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Europa enfría las expectativas de ayuda directa a la banca española

Alemania y Finlandia ponen pegas a los acuerdos de la última reunión

Luis Doncel
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso durante una rueda de prensa celebrada este viernes en Nicosia, Chipre.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso durante una rueda de prensa celebrada este viernes en Nicosia, Chipre.KATIA CHRISTODOULOU (EFE)

Los analistas y la prensa internacional dictaminaron que la cumbre de la semana pasada había dejado tres ganadores —Francia, Italia y España— y una clara perdedora, la canciller alemana, Angela Merkel. Tres días antes de la reunión en la que los ministros de Finanzas del euro perfilarán los detalles del rescate a la banca española, tanto Bruselas como Berlín han querido enfriar los ánimos en Madrid. Habrá recapitalización directa, sí, pero tardará en llegar y es posible que no lo haga a tiempo para beneficiar a España.

El Gobierno de Mariano Rajoy luchó para que la inyección a los bancos se haga a través del fondo de rescate permanente (el MEDE, cuya entrada en vigor está prevista para el verano), sin pasar por el Estado.

El Estado español tendrá que responder por las posibles pérdidas

Este matiz es de capital importancia, ya que así la ayuda no pesaría en las cuentas públicas, en un intento de romper el círculo vicioso entre deuda privada y pública. El Consejo Europeo aceptó el principio, pero a cambio de posponerlo: la recapitalización directa solo será posible cuando el BCE asuma el papel de supervisor único en la zona euro.

“Dudo de que esta variante vaya a beneficiar a la banca española, porque no estará disponible antes de 2014”, señaló una fuente europea este viernes, justo cuando España recibía un duro castigo en los mercados, con su prima de riesgo en niveles similares a los previos a la cumbre.

Ante las preguntas de los periodistas, el alto cargo matizó sus palabras. “De lo que estoy extremadamente seguro es de que el supervisor bancario único no estará listo durante la primera mitad de 2013”, concluyó.

Los jarros de agua fría también cayeron a España desde Alemania y desde Finlandia. Un portavoz de Merkel insistió en que el Estado será el garante de la ayuda a la banca, en lugar de las instituciones crediticias. “No hay atajos” para poner en marcha el rescate a través del fondo de rescate, dijo el portavoz de la canciller.

La ministra finlandesa de Finanzas endureció aún más el discurso al amenazar con abandonar el euro si se impone el reparto de cargas de la deuda, ya sea de los países o de sus bancos. En una entrevista a un periódico económico, la socialdemócrata Jutta Urpilainen aseguró que su país no está dispuesto a permanecer en la unión monetaria “a cualquier precio”.

Una portavoz del Gobierno de Finlandia, uno de los más reacios a asumir los costes de ayudar a los países del sur, matizó más tarde estas palabras al asegurar que no planean dejar el euro. Las malas noticias para España no acaban aquí. Porque, según señalaron fuentes europeas, incluso cuando el Banco Central Europeo se haya hecho cargo de la supervisión bancaria y la recapitalización directa se convierta en realidad, será el Estado el responsable de responder por las posibles pérdidas.

“El MEDE podrá adquirir acciones de un banco, pero solo con garantías plenas del país afectado”, señaló el alto cargo, que explicó que el objetivo es evitar que el préstamo dispare la deuda pública, no librar a España del riesgo de pérdidas. “Circula una mistificación según la cual el MEDE podría acabar como propietario de Bankia, con todos los riesgos en su balance. No es en absoluto el caso”, concluyó.

El Eurogrupo que se celebra el próximo lunes deberá aclarar estos flecos y establecer si los motivos de alegría para España tras la cumbre estaban justificados o no.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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