La moda tailandesa se abre paso en el mundo pese al estigma de la piratería
Desde que en 2008 la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, lució un traje del modisto de origen tailandés Thakoon Panichgul los diseños de Tailandia no paran de cosechar reconocimientos en todo el mundo.
Uno de los últimos premiados por su trabajo es el diseñador Wisharawish Akarasantisook, quien con unas creaciones que exponen la filosofía budista de la reencarnación obtuvo el máximo galardón en la cuarta Edición de los Mango Fashion Award, el mes pasado en Barcelona (España).
"Tailandia puede convertirse en el referente asiático de la moda. Tenemos excelentes tejidos de calidad y métodos de trabajo", afirma en una entrevista a Efe el modisto tailandés.
"En los últimos cinco años la industria del diseño en Tailandia se está desarrollando a buen ritmo en un mercado interno donde se pueden encontrar marcas a todos los precios", apunta Wisharawish, quien antes de descubrir su "pasión" por la moda pensaba en trabajar en la sanidad.
El fin de las becas ofertadas a jóvenes diseñadores por el Gobierno del exprimer ministro Thaksin Sinawatra supuso un duro revés para el futuro de la moda en el país.
Un golpe del que el sector de la moda se recuperó a raíz de la fuerte inversión hecha por las universidades privadas en nuevos planes de estudio para las carreras orientadas al diseño textil.
"Está saliendo mucha gente con talento e ideas revolucionarias de las aulas a los estudios. Los estudiantes no pueden seguir los antiguos patrones, deben encontrar su propio camino. No hay una fórmula fija que asegure el éxito", indica el modisto que también ejerce de profesor en una universidad de Bangkok.
La lacra de las falsificaciones, una actividad ilegal que es ya una etiqueta de Tailandia conocida en todo el mundo, también afecta a los modistos locales.
"Cuando te copian un diseño significa que tu trabajo es apreciado y efectivo en el mercado, pero supone gran una perdida económica que afecta a las oportunidades de los diseñadores que están por llegar", explica Wisharawish, cuya firma "Wish" saldrá en los próximos meses.
La progresiva fuga de las compañías textiles a otros países cercanos, como Camboya o Bangladesh, donde los salarios a la mano de obra y el coste de la producción son menores, ha hecho que muchas factorías opten por diseñar y lanzar su propia marca al mercado.
Este es el caso de la empresa con sede en Bangkok "United Trading" que además de sacar su propia ropa infantil, "Tutti bambino", es la encargada de producir las prendas de otras firmas, como por ejemplo la española "Agatha Ruiz de la Prada".
"Antes había diferentes diseños en cada país, pero ahora la ropa va a todos los mercados del mundo y los patrones son similares de un lugar a otro. La única diferencia son las tallas", indicó a Efe Kamontat Chaorujiroj, director de "United Trading".
La llegada de internet ha revolucionado el modelo tradicional de venta de ropa y ha supuesto una nueva vía de salida para los nuevos diseñadores.
"Las tiendas físicas ya no tienen la exclusividad para vender las prendas de ropa. Con las tiendas 'online' los diseños son accesibles a todos los lugares y a todas las personas", sentencia Kamontat.
Por Noel Caballero.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.