El incierto valor de las previsiones
El cambio de la tendencia actual dependerá de cómo y cuándo se hagan las reformas anunciadas
Con el cambio de previsiones de crecimiento del FMI para 2012, que han pasado de ser ligeramente positivas a muy negativas, (-1.7%), se han desatado las alarmas. También se han corregido a la baja las del Banco de España (-1.5%) y las de los economistas que intervienen en consensus forecast (la media está en -0.4%).
Lo primero que hay que tener en cuenta para valorar estas previsiones son las premisas de las que parten y las hipótesis de comportamiento de las variables externas. Todas las realizadas después de conocer el último dato de crecimiento del PIB en el cuarto trimestre del año 2011 (-0.3% intertrimestral y +0.3% interanual) utilizarán la tendencia de crecimiento negativo iniciada en el último trimestre, a lo que se sumarán los efectos negativos que los recortes tienen sobre el empleo y por tanto sobre la demanda interna de la economía.
Lo más sorprendente de las previsiones presentadas es que se hagan con cifras muy exactas. Es como si todo estuviese predeterminado y no influyesen las posibles actuaciones de política económica que se puedan tomar. Por ejemplo, el FMI prevé que el déficit público en España se reducirá solo del 8% en 2011 al 6,8% en 2012, mientras que el Banco de España elabora sus previsiones bajo la hipótesis de que en 2012 se cumplirá el objetivo de déficit del 4,4%. El mayor o menor acierto dependerá en parte de cómo actúe el Gobierno en la corrección del déficit.
Una de las variables fundamentales para determinar la caída de la demanda interna en el año es la evolución del empleo. La mayor o menor destrucción de empleo durante el año se deriva en gran parte de los ajustes del sector público, y solo podrá compensarse si hay alguna creación de empleo en el sector privado.
Los esfuerzos que las comunidades autónomas tienen que hacer para reducir su déficit han traído consigo la desaparición de algunas de las muchas empresas públicas creadas (muchas de ellas improductivas) y también ajustes en el resto del empleo público. Todo ello lleva a la destrucción de empleos y por tanto a un aumento del paro. Esto es inevitable, pero lo que sí se podría cambiar son las condiciones para la creación de empresas y facilitar así la creación de empleo, incentivando y facilitando al mismo tiempo la búsqueda de trabajo por parte de los parados que cobran subsidios.
Pues bien, el resultado del año 2012 y por lo menos el cambio de la tendencia actual va a depender de cómo y cuándo se hagan las reformas fundamentales que se están anunciando:
1. La reforma del sistema financiero es fundamental para que los bancos se saneen, tengan liquidez suficiente y vuelva a recuperarse el crédito al sector privado y en especial a las pymes. De momento, la liquidez que les aporta el BCE solo sirve para que compren deuda pública (otorgando la necesaria financiación al sector público) y obtengan algunos beneficios adicionales. Aunque también hay que considerar que la rebaja de los tipos de la deuda beneficia a los objetivos del déficit al tener que gastar menos en el pago de los intereses de la misma.
2. La reforma laboral, es también imprescindible para incentivar la creación de empresas y empleo. Aunque algunos argumentan la gran flexibilidad aportada por la contratación temporal, esto no invalida la necesidad de terminar con el mercado dual existente actualmente. La contratación temporal es válida cuando los trabajos realizados son en verdad temporales, pero no cuando están sustituyendo contrataciones que deberían ser indefinidas. Muchos de los defectos de nuestro mercado laboral que tanto nos distingue de los mercados de nuestros socios y competidores europeos provienen de legislaciones antiguas anteriores a la democracia.
3. La reforma de las administraciones públicas es también fundamental para conseguir incentivar el crecimiento. De momento se ha acordado un techo de gasto en las comunidades autónomas y el compromiso de caminar hacia el equilibrio presupuestario. Pero es necesario avanzar más y reformar la administración pública en su conjunto para conseguir ser más eficiente en el gasto y facilitar los servicios públicos a las empresas, de manera que se reduzcan los costes para la creación y desarrollo de las empresas privadas.
Pero todo esto llevará su tiempo. Ya está anunciada y aprobada por el Consejo de Ministros la reforma del sistema financiero. El objetivo es el saneamiento y consolidación del sector; hasta el 30 de mayo para presentar los proyectos de fusión y dos ejercicios para terminar el saneamiento. La reforma laboral está en marcha y habrá que estudiarla. Pero depende de que los mercados valoren las medidas positivamente para que vuelva la financiación externa, se reduzca la presión sobre la deuda y en el segundo semestre se modere la caída de la actividad que ahora se pronostica cambiando la tendencia hacia tasas positivas de crecimiento.
Carmen Alcaide es analista y expresidenta del Instituto Nacional de Estadística (INE).
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