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ENTREVISTA CON MANUEL SÁNCHEZ ORTEGA / Consejero delegado de Abengoa

“En el sector de renovables no vamos a tolerar atropellos”

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Miguel Jiménez
Manuel Sánchez Ortega, consejero delegado de Abengoa
Manuel Sánchez Ortega, consejero delegado de AbengoaSamuel Sánchez

Manuel Sánchez Ortega (Madrid, 1963), es un ingeniero metido a directivo cuya carrera profesional ha transcurrido entre España, México y EE UU. Es consejero delegado de Abengoa desde octubre de 2010, pero la mayor parte de su carrera en el grupo la hizo en Telvent, la filial vendida en 2011. Sánchez Ortega ingresó en Telvent en 1989 como ingeniero eléctrico de software y escaló hasta ser consejero delegado. Ahora, en la matriz del grupo, los negocios de energías renovables ocupan buena parte de su tiempo.

Pregunta. Usted ha sido directivo tanto en EE UU como en España. ¿Nota muchas diferencias en la forma de gestión?

Respuesta. Las compañías cada vez son más globales y eso hace que los estilos de gestión también lo sean. Cuando yo empecé a trabajar en 1989, a los dos meses me mandaron a Westinghouse, en Pittsburgh, y eran dos mundos completamente distintos. Hoy hay mucha más cercanía. La mayor diferencia está en el mercado laboral. El concepto de movilidad está mucho más desarrollado y asumido, a la gente le gusta moverse de una ciudad a otra, mientras que en España es un trauma. Y la rotación en general se vive con mayor naturalidad. Hay menos dependencia del empleo fijo. Eso hace que las relaciones en las empresas estén más dirigidas en términos de productividad que de permanencia sea como sea y con la productividad que sea.

P. ¿La reforma laboral española nos lleva en esa dirección?

R. Yo creo que sí, tendrá cosas mejorables, pero tiene cosas muy positivas y todo lo que sea impulsar el incremento de productividad es bueno. Hay cosas muy interesantes en esa dirección, de transmitir al conjunto de la fuerza laboral que el concepto de empleo indefinido no existe porque no existe ya el concepto de trabajo indefinido para las empresas, incluidas ya las Administraciones Públicas, que cada vez tienen que justificar más la productividad. Ese concepto de empleo de por vida no existe. La reforma es buena porque va a impulsar la productividad y España tiene un déficit de productividad.

P. 2011 ha sido un año de muchos cambios en Abengoa, con la venta de Telvent. ¿No es una pena renunciar a un negocio de tanto futuro?

R. Es la pena de ver a tu hijo que se va de casa después de que le has acompañado en el colegio, en la Universidad y ha tenido éxito. Es una mezcla de tristeza personal y satisfacción profesional por haber creado valor para los accionistas, los empleados y la empresa de algo que no era nada hace 25 años. Supone centrarnos más en las actividades estratégicas de Abengoa, hay que ver con normalidad el entrar y salir en algunos negocios. Con esa venta, la de líneas eléctricas en Brasil y la entrada de un nuevo socio hemos reducido el endeudamiento a nivel corporativo de Abengoa, que es el importante, de 3,8 a 2,1 veces el resultado bruto de explotación, y nos deja con un balance mucho más fuerte.

P. Ha acabado el año con una tesorería de más de 4.000 millones. ¿Es una protección?

R. Sí, obedece al momento que vivimos, de incertidumbre y de restricción de liquidez. Una máxima de nuestra gestión es tener liquidez suficiente para acometer nuestros proyectos. Tiene un costo, porque no es lo más eficiente, pero sí pensamos que es prioritario.

P. En la última presentación a analistas decían que la mayoría de esa liquidez está invertida en deuda pública y citaban a la de Alemania y EE UU. ¿No se fía Abengoa de la deuda española?

R. Hay un tramo en deuda pública, y hay un tramo en bancos y lo que sí dijimos es que hay una diversificación muy amplia, con límites de dónde invertimos y tenemos deuda pública española, alemana, norteamericana y por entidades financieras nos hemos puesto unos máximos.

P. ¿Y por qué no se citaba a España en la presentación y solo a Alemania y EE UU?

R. No hay una razón en particular. De hecho es mucho más rentable.

P. Pero también con más riesgo.

R. Nosotros pensamos que probablemente lo peor en cuanto a esa concepción del riesgo de la deuda española ha pasado, creemos que los momentos más críticos han pasado.

P. El plan de inversiones que tienen es muy ambicioso, pero muy concentrado en las plantas solares.

R. Por primera vez en 2011 hemos invertido a nivel corporativo menos que la caja que hemos generado y el perfil de riesgo de las inversiones es mucho menor porque más del 80% está concentrado en concesiones, donde el riesgo es mucho menor, más que en desarrollo de negocios internos nuestros como era el reciclado de residuos industriales o biocombustibles. Hay una parte importante en negocios solares porque hemos tenido mucho éxito en EE UU, donde estamos construyendo las dos mayores plantas termosolares. De la parte solar, casi el 70% está fuera de España y un 30% es para completar las plantas en España.

P. ¿Qué le parece la decisión del Gobierno de cerrar el registro de energías renovables?

R. Yo creo que es una medida dentro de un conjunto y para valorarla bien hay que conocer el conjunto. Si fuera la única medida y fuera de por vida, sería muy mala y un error de estrategia energética para España. Si es parte de un conjunto de medidas que alivien un poco la situación los próximos dos años y luego retomemos la senda de inversión en renovables, me parecerá no deseada, pero razonable y creo que todo el sector lo entenderemos. Hay que esperar a ver la foto completa y ver cómo encaja esta pieza del puzle. Pero sí se ha cumplido un aspecto fundamental, que es el respeto a los compromisos jurídicos, algo muy importante en un momento en que estamos tratando de recuperar la confianza del mercado inversor. La seguridad jurídica es o no es, no admite matices.

P. Las eléctricas alegan que la normativa de su sector cambia con frecuencia y conviven con ello. ¿Por qué no va a poder cambiar para las renovables?

R. Hay cosas que cambian, como en el acuerdo de 2010. Pero hay algo muy importante: aquí se ha hecho una invitación internacional a inversores para poner 10.000 millones en el desarrollo de las renovables en España, crear riqueza y puestos de trabajo en España y con un marco de 20 años para recuperar las inversiones. Hay que respetar ese marco. Estamos comparando esto con plantas hidráulicas que llevan 60 años o nucleares que llevan 30 o 40 años que ya han recuperado sus inversiones, así que el marco es completamente distinto. Sería ilógico que uno invitase a alguien a invertir en un sector y a los dos años cambiase las condiciones cuando aún no ha recuperado los costos de la inversión. Otra cosa es que una vez recuperados los costos el beneficio pueda ser mayor o menor, pero lo que no tiene sentido es que se rompa el principio básico de seguridad jurídica en protección de inversiones cuando lo único que ha hecho un inversor es invertir de acuerdo con las condiciones que un Gobierno ha puesto. Estoy seguro de que ninguna de las eléctricas que usan ese argumento lo defenderían en EE UU, donde han hecho inversiones. Ellos exigirían seguridad jurídica. Algunas compañías están usando un doble discurso y dicen cosas distintas aquí de las que dirían en EE UU. No tendría sentido exigir que EE UU proteja allí mi seguridad jurídica y que a los inversores norteamericanos que han hecho inversiones en España al abrigo de una regulación que ha emitido el Gobierno no tengan seguridad jurídica. Es muy peligroso jugar con ese doble lenguaje.

P. ¿Se puede permitir España pagar 8.000 o 10.000 millones al año en primas a las renovables?

R. Lo que España no puede permitirse es tener un sistema dependiente o indexado al petróleo. No hay duda de que todos los países van a ir por la senda de mayor independencia energética y mayor energía renovable. Es un camino cuya dirección está marcada y podemos hablar aquí de si la velocidad es mayor o menor en un momento dado por la situación económica. Tras la crisis del petróleo de los 70 se decide que España no debe depender tanto del petróleo y se invierte en hidráulicas y nucleares, que no dependen del petróleo, pero la organización del sistema eléctrico actual se ha hecho de tal forma que el precio que pagamos por la nuclear y la hidroeléctrica está indexado al petróleo. Hay casi 10.000 millones del déficit de tarifa eléctrico que se generan antes de que las renovables entre en operación y son fruto del estirón que dio el petróleo. Además de injusto, creo que es falso acusar a las renovables de originar el déficit. En todo el costo del sistema eléctrico de 2011 han contribuido en un 15%. Es querer mirar el problema desde un solo ángulo. El déficit es el desajuste entre todos los costes y todos los ingresos y hay que mirar todo el modelo. Hay que desacoplar el precio del petróleo de lo que pagamos por energía nuclear e hidroeléctrica. A mí me parece menos sostenible que España esté pagando por la energía nuclear un 42% más de lo que se paga en Francia. Si asumimos los riesgos que tiene para la sociedad porque es una energía barata, lo que no tiene sentido es que sea un 42% más cara que en Francia. Hay que comparar peras con peras y manzanas con manzanas. Y en renovable sí tenemos precios competitivos.

P. Pero ningún país tiene en proporción, por ejemplo, tanta energía fotovoltaica como tiene España.

R. Eso hace por ejemplo que seamos mucho más eficientes en emisiones de CO2.

P. Pero también que nos salga mucho más caro.

R. Pero fíjate dónde está el problema, en nuclear en España estamos pagando 60 euros por megawatio, mucho más que en Francia o en Alemania, o en Bélgica. Tenemos la energía nuclear más cara de Europa. Lo que hay que comparar es cuánto estamos pagando por unidad de energía con la misma tecnología en diferentes países.

P. Pero puesto que se está mirando todo, ¿no hay algo en lo que tenga que salir afectada también la energía renovable?

R. El sector renovable ha demostrado en los últimos años capacidad de diálogo. Lo demostró en 2010, con un acuerdo con el Gobierno que en particular, al sector termosolar, le supuso poner encima de la mesa 1.400 millones en menor retribución. A la vez, se han revisado determinadas partidas de las energías no renovables con un coste de 4.000 millones. El sector renovable tiene capacidad de diálogo para sentarnos a hablar con razonabilidad. A lo que no estamos dispuestos en el sector de renovables es a tolerar atropellos y violaciones del marco jurídico ni a la presión insostenible que determinados grupos están haciendo contra de las renovables. Curiosamente son grupos que cada vez que tienen que presentarse ante la sociedad lo hacen con la imagen de renovables. Nunca hacen un anuncio con una foto de una central nuclear o de ciclo combinado o de una planta de carbón. Juegan otra vez un doble lenguaje.

P. ¿Estamos condenados a pagar más caro por la energía?

R. Es bueno que se pague lo que la energía cuesta. Haber trucado las tarifas para no pagar y generar un déficit es malo y no pasa en ningún otro sector. Pero también hay un espacio para poder optimizar el costo. Una combinación entre pagar lo que se cuesta, pero que nos cueste algo menos sobre todo con la eficiencia que nos da utilizar instalaciones que están superamortizadas. En el sector renovable pedimos que se nos permita recuperar las inversiones que se realizaron en las condiciones que se establecieron. A partir de ahí, hay posibilidades de seguir creciendo en renovables y seguir reduciendo costos,de modo que las renovables sean más baratas dentro de dos o de cinco años, cosa que no pasa en otros sectores, porque hacer ahora una central nuclear es más caro que hace 10 años, por cuestiones regulatorias y de seguridad.

P. Las eléctricas dicen que no es verdad que sus centrales estén amortizadas, porque no ha pasado el periodo de 40 años y porque hay inversiones nuevas en ellas. Y por otro, que la rentabilidad que obtienen de sus activos las energías tradicionales es mucho menor que la de las renovables.

R. Yo no soy contable ni audito sus cuentas, pero en esa transición a la competencia, pusieron encima de la mesa los costos que tenían pendientes de recuperar de las inversiones que habían hecho y se les reconocieron y pagaron. Es más, se les pagaron con 3.400 millones de exceso que se les ha reclamado que devuelvan y no han devuelto. Y esto no lo digo yo, no lo dice Abengoa ni lo dice el sector renovable, lo dice la Comisión Nacional de la Energía. Si contablemente decidieron amortizarlo o no, es una cuestión puramente contable. Y si la rentabilidad es tan mala, no sé por qué piden entonces la extensión de la vida útil de sus plantas, lo que deberían hacer es cerrarlas. En realidad, si mañana se convocase un concurso para las concesiones que gratis, sin competencia, se les han dado para la explotación de los ríos españoles a determinadas compañías, habría más de una compañía en ir por esas concesiones. Hace no mucho se les ha dado una extensión de esas concesiones sin concurso. Basta ver lo que pagan las compañías de telecomunicaciones por el espectro radioeléctrico. ¿Por qué no deberían pagar las compañías por el uso de esas cuencas hidráulicas?

P. ¿Cuánto les deben las administraciones?

R. No es mucho, unos 25 millones aproximadamente.

P. ¿Qué les parece la fórmula que ha puesto en marcha el Gobierno para el pago de esas facturas?

R. Cualquier fórmula es buena, sobre todo porque hay un efecto cascada. Tras los grandes grupos hay una cadena de proveedores y es muy bueno que haya liquidez. No es de recibo que las Administraciones tengan deudas por más de uno o dos años.

P. ¿Qué va a ser de su participación en Yoigo?

R. El proyecto está yendo muy bien y entrando en flujos de caja positivos. Es un magnífico proyecto hecho realidad. Para nosotros es una participación financiera minoritaria y estamos expectantes. Yo creo que nos resultará una inversión muy positiva en términos de plusvalías, pero estamos tranquilos, estamos cómodos, confiamos en el equipo gestor y el resto de los accionistas y estamos a la espera.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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