Carroll Shelby, diseñador de deportivos de leyenda
De su tablero salieron modelos como el Cobra o el Viper
Aunque sus limitaciones físicas le apartaron de la competición al volante, su pasión por el motor le llevó a crear hace medio siglo uno de los deportivos más distinguidos, el Cobra. Pasión sostenida durante medio siglo: recientemente hizo una readaptación del legendario Mustang para Ford. Carroll Shelby, el carismático empresario del sombrero tejano negro, murió el pasado 10 de mayo a los 89 años en un hospital de Dallas.
Shelby inicio su carrera desde una posición modesta en la parrilla. Nació en Leesburg, una pequeña localidad rural en Tejas. Su padre era repartidor de correo. A los 10 años, su familia se trasladó a Dallas, donde descubrió su pasión por los coches y las carreras. Tras participar en II Guerra Mundial, probó fortuna como empresario agrícola antes de dedicarse profesionalmente a la competición deportiva.
Un defecto en el corazón le apartó de las carreras —ganó las 24 Horas de Le Mans en 1959— y se reconvirtió en fabricante de coches. Se le atribuye la creación del chasis que dio vida al Cobra, el pura sangre angloestadounidense que sacó los colores a Ferrari.
El Shelby Cobra fue presentado en la feria del automóvil de Nueva York en 1962. Fue el fruto de la asociación de Shelby con la británica AC Cars, que unos meses antes se había quedado sin suministrador de motores. Shelby injertó las potentes plantas motrices V8 de Ford en un liviano roadster de la marca inglesa, El modelo abriría al año siguiente una impresionante racha de victorias, entre las que se contaron las 24 Horas de Le Mans y las 500 Millas de Daytona.
El éxito acabó de golpe por una nueva regla de la Federación Internacional del Automóvil, que obligaba a los fabricantes a homologar sus vehículos con al menos 500 copias circulando por las calles. La distintiva cobra de la marca Shelby no dejó de correr. En esos años, Ford Motor quería desarrollar un coche para competir en Le Mans y que rayara a una altura suficiente para imponerse a Ferrari.
Con esa idea nació el GT40. El deportivo fue un fracaso en la pista, hasta que sus ingenieros decidieron mandárselo al maestro para que le hicieran la puesta a punto que necesitaba. Le pusieron un motor más grande, le cambiaron las ruedas y lo dotaron de mejores frenos. Henry Ford consiguió así imponerse a Enzo Ferrari en el asfalto, tras su negativa a vender la compañía en 1963.
Carroll Shelby acabó entablando una estrecha amistad con Lee Iacocca, el padre del Mustang, uno de los coches más distintivos de la cultura del motor en EE UU. Cuando Iacocca pasó a trabajar para Chrysler en los años ochenta, Shelby creó una asociación con el tercer fabricante de coches en EE UU. En 2005 hizo para Ford Motor una adaptación del Mustang, bautizada como Shelby GT500.
Shelby fue hospitalizado en cuatro ocasiones durante 15 años debido a sus problemas cardiacos. En 1990 le fue transplantado un corazón. Uno de sus hijos le tuvo que donar después un riñón cuando Shelby tenía 73 años. A pesar de su delicado estado de salud, siempre siguió dedicado a su interés número uno. Y con sus creaciones podría llenarse de fotos todo un libro.
También se le atribuye en parte la creación de Dodge Viper y fue consultado para el Ford GT. Aunque se le considera una de las leyendas del mundo del motor, nació para los negocios. Su interés, inteligencia, sentido de la oportunidad, curiosidad, ética profesinal, poderosa red de contactos y, especialmente, su encanto le ayudaron a triunfar en el sector inmobiliario, ganadero y hotelero... incluso en la reventa de aviones.
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