¿Teleñecos o clientes?
Goldman Sachs ha conseguido lo que parece el negocio del año, a expensas de sus accionistas
Dirán lo que quieran sobre Goldman Sachs, pero está claro que es un negociador inteligente. La empresa de Wall Street, que fue criticada públicamente hace unas semanas por uno de los suyos por no mostrar la menor consideración para con los intereses de los clientes —apodados “teleñecos” en las conversaciones internas— en su búsqueda de beneficios ha conseguido ahora lo que parece el negocio del año. Pero este llega a expensas de sus propios accionistas.
El banco se las arregló para convencer al sindicato de la Federación Estadounidense de Empleados Estatales, Provinciales y Municipales (AFSCME) de que retirase una moción que los accionistas votan en la reunión anual de mayo para separar las funciones de presidente y consejero delegado. En el pasado, mociones similares no han logrado recabar el apoyo de la mayoría. Pero tras la publicación de la carta de dimisión del ejecutivo Greg Smith en The New York Times, este año podría ser diferente.
Para ganarse a la AFSCME, Goldman accedió a nombrar a un denominado director principal para que se hiciese cargo de algunas de las labores que podría esperarse que asumiese un presidente no ejecutivo. Entre ellas se encuentran las de presidir las reuniones del Consejo cuando el presidente está ausente; facilitar la comunicación entre los directores independientes, el presidente y el consejero delegado; supervisar los procesos de gobierno del Consejo; evaluar al consejero delegado y revisar y aprobar el orden del día.
Puede que todo eso suene a concesión amable a los accionistas. Pero, en el pasado, Goldman ha sostenido que una de las razones por las que se oponía a separar las funciones de presidente y consejero delegado era que tenía un director presidente, John Bryan, que en la práctica ya desempeñaba esas labores. El ex jefe de Sara Lee está en el consejo de Goldman desde 1999.
Goldman parece estar haciendo poco más que cambiar el nombre del cargo
Así que, en la práctica, Goldman parece estar haciendo poco más que cambiar el nombre del cargo para calmar a la AFSCME y quizás adornarlo con unas cuantas funciones adicionales. Es cierto que dará el puesto a un nuevo director. Pero Bryan estaba a punto de marcharse en cualquier caso, ya que está a punto de cumplir los 75 años, la edad de jubilación para los directores de Goldman.
Por supuesto, sustituir a Bryan por un director menos maleable y más independiente podría cambiar el equilibrio en el consejo de Goldman. Pero comparado con el otro resultado posible —un voto de los accionistas a favor de separar las funciones de presidente y consejero delegado—, este es un mal negocio para los propietarios de la empresa. Ahora saben lo que se siente al ser verde (como decía la rana Gustavo).
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