Gobierno, Finlandia capeará el presente curso con un 0,8% de crecimiento, mientras en 2013 recuperaría un ritmo algo más vivo, del 1,5%. Según Holm, estas estimaciones son optimistas en exceso. El experto sitúa las previsiones en un 0% para 2012 y un 1% para 2013. Su colega Sorjonen cree que el desempeño de la economía se mantendrá, al final, muy cerca de las estimaciones del Gobierno.

“Estamos teniendo problemas con nuestras exportaciones. Hemos perdido algunos mercados y desde hace más de un año la balanza comercial se encuentra en terreno negativo después de 15 años seguidos de superávit”, dice Holm.

Finlandia es altamente dependiente del comercio exterior. Dado el reducido tamaño de su mercado interno (5,3 millones de habitantes, tantos como la Comunidad Valenciana), el 45% de su PIB depende de las exportaciones. Eso explica la abrupta caída del PIB entre 2008 y 2009, cuando el comercio mundial se vio alterado por el tsunami financiero estadounidense.

Uno de los sectores en los cuales Finlandia ha perdido terreno es el de las nuevas tecnologías. Hasta 2008, este sector representaba un 40% de las exportaciones. Hoy, como consecuencia del declive de Nokia y de sus empresas contratistas, las exportaciones del sector representan apenas el 14%. Otras compañías finlandesas en horas bajas son las papeleras, verdaderas forjadoras del bienestar finlandés. Todo ello se ha traducido en una rápida pérdida de competitividad de los productos finlandeses.

“Por fortuna hemos podido diversificar algo nuestras exportaciones. La industria finlandesa está trabajando muy bien los metales básicos, que tienen una gran demanda en Asia. Con el actual empuje de China e India, tenemos mercado para 10 años. Otros sectores que estamos trabajando y que tienen una gran perspectiva son las energías renovables y la biomasa forestal”, dice Pasi Holm.

Según Sorjonen, de Nordea, Finlandia volverá a equilibrar su balanza comercial en 2014. Los economistas coinciden en que la ralentización de la economía alemana pasará factura al país nórdico. Alemania es el principal mercado para los productos finlandeses, seguida, en este orden, por Suecia, Rusia y EE UU. Un tercio de las exportaciones finlandesas tienen como destino la eurozona.

Entre tanto, el Gobierno tiene en su agenda una reforma estructural de calado que le puede servir para cuadrar las cuentas: la reforma municipal. Otro de los problemas estructurales de Finlandia es el rápido envejecimiento de su población. En la actualidad, los finlandeses pueden jubilarse entre los 63 y los 68 años, pero el 90% elige retirarse a los 63 años.

“Algo tenemos que hacer. Por ahora, nuestros fondos de pensiones funcionan bastante bien, pero si nos mantenemos con los brazos cruzados, los fondos entrarán en déficit dentro de unos cinco años”, dice Holm. Los fondos de pensiones operan en la actualidad con un capital valorado en unos 180.000 millones de euros, el equivalente al PIB de Finlandia y tres veces el valor de los presupuestos anuales del Estado.

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